lunes, 2 de noviembre de 2020

PERIODISMO DE BALCÓN

 El título es rotundo: Los violentos no son de Vox y la entradilla también es potente: “Los he visto en primera persona. Y no pertenecen a nada que no sea el ejército del crimen que campa a sus anchas en España”.

Reproduciré el primer párrafo y el último de tan aprovechable artículo[1]:

Comienza así: Escucho gritos, ruido de explosiones, insultos. “¡La policía tortura y asesina!”, “¡Abajo el capital!”, “¡Fuera fascistas de nuestros barrios!”, todo en catalán. Me asomo al balcón y veo a una multitud de encapuchados tirando a los Mossos vallas, piedras, petardos que estallan de manera mucho más virulenta cuando son arrojados a las hogueras que han encendido. Amenazan a los vecinos que nos hemos asomado. “¡Hijos de puta, meteos en vuestras casas!” nos gritan, también en catalán. El mal no desea que lo vean actuar. Se reagrupan. La calle, mi calle, es estrecha, como todas en el Barrio Gótico. Podría ser una ratonera a poco que la policía decida cortarles la retirada. Pero los Mossos se lo toman con calma. En ese estira y afloja[2] transcurren veinte minutos que a mí se me hacen eternos. Los violentos han destrozado los cristales del Ayuntamiento de Colau, la que protege a los que, según ella, “tienen derecho a la indignación”. Los mismos que asaltan un Decathlon para robar bicicletas y patinetes eléctricos que son puestos a la venta inmediatamente en Wallapop. Son los de siempre, los que difícilmente son detenidos. Viven entre nosotros. Pero, al caer la noche, se arrancan los ropajes de vecinos emergiendo la bestia que llevan dentro”.

Y así termina: Yo no. Yo lo he visto. Yo lo he oído. Yo lo sufro y padezco a pie de obra. Yo lo cuento. Quizá por eso me odien tanto. Porque al testigo presencial no pueden venderle milongas.

 

No sólo es testigo presencial sino que es testigo privilegiado hasta tal punto que, para ver todo lo que ha visto, debería vivir en el panóptico que ideó Jeremías Bentham y que se trató de poner en práctica en el diseño de la Cárcel Modelo de Barcelona. Porque para ver lo que ha visto desde un balcón en una calle estrecha del Barrio Gótico hace falta tener vista de lince. Lo sé yo, que también tengo un balcón en una calle estrecha del Gótico. Pero hagamos como que le creemos...

El problema aparece cuando decreta que los que han destrozado los cristales del Ayuntamiento de Colau son los mismos que asaltan un Decathlon para robar bicicletas y patinetes eléctricos porque no hay panóptico en Barcelona desde el que se pueda comprobar aquello. No ya porque no hay edificio con la suficiente altura como para poder observar ambos sucesos con nitidez, sino porque, si se me permite el barbarismo, necesitarían un pancrónico, porque ambas cosas sucedieron en días diferentes. La que la policía sospecha que pudo haber elementos de Vox es la que acabó en saqueos. En la de los perroflautas del día siguiente se rompieron los cristales del ayuntamiento pero nadie robó.

 También es muy bueno cuando dice que “viven entre nosotros. Pero, al caer la noche, se arrancan los ropajes de vecinos emergiendo la bestia que llevan dentro” cual si fueran los malos de los cuentos infantiles o los vampiros o los zombies, pero después dice que “Ignoro la relación causa y efecto  que eso pueda tener, pero los violentos de extrema izquierda se retiran. Tal vez sea porque son las nueve tocadas de la noche y sus mamás les esperan con la cena a mesa puesta”. Queda claro que los que al caer la noche, se arrancan los ropajes de vecinos emergiendo la bestia que llevan dentro no son de extrema izquierda.

 

Ahora me toca a mí contar lo que he visto y oído. El viernes me despertaron, lo que sólo consigue la cabalgata de los Reyes Magos el cinco de enero. Sucede que yo duermo por la tarde porque no pertenezco a la España que madruga sino a la España que trasnocha. Bien hubiera querido yo trasnochar por haber estado de juerga hasta la mañana siguiente pero no he sido tan inteligente como para conseguir vivir sin trabajar y como consolación he conseguido un trabajo nocturno, que es el que se adapta a mis ritmos vitales. El viernes me despertaron ruidos de pelotas de goma (de espuma en este caso), de sirenas y gritos de libertad, no de llibertat. Recién salí de casa encontré bolsas de basura abiertas, restos de vidrio, cascotes y barricadas. El sábado no me despertaron. Cuando salí a la misma hora no encontré cascotes, ni vidrios rotos ni bolsas de basura abiertas. Sí pintadas en castellano y catalán, de las que he querido reflejar una que es perfectamente bilingüe. Y que me gusta su texto en castellano, qué coño...

Porque si se trata de hacer periodismo desde el balcón, el mío es tan bueno como el suyo. En realidad, el mío es un poquito mejor porque adjunto imágenes.



[1] Como siempre, aquí va la referencia para leerlo entero y que cada uno juzgue: Miquel Giménez: Los violentos no son de Vox. Vozpópuli, 02/11/20. Las negritas son suyas.

[2] En castellano se dice tira y afloja y en catalán estira i arronsa. Este catañol que no obedece a propósitos humorísticos es siempre síntoma de pocas lecturas.