martes, 30 de julio de 2019

CALOR Y DESGOBIERNO






Al final no pudo ser. Pedro Sánchez cosechó un miserable voto más y vistas las cosas aún debe darse por contento de que ninguno de su grupo le haya traicionado con afán festivo o provocador. Dos meses más sin gobierno y si en setiembre no se arregla, elecciones...
Y yo que me alegro. Disfruto del momento mientras los medios izquierdistas se lamentan por las esquinas y los derechistas se frotan las manos sin disimulo.
No es que sea un amante de la destrucción, el caos o el cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor mejor para mí el suyo beneficio político, que dijera aquel genio incomprendido, sino que está demostrado que en España cuando no hay gobierno la economía crece más  y también lo hace el empleo. Como pasó en Bélgica, que tiene la mejor marca de país sin gobierno de la Europa actual[1].
Como pasa en todas partes en realidad.
Sí, ya estoy oyendo la objeción a coro. El Tercer Mundo, que es un puro desgobierno, condena a la miseria a su población.
En realidad es al revés. El problema del Tercer Mundo es que sus países sólo tienen gobierno. De hecho no hay un sólo país del mundo que no lo tenga, tanto los reconocidos por todos como los reconocidos por unos pocos. Y os invito a buscar las fotos de los gobiernos de los peores países porque me recuerdan una frase que leí hace muchos años: “cuando se firma un tratado de paz, el vencido es el que lleva el uniforme más ostentoso”[2].
Lo que falta en esos países es una administración competente que haga funcionar el estado pese a las majaradas de los políticos. Sólo hay dos países de los que no tengo problema para creerme las conspiraciones políticas más retorcidas porque el tiempo las ha probado ciertas: México e Italia[3]. Ambos tienen los políticos más disparatados que quepa imaginar. Son como España pero a lo bestia...
Sin embargo Italia funciona y México no. También puedo escribirlo de otra manera: ya le gustaría a la mayoría de los mexicanos que su país funcionase como funciona Italia.
Siempre se ha dicho que Italia funciona porque la administración está ocupada por técnicos inmunes a cambios de gobierno hasta el nivel necesario para que siga funcionando.

Y aquí es donde entra en juego el calor, que me está maltratando un verano más y no daré detalles porque no me gusta dar pena. Porque resulta que en estos ejemplos, el español, el belga y el italiano estoy viendo un ejemplo de las bondades del anarquismo mientras que a la vez estoy defendiendo la existencia de un estado. Cierto que estoy defendiendo un estado sin gobierno, como quiera que sea eso, así que debe ser que mi sesera ha debido alcanzar la consistencia de los requesones que Sancho puso en el yelmo de Mambrino.
Si los compas anarquistas me tomasen en serio estarían indignados[4]. El Estado es el gran enemigo, así sigue apareciendo hoy en sus textos, y la alternativa es una federación de comunas agrarias y entes no muy bien definidos gobernados por sindicatos que se federan y desfederan a voluntad. Pero eso es la coletilla al final del discurso, la que nadie escucha. La llave de todas las bondades es la organización horizontal y la acción directa. Porque si le dices a alguien que quieres acabar con el estado te va a responder con un par de preguntas obvias. ¿Y quién me va a pagar la pensión? ¿Y dónde me voy a operar de la próstata?
A ver, en realidad para las dos hay respuesta. La primera muy vieja: “de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”, que suena tan verosímil como lo de que “la Justicia es igual para todos” que gusta de repetir el enemigo. La segunda tan nueva como inquietante, “nos cuidaremos mutuamente”. No sé a vosotros pero a mí esta me da miedo.
El problema principal es que cuando los anarquistas tenían fuerza, para la mayoría de la gente, que vivía en el campo, el Estado era una carta oficial que llegaba un día y que decía que el mozo/hijo/nieto tenía que presentarse en una fecha en un centro de reclutamiento para ser enviado a África a pelear en alpargatas y con un fusil del siglo anterior contra unos tipos que no estaban mejor armados ni calzados pero sí bastante más motivados y además jugaban en casa. Entonces sí era fácil que mucha gente viera al estado como un enemigo. De su trato con él tenían mucho que perder y casi nada que ganar. Pero convendremos en que las cosas han cambiado un poquito... Hoy hay secciones sindicales de funcionarios que tienen la desfachatez de reivindicarse desde el Estado contra el Estado. Pleitos tengas y los ganes, que se dice entre la gitanería. Entonces muchos reiríamos.
Es fruto del calor, sin duda. Como el hecho de pensar que en lugar de hacer una revolución quizá hubiera que hacer un desmonte. El ciclo de la revolución modo anarquista ya lo conocemos. Los obreros organizados en sindicatos se unen a la causa de los oprimiditos, (los riders de Deliveroo por ejemplo) y se arma la de Dios es Cristo. Una vez destruido el Estado, pues eso. Ya se sabe que todo se ha conseguido mediante la lucha y tal y cual.
¿En serio?
Creo que ya no se trata de calor sino de fiebres porque me está dando la impresión de que el archifamoso Estado del Bienestar allí donde se consiguió no fue por obra de la archiproclamada lucha obrera. Ni siquiera de la grecorromana[5].
Pero sobre esta espinosa cuestión y sobre mi delirante proyecto de un anarquismo de clase media mejor me ocupo cuando llegue el frío...


Una nota sobre las imágenes

Tvboy es un artista urbano que actúa en mi barrio, un sitio que tiene muchas desventajas pero de momento aún compensa vivir en él porque entre otras cosas recibe visitas periódicas de artistas urbanos.
Había visto la imagen en un periódico de internet sin prestar mucha atención y al verla esta mañana no he podido resistirme a fotografiarla. Tvboy coloca siempre sus obras en el mismo sitio, la esquina del Carrer del Bisbe con la Plaza Sant Jaume, bajo las mismas narices de Quim Torra[6]. Conociendo la falta de luces de Torra no deja de ser un gesto valiente.
Una cosa que me encanta de Tvboy es que interpreta su papel de artista urbano hasta el final. No sólo inscribe su obra dentro de un marco sino que añade una etiqueta del mismo tipo de las que exhiben los museos.
Duran poco, porque hay mucho palurdo, pero que nos quiten lo bailao...




[1] Es la ventaja de tener una página “con menos proyección que un Cine-Exin”, como decían los salaos de Pepitas de Calabaza. Si no ya estarían los periodistillas aplicando el rastreador de verdades y mentiras, que es la última moda del periodismo (entendido como se entiende el periodismo ahora, claro). Por cierto, es verdad.
[2] Una curiosidad. El concepto de Tercer Mundo se creó en los años 60 como reflejo del Tercer Estado, aquel que en el Antiguo Régimen englobaba a los que no pertenecían a la nobleza o al clero. Como en aquellos años aún se vivía la Guerra Fría algunos dieron en imaginar que el primer mundo estaba formado por los países “occidentales” y el segundo por el bloque soviético pero en realidad no era así. Hoy conservamos el uso de Primer Mundo tras la debacle de la URSS y sus satélites pero no es fiel al espíritu de los inventores del término.
[3] Por desgracia, de Italia no me creo la más aceptada, que los servicios secretos y sus alrededores tuvieran algo que ver con el secuestro de Aldo Moro. Está más que demostrado que no fue así. Otra cosa es que algunos políticos le prefirieran muerto y no hicieran mucho por evitar la sentencia, sobre todo en su partido.
[4] El viejo compañero ha mutado en el coloquial compa en muchas páginas de internet, que es el único lugar donde los encuentro últimamente. No lo somos, claro, compañero es aquel con quien compartes el pan y desde que les ha dado por cocinar vegano no frecuento sus ágapes.
[5] Sí, estoy febril, pero aparte de eso me está haciendo mucho daño la lectura del último libro de Ian Kershaw que encima, snob de mí, lo compré en inglés: Roller-Coaster. Europe, 1950-2017, Allen Lane, (2018)
[6] Aprovechando el expositor de un antiguo estudio de fotografía donde una vez me hice unas fotos para un DNI.