miércoles, 30 de noviembre de 2016

RENUNCIAR Y RENUNCIAR



Resulta que el pasado fin de semana se ha estrenado la película La reina de España, dirigida por Fernando Trueba, y ha obtenido una recaudación en taquilla de 387.000 euros. A primera vista parece una cifra respetable, pero sucede que sus costes fueron de once millones de euros y los expertos dicen que actualmente la recaudación final no suele superar la cifra de cuatro veces el fin de semana del estreno, lo que supondría un petardazo considerable, unas pérdidas de alrededor de nueve millones y medio de euros.
El asunto tiene su importancia porque antes de su estreno se promovió un boicot patriótico porque cuando Trueba recogió el Premio Nacional de Cinematografía en septiembre del 2015 aseguró no haberse sentido español “ni cinco minutos de su vida” y se ve que los que no han dejado de sentirse españoles ni cinco minutos de la suya se la estaban guardando.
La película ya arrastraba polémica antes de su estreno. Es continuación de la flojísima La niña de tus ojos y un par de guionistas de aquella le habían denunciado por “resucitar” sus personajes sin autorización (y por supuesto, sin pagarles los derechos correspondientes).
Como lo del boicot llevaba tiempo publicitándose (aunque basta saber que la figura más conocida era Fran Rivera para hacerse una idea de la calidad del elenco boicoteador) también este maestro de la alta comedia recibió apoyos a su altura. Santiago Segura y Penélope Cruz, que salen en la película (y creo que con esto no hace falta decir más), Jordi Évole (el virus Ébola de la televisión) y Juan Cruz (lo que equivale a que te caiga encima una cruz, y perdónenseme los chistes fáciles pero no por eso menos ciertos). Hasta en un medio tan poco patriotero como Público dos artículos dejan claro que la película es una mierda sin defensa posible...

En noviembre del 2014 Jordi Savall decidió no aceptar el Premio Nacional de Música en la modalidad de interpretación, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y dotado con 30.000 euros. La profunda indignación por la política cultural del ministerio dirigido por José Ignacio Wert ha pesado más que “la alegría por un tardío reconocimiento a más de 40 años de dedicación apasionada a la difusión de la música como fuerza y lenguaje de civilización y convivencia”.

Por si a alguien no le hubiera quedado claro: Trueba se guardó el cheque y a continuación declaró no sentirse español. Jordi Savall renunció al premio y a la vez al dinero. Yo lo llamo “la prueba del bolsillo”. Me resultará bastante más fácil creerte si tu gesto te supone perder dinero. Y desde luego, os recomiendo que si alguna vez sentís que os falta algo, que notáis un vacío que no sabéis cómo llenar, escuchad a Jordi Savall. A solo, con Hesperion XX o XXI, con la Capella Reial de Catalunya o con Le Concert des Nations. Medicina para el espíritu[1]...




[1] M.M. (al parecer Marta Medina): “El ‘castañazo’ de Trueba con ‘La reina de España’: ¿boicot o falta de interés?” El Confidencial 28/11/16 y Javier Pérez Senz: “Jordi Savall rechaza el Premio Nacional de Música”, El País, 30/10/14. Los artículos de Público, del 29/11/16, son David Torres: “Boicot a la española” y Paco Sánchez Múgica: “Sobre el fracaso de ‘La reina de España’: ni un segundo”, este publicado originalmente en CTXT.

domingo, 27 de noviembre de 2016

... Y NADA MÁS QUE LA VERDAD

Resulta que el Diccionario Oxford ha elegido post – truth como palabra del año y a los medios mundiales les ha faltado tiempo para hacerse eco. En castellano parece que se transcribirá como posverdad y significa “que denota circunstancias en las cuales los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”.
Aunque según se dice la palabra ya se había utilizado antes, la definición propuesta parece claramente inspirada por el referéndum británico y la elección de Donald Trump. En este caso Colombia u Holanda no cuentan porque para ciertos ambientes culturales anglosajones lo que no habla inglés simplemente no existe.
Desde luego, los periódicos que la han jaleado se sitúan automáticamente en el otro lado, en el que valora los hechos objetivos y no la emoción o las creencias. Son como esos que se hartan de llamar tonto a todo el mundo, ni se les pasa por la cabeza la posibilidad de pertenecer al grupo. Así que me ha dado por revisar al más serio entre los serios para ver exactamente en qué momento se encuentra respecto a la verdad, si anterior, coetáneo o posterior. Tampoco he buscado exhaustivamente, me he contentado con tres ejemplos pero desechando muchos para no aburriros[1].
Julio Carabaña es profesor de Sociología en la UCM y autor de un libro titulado Pobres y ricos. En su artículo trata de demostrar que la desigualdad no ha crecido utilizando “el índice de Gini (0, cuando todos consiguen lo mismo, y 100, cuando uno se lo queda todo)”.
Comienza retador: “La teoría (o la ideología, o la narrativa) dominante dice que la globalización aumenta la desigualdad y que la desigualdad produce populismo, nacionalismo y xenofobia, con etiquetas de derecha y de izquierda. Pero ¿y si la desigualdad no hubiera aumentado, o no hubiera aumentado tanto, o hubiera aumentado por razones distintas de la globalización?”. Fuerte apuesta, pardiez. Dejaremos de lado que el aumento de la desigualdad no suele achacarse a la globalización sino al neoliberalismo para no chafarle el argumento. Aunque sí desvelaré el final, porque lo que interesa es el argumento central. Sí, desde luego, era obvio, la desigualdad no ha aumentado. Lo mejor es cómo lo prueba. Resulta que en España el índice de Gini no ha aumentado desde mediados de los 90. “Como apuntaba la OCDE, el aumento de la desigualdad en España durante la crisis puede reducirse a un fenómeno mucho más simple, el aumento de la pobreza. Los pobres severos pasaron de ser el 2% de la población en 2007 a ser el 5% en 2009 y 2013. En la misma magnitud que han aumentado los pobres severos han disminuido también las clases medias”. Que quede claro.
Es posible por tanto hablar de un populismo  genérico. Hay sin embargo dos grandes diferencias entre los populismos de derechas y de izquierdas. Primero, obviamente, las políticas: “Podemos y el Frente Nacional tienen en común que dirigen sus ataques contra una élite liberal que creen responsable de los problemas. Difieren en el tipo de problemas que identifican y enfatizan, y en las soluciones que ofrecen”, dice Benjamin Stanley, profesor en la Universidad SWPS de Varsovia (Polonia)[2].
Así que ven la realidad de forma diferente y, como es lógico, tampoco coinciden en las medidas a tomar. Entonces ¿en qué coinciden? En culpar a una élite liberal. Por supuesto, aquí hay una polisemia que el muy conocido en su casa a la hora de comer Benjamin Stanley no se ocupa en precisar, porque liberal en Estados Unidos significa izquierdista mientras que en Europa se refiere a los economistas de extrema derecha que celebran cada despido considerándolo una “reducción de costes laborales”. Cuando tanto el PSOE como Ciudadanos dijeron en voz alta y con todas las letras que nunca apoyarían un gobierno con Mariano Rajoy de presidente caían en esa definición tan laxa de populismo. Suerte que la prudencia les hizo rectificar...
La última aportación la proporciona Steve Roberts, de la Singularity University, una universidad apoyada por Google y la NASA según la misma lógica que alumbró la Trump University. Una universidad que ofrece un programa que cuesta 14.000 dólares y tiene una duración de seis días. Según Roberts, “ofrecemos una experiencia que cambia tu mentalidad, que transforma a la gente y cuando se marchan no vuelven a ser los mismos”.
Cierto que hace tres mil años que los alquimistas vienen prometiendo esto mismo, pero no eran tan insensatos como para asegurar resultados en una semana. Ellos requerían toda una vida, por eso siempre se pinta a los alquimistas como ancianos...

Y de tal universidad, tales sabios. El susodicho Roberts responde a una pregunta diciendo que “Hace 50 años éramos granjeros. Todos estábamos preocupados porque las máquinas nos quietarían (sic) el trabajo, era la única manera de ganar dinero: tener una granja y vender comida”.
Hasta en un país tan industrialmente atrasado como España que levante la mano el que en 1966 sus padres o sus abuelos vivían de tener una granja y vender comida...
La pregunta es: si no están en la posverdad ni en la verdad, ¿estarán en la preverdad?




[1] Todos proceden de El País. Aquí van por orden de mención: Julio Carabaña: “¿Y si la desigualdad no ha crecido?” (22/11/16), Jordi Pérez Colomé y Kiko Llaneras: “De Trump a Podemos, qué es el populismo” (14/11/16) y Ana Torres Menárguez: “La mayoría de universidades del mundo van a desaparecer” (25/10/16).
[2] Encuentro un poco triste que El País se vea obligado a aclarar a sus actuales lectores que Varsovia está en Polonia. Aún recuerdo la lluvia de cartas de indignación que recibió un redactor de El País Semanal hace ya unos cuantos años (demasiados, según parece) por escribir “ad divinis” en lugar de “a divinis”.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL PROBLEMA TRUMP



No me refiero a que sea tan bravucón como Theodore Roosevelt, tan misógino como el Kennedy al que adora Albert Rivera o tan desconocedor del mundo como Ronald Reagan. Me refiero a los diferentes dilemas que han ido encarando los medios a raíz de su elección.
El primero es que no era posible. Todos apostaban por la victoria de Hillary Clinton[1], aunque unos cuantos digan ahora que ya lo habían advertido pero guardándose mucho de precisar cuándo y dónde. No tendré el mal gusto de citar a los que el mismo día de las votaciones hablaban de que Clinton tenía mucho voto oculto o al que unos días antes publicó un artículo explicando su futura política, dado que la posibilidad de la victoria de Trump se había esfumado como una broma de mal gusto.
Estaban los precedentes, que para ellos son Gran Bretaña y Colombia. Olvidan Holanda, que fue su primer revolcón del año, y malos cestos haremos con esos mimbres si su memoria no alcanza hasta abril. Ya ni siquiera recuerdan cuánto despreciaron a los votantes holandeses y las lecciones que les dieron y si con Trump pueden defenderse diciendo que ninguna encuesta le daba ganador, en Gran Bretaña todas las encuestas daban vencedor al y las ignoraron como una leve molestia.
Esta es la raíz del problema, que unos simples opinantes se hayan creído creadores de opinión. Como yo pienso que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea es contraproducente y lo explico con bellos argumentos, los votantes se van a comportar como yo predigo. Pero luego es que no y entonces viene el golpe.
Hasta la semana pasada lo habían solventado con el expediente de decir que los que habían elegido la opción triunfante pero incorrecta eran analfabetos democráticos, guiados por bajos instintos, engañados por las mentiras de unos demagogos sin conciencia...
(Un inciso: les llamaban analfabetos democráticos porque no tienen el valor de llamarles claramente analfabetos. Y sin embargo la estadística es clara, en España un 50% de la población es analfabeta funcional. Están alfabetizados pero no leen. Ni un libro al año, uno de cada dos. Y en el resto del mundo “desarrollado” es parecido, de ahí por ejemplo el éxito de Facebook que, como indica su nombre, es un lugar para compartir fotos. Aunque la acompañen comentarios, lo importante es la imagen. Pero no se atreven a denunciar el analfabetismo porque piensan que resulta clasista. Así de ridículos y cobardes son)
Ese debía ser el guión ahora. Ridiculizar a los votantes de Trump como unos patanes incultos con poco cerebro, como los británicos o los ya olvidados holandeses. Pero el único que lo cumplió fue John Carlin, al que aprecio más bien poco pero debo alabar su coherencia. La expresión analfabetos democráticos está tomada a la letra del artículo que publicó al poco de la victoria del que todos sabíamos que iba a perder.
Pero había un problema... Vale que la coherencia dictaba seguir denunciando este error en el mismo tono que los anteriores pero en este caso hay una diferencia no menor. Los ejemplos pasados eran fruto de la mal llamada democracia directa, que como todos sabemos porque ellos nos lo han enseñado con grandes argumentos , es lo peor del mundo. Pero ahora estamos hablando de la democracia representativa, la que nunca se equivoca. La que hasta ayer conseguía el milagro de que los que son incultos, primarios, fáciles de engañar o directamente imbéciles cuando responden a una pregunta se conviertan en sabios, sensatos y equilibrados cuando eligen para que les represente a quien no les conoce de nada y que en adelante no solicitará su opinión para decidir sobre ningún tema. Y encima estamos hablando de Estados Unidos, una de las cunas de la democracia[2]. Quieto parao, hay que rebobinar...
Y vaya si han rebobinado. Hasta el principio.
Por supuesto, está descartado que haya sesenta millones de analfabetos democráticos en Estados Unidos. O de patanes, racistas, xenófobos o ilusos. Hay que hacer estudios más detenidos. Y encima hay que integrar datos molestos en el análisis, como que más del 50% de las votantes votaron por Trump, un machista, misógino etc[3]. Estados Unidos es una sociedad muy individualista y la gente se guía por sus intereses personales. Una trabajadora de una de esas empresas bajo amenaza de cierre que Trump ha prometido rescatar seguramente pensará más en su vejez que en las modelos a las que el hoy presidente electo tocó el culo sin su permiso. Y también hubo latinos[4] que votaron por él. ¿Traición? Pues no. Simplemente que ellos no son ilegales y saben que lo de la expulsión no les amenaza, de hecho podría beneficiarles[5]. Pero la campaña de regeneración del votante trumpista ya está en marcha y ello implica atacar a los que osaron tratarles como si fueran votantes de un referéndum.
Y hay que rehabilitar al propio Trump, porque la vieja democracia norteamericana no puede equivocarse y los argumentos van en dos direcciones.
La primera es que siendo como es un tipo sensato en el fondo, aunque sea vehemente, debe saber que algunas de sus promesas de la campaña electoral son irrealizables. (En realidad son casi todas, entre otras cosas porque muchas son incoherentes entre sí). Tendrá que darse un “baño de realidad” y optar por lo sensato y huir de lo disparatado. En este caso se trata de adaptarse a la realidad, si fuera el vencedor de un referéndum tendría que enfrentarse a las consecuencias de sus mentiras y su demagogia pero ya se sabe que en una campaña electoral en democracia representativa sí que vale eso de prometer hasta meter y después de metido, nada de lo prometido... La hasta hace poco aclamada Rita Barberá lo llamaría un ardid.
La segunda es recordarnos que los padres fundadores de la democracia estadounidense fueron tan previsores como para dividir el poder entre diferentes estamentos que se vigilan, de modo que un presidente, por mucho que quiera, no puede alterar demasiado el orden natural de los acontecimientos. La pregunta molesta en este caso es: ¿entonces qué más da que hubiera sido elegido Donald, Hillary, uno que pasaba por la calle o un chimpancé del zoológico más cercano? En fin, el que no se consuela es porque no quiere y toca hacer de tripas corazón...
La realidad encarnada por Donald Trump ocupando la Casa Blanca podría servir si hubieran aprendido la lección. Pero no, pasada la sorpresa están como estaban. Si El País publicaba un editorial el día de las elecciones pidiendo el voto para Hillary Clinton, supongo que con la disparatada creencia de que podían influir en el resultado, ahora se dedican a aleccionar a Trump sobre lo que debe y no debe hacer en asuntos de economía[6].










[1] Alguno de la franja más lunática de la ultraderecha mediática lo celebró con júbilo, pero que lo deseara no significa necesariamente que lo creyera posible.
[2] La otra es Gran Bretaña. Sin comentarios.
[3] Ojo, no dudo de que lo es pero como decía Susan Sarandon, “no voy a votar a Hillary Clinton porque tenga vagina”. Ni que decir tiene, Sarandon no votó a Trump. Había más candidatos...
[4] Uso esta palabra estúpida pese a saber que ninguno de ellos nació en el Lazio.
[5] Aporto aquí un dato publicado pero muy poco difundido por molesto. En las municipales del 2015 Xavier García Albiol, entonces alcalde, prometió limpiar Badalona de rumanos. Los que entienden del tema dijeron que los gitanos de Badalona, normalmente abstencionistas técnicos, fueron a votar en masa... por García Albiol. Veían a los rumanos como competidores y confiaban en que haría realidad su promesa y se librarían de ellos. Algo que los antirracistas subvencionados han ignorado, obviamente.
[6] El actual director de El País fue corresponsal del diario en Estados Unidos. Parte de su estancia correspondió con la del hoy rey en Georgetown y dicen que Felipe VI le debe varios favores. Eso podría explicar parte de su soberbia, pero solo parte...