viernes, 23 de agosto de 2019

LA FORMA Y EL FONDO




Janet Sanz es segunda teniente de alcalde de Barcelona y este mes ha sido alcaldesa accidental una semana mientras Colau disfrutaba de un merecido descanso. Sanz nació en un pueblo de la Huesca de habla catalana, tiene treinta y cinco años y antes que con Colau ya había sido concejal bajo uno de los múltiples nombres de Izquierda Unida[1]. Títulos firmados por Su Majestad no le faltan, es licenciada en Derecho y en Ciencias Políticas.
En una entrevista reciente el periodista le pregunta: “¿Hay un problema de seguridad en Barcelona?” y ella responde:
En hurtos y robos. Lo que veo en mi entorno es una enorme preocupación por la emergencia climática. No identifico una percepción superior de inseguridad. Hay otros temas más prioritarios para mi entorno, como la precariedad laboral. No niego un problema subjetivo de inseguridad. Los indicadores dicen que hay temas en los que debemos mejorar. Para eso hay un teniente de alcalde de Seguridad[2].

¿Por dónde empezar? En este caso por los detalles, aunque parezcan poco relevantes. Cuando algo es prioritario no tiene nada por delante, decir que algo es “más prioritario” es como decir “más mejor”, expresión que suele emplear la infancia. Por otro lado, si los “indicadores” cumplen su función de indicar algo, entonces ya no se puede hablar de un problema subjetivo. El problema es que el habla es un reflejo del pensamiento y cuando alguien no se expresa con claridad se puede sospechar que no piensa con claridad. Recordemos aquel cuanto peor mejor para todos... Claro que también dice que Colau es “una de las líderes más valoradas de España. Incluso de Europa”, aunque aquí celebro que no haya utilizado la cursilada de el Estado español, cosa que no dudo de que alguien de su entorno le habrá recriminado.

Para eso hay un teniente de alcalde de Seguridad
Esta es muy interesante porque revela muchas cosas. Cuando Ada Colau era aspirante a la alcaldía anunció que si ganaba disolvería la unidad antidisturbios de la Guardia Urbana[3] y cuando llegó al poder reculó como ha hecho en tantos otros asuntos. Se comportó como la vieja política pero en el mal sentido, incumpliendo una promesa electoral[4].
Entiendo perfectamente la preocupación de Colau porque yo tampoco entiendo para qué necesita antidisturbios la Guardia Urbana. Bastaría con dar un curso a unos cuantos de la plantilla y ponerlos bajo un mando temporal en el momento que se necesite. Cuando un grupo destinado a una tarea tiene mucho tiempo libre, el aburrimiento le suele llevar a discurrir cosas raras. Sin embargo podía haber utilizado formas de la vieja política de manera inteligente. Por ejemplo, callar sus verdaderos planes para no levantar la liebre. Una vez al mando nada más sencillo que anunciar que es preciso “adaptar la Guardia Urbana a los nuevos desafíos” y sin necesidad de disolver la unidad de antidisturbios, dejarla reducida a los tres más inofensivos y reubicar a los demás a tareas de patrulla callejera y si alguien protesta decir que son “necesidades del servicio”. Los estados mayores de los tres ejércitos se pasan el día dedicados a disolver, rehacer y crear unidades porque se aburren mucho y nadie dice nada. Pero eso sería proceder de manera inteligente. Quizá cínica, pero nadie nunca llamó tontos a los filósofos cínicos a los que Ada Colau estudió en la universidad antes de abandonarla por ser pobre.
Antes de ser votada, Ada Colau tenía muy claro que ser alcaldesa conllevaba ser la jefa máxima de la Guardia Urbana pero una vez investida con el bastón de mando pareció olvidarlo y ni asumió directamente el mando, que podía hacerlo, ni nombró un cargo específico que se ocupase de lo que oficialmente se llama Seguridad durante su mandato. Sé que es un juicio de valor, pero lo voy a hacer de todas maneras: hay una curiosa coincidencia entre esa forma de proceder y las doctrinas de algunos filósofos cuentistas que opinan que aquello que no se nombra no existe.  La obsesión por eliminar cualquier vestigio del pasado que no nos gusta responde a esa creencia[5].
Cada uno puede tener su opinión sobre la utilidad de la policía o sobre su mera existencia y las mías son muy malas. Precisamente por eso no sólo no me presento a alcalde de Barcelona sino que ni siquiera me presto a apoyar con mi voto a alguien que aspire a ese cargo. Pero si te presentas sabes que la jefatura de la Guardia Urbana va incluida en el cargo y algo deberás tener pensado. En su caso parece que el plan consistía en no nombrar, dando por sentado que conllevaría el no existir[6].
La decisión de no poner obstáculos en Las Ramblas parecía inspirada por la misma idea. No expresada con franqueza, claro, se adujeron motivos “técnicos”. Pero una vez consumados los atropellos mortales de los que acabamos de cumplir dos años aparecieron los obstáculos y el problema técnico se desvaneció como había llegado. Donde dije digo digo Diego se queda corto. Lo que, por supuesto, hace pensar mucho sobre la profundidad y el enraizamiento de sus principios, porque esta forma de proceder se ha repetido a lo grande. Tras una legislatura sin responsable conocido de cuestiones de seguridad estrena la segunda nombrando teniente de alcalde de Seguridad a Albert Batlle y este se lo ha pagado diciendo que está a favor del “retorno asistido de los menores no acompañados que no se integren[7]”, que en castellano quiere decir que está a favor de expulsar a los menas que delincan, y desatando una ofensiva en toda regla contra los vendedores del llamado “top manta”, dos puntos que hasta ahora eran intocables y ahora, en fin, dejaremos de nombrarlos para que dejen de existir... En cualquier caso, no deja de ser llamativo el silencio de Ada Colau ante lo que en castellano se llama “si no quieres taza, taza y media” o quizá aún más adecuado en este caso, “si no quieres caldo, tres tazas”. Esta rendición ante la vieja política me recuerda a otro ilustre, Felipe González, cuando volvió de su visita a la tiranía china con un refrán aprendido de sus anfitriones: “gato negro, gato blanco, tanto da si caza ratones[8]”.  El problema es si el gato Batlle no consigue cazarlos. Entonces, ¿qué le quedará? Porque al final el dilema de la eficacia de la policía se reduce a la información. Con buena información todo se ataja y con mejor información hasta se puede prevenir[9]. Pero aún está por averiguarse si se ha hecho ese trabajo de información, de momento los Mossos, que no dependen del Ayuntamiento, han desplegado antidisturbios en mi barrio. Según la prensa, porque yo no los he visto[10].

Lo que veo en mi entorno es una enorme preocupación por la emergencia climática. No identifico una percepción superior de inseguridad
Y me da a mí que aquí reside la clave del gran problema, en el entorno. Si se observa, cuando Janet Sanz dice que “para eso hay un teniente de alcalde de Seguridad” parece estar hablando del fontanero que viene a casa a arreglarte el desagüe. Se le contrata para que haga un trabajo y se le paga bien, pero no puede esperar que le pongamos un cubierto en la mesa familiar[11].
Colau y los suyos, como Iglesias y el núcleo fundador de Podemos, eran militantes de grupúsculos a los que en un momento sonrió la suerte. (Tampoco voy a negarles el talento, supieron hacerse reconocibles entre otros muchos aspirantes y crearse una imagen positiva que pudieron convertir en votos. Ya se dice que la suerte es de quien se la trabaja...).
La vida dentro de estos pequeños grupos tiene sus peculiaridades. Está el militantismo y ese sentido del sacrificio del que tanto se reían los situacionistas, muy acertadamente a mi criterio. El resultado de la actividad grupuscular es que al final la vida entera se desarrolla dentro de ese pequeño grupo. Puede parecer frívolo pero basta con ver que Colau, Pisarello, Iglesias, Kichi y Teresa Rodríguez o viceversa y Errejón tienen o han tenido parejas surgidas del mismo pequeño ambiente.
En el entorno de Janet Sanz preocupan más la emergencia climática o la precariedad. Ellos sabrán por qué no les preocupa la delincuencia violenta. Yo camino a diario por la antigua Avenida Buenaventura Durruti y como soy un racista sin remedio cuando veo adolescentes de según qué tono de piel cerca me pongo en guardia. Más que nada para que no me sorprendan con la famosa llave “mataleón”, pese a no llevar un reloj costoso en la muñeca. Tengo claro que los del entorno creen que la cuestión es llevar un reloj y si no es así puedes caminar tranquilo pero viví mi adolescencia en un barrio machacado por la heroína y sé mucho de cómo se le gira la cabeza a la gente cuando está desesperada, algo que estos lechuguinos ni siquiera conciben.
Podría caer en la tentación fácil de decir que es porque van en coche oficial o viven lejos de zonas conflictivas pero creo que no se trata de eso. Creo que simplemente son víctimas de unos esquemas mentales demasiado simples.
Por otro lado, flaco favor hace a los que se preocupan por la precariedad o el calentamiento global al contraponerlos con los que se preocupan por la posibilidad de tener un mal encuentro al volver a casa.
A mí me preocupan mucho el calentamiento global, la precariedad y el riesgo que corro caminando por el barrio, pero si me apura mi tema más prioritario es el de las verdaderas cifras de la economía china, que quien tiene ojos ha podido leer opiniones muy bien argumentadas que sospechan que hace años que están falseadas al alza. Sin embargo no se me ocurriría decirle a Sanz que no se preocupe por lo medioambiental o lo laboral, que lo suyo es mirar a Pekín. Parece que quisiera forzar un dilema entre defensores del medio ambiente y gente que camina con miedo por la calle. Ahora que los comentaristas cavernarios se están ensañando con una adolescente de dieciséis años que sólo quiere un mundo mejor preparado para afrontar el futuro no parece una decisión muy inteligente.
Pero ese es el problema de la visión grupuscular o en este caso visión del entorno. Que es lo que en inglés llaman visión de túnel. O lo que en los tiempos en que la gente iba a los toros se comparaba con la visión de las mulillas.
Y lo que significa, claro, que es, en cinco palabras, a nosotros nos la sopla... Pero por otra parte, si Batlle decide ponerse bravo y atacar el problema a base de garrotazo y tentetieso, pues oye, que también nos la sopla, que no es del entorno y para eso se le paga....


[1] Siempre recordaré las palabras del bien pagado cómico Alfonso Guerra cuando nació la coalición hoy incorporada a Unidas Podemos: “¿Pero qué izquierda si están los carlistas? ¿Pero qué unida si están a tortas?”. Al menos ese día se ganó el rancho...
[2] Toni Sust: “Janet Sanz: “Si alguien piensa que con políticas de seguridad resolveremos el problema del top manta, se equivoca”. El Periódico, 07/08/19. La entrevista es anterior a la escalada terrorífica de asesinatos, navajazos e incendios provocados de pobres contra pobres (desfavorecidos en el lenguaje del entorno de Sanz).
[3] Fue a raíz de la proyección de Ciutat morta en el Canal 33. Tuvo la desvergüenza de aprovecharse de la conmoción que causó para publicar un tuit esa misma noche pidiendo el voto, lo que fue ampliamente criticado.
[4] ¿Cómo olvidar al PP de Rajoy echando en cara a Rodríguez Zapatero haber cumplido su promesa de retirar las tropas de Irak? ¡Aquello no tenía precedentes!
[5] Y también a otra menos inocente, claro, el que las nuevas generaciones no tengan cerca pruebas que pongan en duda las versiones de la historia oficial. En realidad viven en una época en la que tienen a disposición más información que ni el más sabio de todos los tiempos ha tenido antes pero lo que no está claro es que tengan la misma curiosidad que tenían aquellos sabios. El callejero de Barcelona es un ejemplo claro. Lluís Companys da nombre a un céntrico paseo que no pasa desapercibido en los mapas, mientras Buenaventura Durruti tiene una plaza donde se pierden los mecheros. Partiendo de la realidad actual cuesta explicar que durante la Guerra Civil la céntrica e importante Vía Laietana se llamase Avenida Buenaventura Durruti. Cierto es que Lluís Companys fue un inútil y un cobarde y en eso los últimos presidentes de la Generalitat se le parecen bastante...
[6] ¿Ada Colau habrá leído El nombre de la rosa, que más allá de sus pullas a Jorge Luis Borges y su indagación policial trata exactamente sobre eso? Y una duda más, ¿es posible que lo haya leído y no lo haya entendido? Pese al impacto que me causó la lectura de la primera novela de Eco, que creo que influyó bastante en mi decisión de estudiar Historia Medieval, prefiero la segunda, El péndulo de Foucault, siendo consciente de todas sus imperfecciones. Si la traigo aquí es porque plantea el reverso de la hipótesis, que algo exista sólo por el hecho de ser nombrado.
[7] Clara Blanchar: “El Govern rechaza la idea de Batlle de repatriar a menores inmigrantes no acompañados”, El País, 23/07/19.
[8] Buen maestro. El de “OTAN, de entrada, no” y los famosos 800.000 puestos de trabajo. Los obreros reconvertidos gritaban “los ochocientos mil son de guardia civil” antes de ser apaleados pero volvió a ser elegido por mayoría absoluta dos veces más.
[9] La historia de ETA es un ejemplo perfecto. Las aparatosas redadas de la policía franquista, absolutamente arbitrarias por falta de información, sólo sirvieron para aumentar el número de los dispuestos a alistarse. Sólo cuando los altos mandos entendieron que el trabajo paciente y aparentemente ingrato de unir un dato perdido con otro era la clave del éxito comenzaron a apuntarse triunfos.
[10] El otro día en la antigua Avenida Buenaventura Durruti atracaron al embajador afgano y no es el primer atraco violento en esa calle en los últimos días. El principal periódico de Alemania, el Frankfurter Allgemeine, ha publicado un artículo sobre Barcelona con el expresivo título de “Ciudad de ladrones” y los gobiernos de Japón y Corea del Sur alertan a sus ciudadanos de que tengan mucho cuidado. No sé si se publicó pero después de que se retransmitieran los incidentes del uno de octubre de 2017 muchas agencias de viaje japonesas cancelaron sus grupos pese a las penalizaciones. Los japoneses no quieren problemas durante sus cortas y bien ganadas vacaciones y si oyen que en un sitio puede haber jaleo lo cambian por otro, así de sencillo. En este caso parecen chocar los intereses del Ayuntamiento actual, más bien opuesto al turismo, con la obsesión de la Generalitat por la imagen exterior, ese famoso “el mundo nos mira”.
[11] A cambio él se venga corriendo a los del top manta y diciendo lo que piensa sobre los menas, claro.

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