El título es rotundo: Los violentos no son de Vox y la entradilla también es potente: “Los he visto en primera persona. Y no pertenecen a nada que no sea el ejército del crimen que campa a sus anchas en España”.
Reproduciré el
primer párrafo y el último de tan aprovechable artículo[1]:
Comienza así: Escucho
gritos, ruido de explosiones, insultos. “¡La policía tortura y asesina!”,
“¡Abajo el capital!”, “¡Fuera fascistas de nuestros barrios!”, todo en catalán.
Me asomo al balcón y veo a una multitud de encapuchados tirando a los Mossos
vallas, piedras, petardos que estallan de manera mucho más virulenta cuando
son arrojados a las hogueras que han encendido. Amenazan a los vecinos que nos
hemos asomado. “¡Hijos de puta, meteos en vuestras casas!” nos gritan, también
en catalán. El mal no desea que lo vean actuar. Se reagrupan. La calle, mi
calle, es estrecha, como todas en el Barrio Gótico. Podría ser una ratonera a
poco que la policía decida cortarles la retirada. Pero los Mossos se lo toman
con calma. En ese estira y afloja[2]
transcurren veinte minutos que a mí se me hacen eternos. Los violentos han
destrozado los cristales del Ayuntamiento de Colau, la que protege a los
que, según ella, “tienen derecho a la indignación”. Los mismos que asaltan
un Decathlon para robar bicicletas y patinetes eléctricos que son puestos a
la venta inmediatamente en Wallapop. Son los de siempre, los que
difícilmente son detenidos. Viven entre nosotros. Pero, al caer la noche,
se arrancan los ropajes de vecinos emergiendo la bestia que llevan dentro”.
Y así termina: Yo
no. Yo lo he visto. Yo lo he oído. Yo lo sufro y padezco a pie de obra.
Yo lo cuento. Quizá por eso me odien tanto. Porque al testigo presencial no
pueden venderle milongas.
No sólo es
testigo presencial sino que es testigo privilegiado hasta tal punto que, para
ver todo lo que ha visto, debería vivir en el panóptico que ideó Jeremías
Bentham y que se trató de poner en práctica en el diseño de la Cárcel Modelo de
Barcelona. Porque para ver lo que ha visto desde un balcón en una calle
estrecha del Barrio Gótico hace falta tener vista de lince. Lo sé yo, que
también tengo un balcón en una calle estrecha del Gótico. Pero hagamos como que
le creemos...
El problema
aparece cuando decreta que los que han destrozado los cristales del
Ayuntamiento de Colau son los mismos que asaltan un Decathlon para robar
bicicletas y patinetes eléctricos porque no hay panóptico en Barcelona
desde el que se pueda comprobar aquello. No ya porque no hay edificio con la
suficiente altura como para poder observar ambos sucesos con nitidez, sino
porque, si se me permite el barbarismo, necesitarían un pancrónico,
porque ambas cosas sucedieron en días diferentes. La que la policía sospecha
que pudo haber elementos de Vox es la que acabó en saqueos. En la de los
perroflautas del día siguiente se rompieron los cristales del ayuntamiento pero
nadie robó.
Ahora me toca a
mí contar lo que he visto y oído. El viernes me despertaron, lo que sólo
consigue la cabalgata de los Reyes Magos el cinco de enero. Sucede que yo
duermo por la tarde porque no pertenezco a la España que madruga sino a la
España que trasnocha. Bien hubiera querido yo trasnochar por haber estado de
juerga hasta la mañana siguiente pero no he sido tan inteligente como para
conseguir vivir sin trabajar y como consolación he conseguido un trabajo
nocturno, que es el que se adapta a mis ritmos vitales. El viernes me despertaron
ruidos de pelotas de goma (de espuma en este caso), de sirenas y gritos de
libertad, no de llibertat. Recién salí de casa encontré bolsas de basura
abiertas, restos de vidrio, cascotes y barricadas. El sábado no me despertaron.
Cuando salí a la misma hora no encontré cascotes, ni vidrios rotos ni bolsas de
basura abiertas. Sí pintadas en castellano y catalán, de las que he querido
reflejar una que es perfectamente bilingüe. Y que me gusta su texto en
castellano, qué coño...
Porque si se
trata de hacer periodismo desde el balcón, el mío es tan bueno como el suyo. En
realidad, el mío es un poquito mejor porque adjunto imágenes.
[1]
Como siempre, aquí va la referencia para leerlo entero y que cada uno juzgue:
Miquel Giménez: Los violentos no son de Vox. Vozpópuli, 02/11/20.
Las negritas son suyas.
[2] En
castellano se dice tira y afloja y en catalán estira i arronsa. Este catañol
que no obedece a propósitos humorísticos es siempre síntoma de pocas lecturas.