Janet Sanz es
segunda teniente de alcalde de Barcelona y este mes ha sido alcaldesa
accidental una semana mientras Colau disfrutaba de un merecido descanso. Sanz
nació en un pueblo de la Huesca de habla catalana, tiene treinta y cinco años y
antes que con Colau ya había sido concejal bajo uno de los múltiples nombres de
Izquierda Unida.
Títulos firmados por Su Majestad no le faltan, es licenciada en Derecho y en
Ciencias Políticas.
En una
entrevista reciente el periodista le pregunta: “¿Hay un problema de seguridad
en Barcelona?” y ella responde:
― En
hurtos y robos. Lo que veo en mi entorno es una enorme preocupación por la
emergencia climática. No identifico una percepción superior de inseguridad. Hay
otros temas más prioritarios para mi entorno, como la precariedad laboral. No
niego un problema subjetivo de inseguridad. Los indicadores dicen que hay temas
en los que debemos mejorar. Para eso hay un teniente de alcalde de Seguridad.
¿Por dónde
empezar? En este caso por los detalles, aunque parezcan poco relevantes. Cuando
algo es prioritario no tiene nada por delante, decir que algo es “más
prioritario” es como decir “más mejor”, expresión que suele emplear la
infancia. Por otro lado, si los “indicadores” cumplen su función de indicar
algo, entonces ya no se puede hablar de un problema subjetivo. El problema es
que el habla es un reflejo del pensamiento y cuando alguien no se expresa con
claridad se puede sospechar que no piensa con claridad. Recordemos aquel cuanto
peor mejor para todos... Claro que también dice que Colau es “una de las
líderes más valoradas de España. Incluso de Europa”, aunque aquí celebro que no
haya utilizado la cursilada de el Estado español, cosa que no dudo de
que alguien de su entorno le habrá recriminado.
Para eso hay un
teniente de alcalde de Seguridad
Esta es muy
interesante porque revela muchas cosas. Cuando Ada Colau era aspirante a la
alcaldía anunció que si ganaba disolvería la unidad antidisturbios de la
Guardia Urbana
y cuando llegó al poder reculó como ha hecho en tantos otros asuntos. Se
comportó como la vieja política pero en el mal sentido, incumpliendo una
promesa electoral.
Entiendo
perfectamente la preocupación de Colau porque yo tampoco entiendo para qué
necesita antidisturbios la Guardia Urbana. Bastaría con dar un curso a unos
cuantos de la plantilla y ponerlos bajo un mando temporal en el momento que se
necesite. Cuando un grupo destinado a una tarea tiene mucho tiempo libre, el
aburrimiento le suele llevar a discurrir cosas raras. Sin embargo podía haber
utilizado formas de la vieja política de manera inteligente. Por ejemplo,
callar sus verdaderos planes para no levantar la liebre. Una vez al mando nada
más sencillo que anunciar que es preciso “adaptar la Guardia Urbana a los
nuevos desafíos” y sin necesidad de disolver la unidad de antidisturbios,
dejarla reducida a los tres más inofensivos y reubicar a los demás a tareas de
patrulla callejera y si alguien protesta decir que son “necesidades del
servicio”. Los estados mayores de los tres ejércitos se pasan el día dedicados
a disolver, rehacer y crear unidades porque se aburren mucho y nadie dice nada.
Pero eso sería proceder de manera inteligente. Quizá cínica, pero nadie nunca
llamó tontos a los filósofos cínicos a los que Ada Colau estudió en la
universidad antes de abandonarla por ser pobre.
Antes de ser
votada, Ada Colau tenía muy claro que ser alcaldesa conllevaba ser la jefa
máxima de la Guardia Urbana pero una vez investida con el bastón de mando
pareció olvidarlo y ni asumió directamente el mando, que podía hacerlo, ni nombró
un cargo específico que se ocupase de lo que oficialmente se llama Seguridad
durante su mandato. Sé que es un juicio de valor, pero lo voy a hacer de todas
maneras: hay una curiosa coincidencia entre esa forma de proceder y las
doctrinas de algunos filósofos cuentistas que opinan que aquello que no se
nombra no existe. La obsesión por
eliminar cualquier vestigio del pasado que no nos gusta responde a esa creencia.
Cada uno puede
tener su opinión sobre la utilidad de la policía o sobre su mera existencia y
las mías son muy malas. Precisamente por eso no sólo no me presento a alcalde
de Barcelona sino que ni siquiera me presto a apoyar con mi voto a alguien que
aspire a ese cargo. Pero si te presentas sabes que la jefatura de la Guardia
Urbana va incluida en el cargo y algo deberás tener pensado. En su caso parece
que el plan consistía en no nombrar, dando por sentado que conllevaría el no
existir.
La decisión de
no poner obstáculos en Las Ramblas parecía inspirada por la misma idea. No
expresada con franqueza, claro, se adujeron motivos “técnicos”. Pero una vez
consumados los atropellos mortales de los que acabamos de cumplir dos años
aparecieron los obstáculos y el problema técnico se desvaneció como había llegado.
Donde dije digo digo Diego se queda corto. Lo que, por supuesto, hace pensar
mucho sobre la profundidad y el enraizamiento de sus principios, porque esta
forma de proceder se ha repetido a lo grande. Tras una legislatura sin
responsable conocido de cuestiones de seguridad estrena la segunda nombrando
teniente de alcalde de Seguridad a Albert Batlle y este se lo ha pagado
diciendo que está a favor del “retorno asistido de los menores no acompañados
que no se integren”,
que en castellano quiere decir que está a favor de expulsar a los menas que
delincan, y desatando una ofensiva en toda regla contra los vendedores
del llamado “top manta”, dos puntos que hasta ahora eran intocables y ahora, en
fin, dejaremos de nombrarlos para que dejen de existir... En cualquier caso, no
deja de ser llamativo el silencio de Ada Colau ante lo que en castellano se
llama “si no quieres taza, taza y media” o quizá aún más adecuado en este caso,
“si no quieres caldo, tres tazas”. Esta rendición ante la vieja política me
recuerda a otro ilustre, Felipe González, cuando volvió de su visita a la
tiranía china con un refrán aprendido de sus anfitriones: “gato negro, gato
blanco, tanto da si caza ratones”.
El problema es si el gato Batlle no
consigue cazarlos. Entonces, ¿qué le quedará? Porque al final el dilema de la
eficacia de la policía se reduce a la información. Con buena información todo
se ataja y con mejor información hasta se puede prevenir.
Pero aún está por averiguarse si se ha hecho ese trabajo de información, de
momento los Mossos, que no dependen del Ayuntamiento, han desplegado
antidisturbios en mi barrio. Según la prensa, porque yo no los he visto.
Lo que veo en mi
entorno es una enorme preocupación por la emergencia climática. No identifico
una percepción superior de inseguridad
Y me da a mí que
aquí reside la clave del gran problema, en el entorno. Si se observa, cuando
Janet Sanz dice que “para eso hay un teniente de alcalde de Seguridad” parece
estar hablando del fontanero que viene a casa a arreglarte el desagüe. Se le
contrata para que haga un trabajo y se le paga bien, pero no puede esperar que
le pongamos un cubierto en la mesa familiar.
Colau y los
suyos, como Iglesias y el núcleo fundador de Podemos, eran militantes de
grupúsculos a los que en un momento sonrió la suerte. (Tampoco voy a negarles
el talento, supieron hacerse reconocibles entre otros muchos aspirantes y
crearse una imagen positiva que pudieron convertir en votos. Ya se dice que la
suerte es de quien se la trabaja...).
La vida dentro
de estos pequeños grupos tiene sus peculiaridades. Está el militantismo y ese
sentido del sacrificio del que tanto se reían los situacionistas, muy
acertadamente a mi criterio. El resultado de la actividad grupuscular es que al
final la vida entera se desarrolla dentro de ese pequeño grupo. Puede parecer
frívolo pero basta con ver que Colau, Pisarello, Iglesias, Kichi y Teresa
Rodríguez o viceversa y Errejón tienen o han tenido parejas surgidas del mismo
pequeño ambiente.
En el entorno de
Janet Sanz preocupan más la emergencia climática o la precariedad. Ellos sabrán
por qué no les preocupa la delincuencia violenta. Yo camino a diario por la
antigua Avenida Buenaventura Durruti y como soy un racista sin remedio cuando
veo adolescentes de según qué tono de piel cerca me pongo en guardia. Más que
nada para que no me sorprendan con la famosa llave “mataleón”, pese a no llevar
un reloj costoso en la muñeca. Tengo claro que los del entorno creen que
la cuestión es llevar un reloj y si no es así puedes caminar tranquilo pero
viví mi adolescencia en un barrio machacado por la heroína y sé mucho de cómo
se le gira la cabeza a la gente cuando está desesperada, algo que estos
lechuguinos ni siquiera conciben.
Podría caer en
la tentación fácil de decir que es porque van en coche oficial o viven lejos de
zonas conflictivas pero creo que no se trata de eso. Creo que simplemente son
víctimas de unos esquemas mentales demasiado simples.
Por otro lado,
flaco favor hace a los que se preocupan por la precariedad o el calentamiento
global al contraponerlos con los que se preocupan por la posibilidad de tener
un mal encuentro al volver a casa.
A mí me
preocupan mucho el calentamiento global, la precariedad y el riesgo que corro
caminando por el barrio, pero si me apura mi tema más prioritario es el
de las verdaderas cifras de la economía china, que quien tiene ojos ha podido
leer opiniones muy bien argumentadas que sospechan que hace años que están
falseadas al alza. Sin embargo no se me ocurriría decirle a Sanz que no se
preocupe por lo medioambiental o lo laboral, que lo suyo es mirar a Pekín.
Parece que quisiera forzar un dilema entre defensores del medio ambiente y
gente que camina con miedo por la calle. Ahora que los comentaristas
cavernarios se están ensañando con una adolescente de dieciséis años que sólo
quiere un mundo mejor preparado para afrontar el futuro no parece una decisión
muy inteligente.
Pero ese es el
problema de la visión grupuscular o en este caso visión del entorno. Que es lo
que en inglés llaman visión de túnel. O lo que en los tiempos en que la gente
iba a los toros se comparaba con la visión de las mulillas.
Y lo que
significa, claro, que es, en cinco palabras, a nosotros nos la sopla...
Pero por otra parte, si Batlle decide ponerse bravo y atacar el problema a base
de garrotazo y tentetieso, pues oye, que también nos la sopla, que no es del
entorno y para eso se le paga....