lunes, 24 de septiembre de 2018

VIVIR PARA VER




Carlos Solchaga fue ministro de Industria y Energía en el primer gobierno de Felipe González y, por tanto, responsable directo de la Reconversión Industrial que tanto llanto y crujir de dientes trajo consigo. Como hizo muy bien su trabajo, González le ascendió a Economía y Hacienda, desde donde dijo cosas tan brillantes como que España era el país donde era más fácil hacerse rico.
Se le había perdido la pista porque está muy ocupado aplicándose su consejo de amasar millones pero ha vuelto a los periódicos porque participaba en un foro de El Diario Montañés y en el turno de preguntas ha afirmado este lunes que los pensionistas que protestan en las calles por la revalorización de las pensiones ”no tienen razón”, porque “ninguno de ellos ha pagado ni la mitad de lo que perciben”.

Pasando por alto aquella vieja respuesta de que no puede hablar sobre el conjunto de los manifestantes porque no los conoce a todos, tiene razón. El primitivo sistema de pensiones funcionaba como una especie de hucha, tú vas cotizando y de ese dinero aportado saldrá tu pensión.  Hasta que llegó al poder un tal Felipe González y decidió cambiarlo. No por su bondad natural, que es más bien escasa, sino fruto de un cálculo rastrero destinado a ganar votos. Y se le ocurrió el gran invento, las “pensiones no contributivas”, pagar pensión a gente que jamás había cotizado.
Pero el dinero tenía que salir de algún lugar y la competencia de  Solchaga no alcanzaba para hacer rico al Estado, sólo a algunos particulares[1], así que se fue cogiendo de aquí y de allá. A algunos pensionistas, por ejemplo. Mi padre, que no ha ido a las manifestaciones, cobra un monto menor del que le correspondería por cotización y con lo que no le dan a él, financian otras pensiones... Y ni aún así llega, claro.

Solchaga sabe en qué país vive, así que le importa un bledo salir y decir lo que dice porque sabe bien que nadie va a replicarle “¿cómo puedes echar la culpa a otros del problema que tú creaste?”
Porque sabe que la derecha está muy ocupada con la tesis de Sánchez y la izquierda con el último antigitanismo[2].





[1] En particular un grupito conocido entonces como “la beautiful people”, pese a ser todos más feos que el culo de un mono.
[2] Sin firma: “Solchaga dice que los pensionistas que protestan en la calle “no tienen razón” porque no han “pagado ni la mitad de lo que perciben” e insta a no “volver al IPC””. eldiariocantabria.es, 18/09/18. Además, Sobre el conflicto catalán, ha recalcado que “ningún Gobierno puede negociar fuera de la Constitución”. Para quien quiera tomarse el trabajo de buscarla, hay una fotografía de finales de los 70 en la que Solchaga, entonces en el Partido Socialista de Euskadi, sostiene una pancarta pidiendo el derecho de autodeterminación para el País Vasco. También “ha dibujado un buen escenario económico”, así que voy corriendo a meterme debajo de la cama...

sábado, 22 de septiembre de 2018

PANGLOSSIANOS (IV): LA EVIDENCIA CIENTÍFICA



El cambio conceptual inducido por la prevalencia

Ya avisé de que esta secta de los que creen y pregonan que vivimos en el mejor de los mundos posibles y el optimismo es la única actitud que merece la pena iba a ser una de mis dianas este año. En junio, uno de los máximos propagandistas fue entrevistado en varios periódicos y algo escribí, pero eran tantos los disparates que acabé por abandonar porque hubiera necesitado la extensión de un libro entero para dar una réplica adecuada[1].
Mis gustos televisivos son un tanto extraños, en lugar de las series de moda me gusta una que utilizan en La Sexta y sus cadenas satélite para rellenar tiempos muertos. En realidad son varias, pero están agrupadas bajo el nombre genérico de Crímenes imperfectos. Soy lector de novela policiaca desde la infancia y me fascinan los procesos de investigación, más allá del asunto del que se ocupen. Una de las series integradas bajo ese nombre se llama Forensic Files en su versión original y casi siempre acaba con alabanzas a la ciencia forense. Algo del tipo “los testigos mienten o se equivocan, pero las pruebas científicas no”.
Pensaba en esto mientras leía un curioso artículo escrito por el panglossiano Víctor Lapuente[2], profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Gotemburgo, porque el descubrimiento que nos presenta no es cualquier cosa. Así lo explica él mismo:

Pero ahora tenemos la evidencia. Un grupo de científicos,  liderados por el psicólogo Daniel Gilbert, ha probado la existencia de un mecanismo cerebral que nos impide captar la realidad con objetividad. Tiene un nombre pomposo “cambio conceptual inducido por la prevalencia” , pero implicaciones serias para la vida cotidiana. La idea es que, cuando la presencia de un problema (por ejemplo, la discriminación o la pobreza) se reduce, los humanos ampliamos su definición. Con lo que no sentimos la mejora.
En una serie de experimentos, Gilbert y sus coautores han mostrado que, a medida que un fenómeno se vuelve menos frecuente, incluimos en él más elementos. Por ejemplo, cuando los puntos azules empiezan a escasear en un papel, contamos como azules los puntos violetas. Cuando disminuyen las caras amenazantes en las ruedas de reconocimiento, comenzamos a evaluar los rostros neutros como amenazantes. O cuando las propuestas poco éticas se tornan esporádicas, rechazamos iniciativas que antes habríamos calificado como éticamente correctas.

Hasta aquí el sensacional hallazgo científico. Ahora veamos sus implicaciones, aunque tampoco son muy difíciles de deducir:

La gran paradoja es que, mientras los datos nos indican que esta es la era de mayor prosperidad y paz de la historia, la percepción que se deriva leyendo la prensa o viendo la televisión es que atravesamos la época más “crítica”  y “convulsa”. Hace 30 años, uno de cada tres ciudadanos del mundo vivía en la extrema pobreza. Ahora solo uno de cada diez. Y, mientras durante la mayor parte de nuestra existencia la esperanza de vida era de unos 30 años, ahora vivimos hasta los 70. Y, en países como España, por encima de los 80.
Divulgadores como Steven Pinker[3]llevan tiempo preguntándose cómo es posible que, frente a estas certezas empíricas, califiquemos cada año como uno de los peores de la historia. Ahora tenemos una respuesta. Justamente porque todo mejora, vemos problemas por todos los lados.

Las objeciones del cascarrabias mientras se aguanta la risa

Vayamos por partes. Hace poco escribía aquí algo parecido sobre los agelastas, que a medida que les van faltando problemas, los inventan[4].  Pero en este caso no se debe a un error de percepción sino a que están en juego sus intereses, del mismo modo que las fuerzas antiterroristas se dedican a rastrear Twitter a falta de cosa más sólida. De ningún modo se trata de un trastorno cognitivo sino de algo bien meditado. Así que entiendo que los que tenemos ese problema de percepción somos los que pensamos que la cosa va mal sin que ganemos nada con ello, aparte de malestar y preocupación.
Dice este muchacho que mientras durante la mayor parte de nuestra existencia la esperanza de vida era de unos 30 años, ahora vivimos hasta los 70. Y, en países como España, por encima de los 80.
Esto es absolutamente falso. No hay aún edición digital pero para un profesor de universidad no debería ser difícil conseguir el artículo de Jean Gautier Dalché: “Connaissance de l’âge et évaluation de la durée chez les habitants de quelques agglomérations du diocèse de Palencia selon une enquête de 1220”. Anuario de estudios medievales 19, (1989), pp. 191 – 204, donde podrá asombrarse de la cantidad de viejos que había a principios del siglo XIII en un lugar que no es precisamente donde se derramó el Cuerno de la Abundancia. No hay ni que discutirlo. Es basura. Una mentira como una casa. Una gilipollez de a millón. Un tópico ridículo que no por el hecho de repetirlo va a mejorar, pero es que tienen poco para convencernos de que todo va maravillosamente.
Pero hay otro argumento: Hace 30 años, uno de cada tres ciudadanos del mundo vivía en la extrema pobreza. Ahora solo uno de cada diez. No sé por qué pero siempre les pasa lo mismo: tras cada intento panglossiano por abrirnos los ojos, el propio periódico en el que han publicado sus hallazgos maravillosos les desmiente. En este caso, En la batalla que libra la humanidad contra el hambre, los seres humanos vamos perdiendo. En 2017, 821 millones de personas se iban a la cama cada día sin haber ingerido las calorías mínimas para su actividad diaria, son 15 millones más que el año anterior, lo que supone un retroceso a niveles de 2010. Los datos recogidos en el informe La seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo de la ONU, publicado este martes, confirman que no se trata de un repunte aislado, aunque los expertos se resisten a hablar de un cambio de tendencia, ya se encadenan tres años de subida[5].
En fin, que las “certezas empíricas” son las que son y Steven Pinker seguirá haciéndose preguntas.
Aunque siempre les queda uno de sus argumentos favoritos: hoy buena parte de la humanidad caga en un inodoro. Y aquí tienen razón, los abundantes viejos de la Palencia del siglo XIII cagaban en huertos y sembrados. O, espera, que me acabo de acordar de que Tim Cranmore construye unas réplicas magníficas de una flauta que apareció en 2006 en la excavación de una letrina del siglo XIV en Tartu (Estonia) que lo mismo tenía asiento[6]...




[1] Steven Pinker, que presentaba libro, aunque seguramente algo de lo escrito será aprovechable en el futuro. Por cierto, sus seguidores en España (Cayetana Álvarez de Toledo y gente así) se hacen llamar pinkerianos y no pinkertianos, como escribí erróneamente a principios de año. Imagino que se cruzó por el camino la Agencia Pinkerton de tantas lecturas de mi adolescencia
[2] Víctor Lapuente: “Vivimos en Matrix”. El País, 05/09/18. Por desgracia, no he visto la película Matrix y verla tampoco está entre mis planes inmediatos...
[3] Es curioso, casi siempre que esta tropa nombra a Pinker le añade lo de divulgador, no sé exactamente con qué intención. En ambientes universitarios suele tener un matiz peyorativo, por aquello de la falta de originalidad.
[4] Por ejemplo, el concepto de “micromachismo”. Un caso típico se da cuando un chico y una chica piden una cerveza y una coca – cola y el camarero sirve la cerveza al chico sin preguntar. En realidad se llama estadística y no siempre es desfavorable a los oprimidos, cuando la policía busca a un asesino en serie en Estados Unidos siempre parte de la idea de que es un varón blanco hasta que las pruebas conduzcan hacia otro lado. (Sí, lo he aprendido viendo Crímenes imperfectos).
[5] Alejandra Agudo; “El hambre aumenta por tercer año y alcanza a 821 millones de personas”. El País, 11/09/18.
[6] No es de extrañar que su dueño no hiciera mucho por recuperarla.

viernes, 14 de septiembre de 2018

EL VIL METAL


“El dinero es gran revolvedor”
Juan Ruiz: Libro del Arcipreste o del Buen Amor

Los zoófilos, a palos

Resulta que en el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA) andan a la greña, aunque es difícil medir en qué grado porque la información no es precisa. Sabemos que hay dos bandos claros pero no cuál es el porcentaje de apoyo que cada uno tiene detrás.[1]
El PACMA ha pasado en siete meses del 0,9 al 1,4% en intención de voto. Eso supone el doble que el PNV (0,7%) o el PDeCAT (0,6%). Con esas cifras un eurodiputado sería prácticamente seguro y muy probable un escaño en  el Congreso de los Diputados. La afiliación se acerca a los cuatro mil, lo que a ochenta euros anuales por cabeza suma más de trescientos mil euros de ingresos[2].
Y ahí empiezan los problemas. Ya dicen que tengas cuidado con lo que deseas, no sea que se haga realidad. Una parte de los afiliados que no es posible determinar denuncia que “PACMA se está convirtiendo a toda velocidad en el “chiringuito” de la presidenta Silvia Barquero, de su marido, el vicepresidente Luis Víctor Moreno, y de la portavoz y amiga de ambos, Laura Duarte” porque “Lo que está ahora en juego no es lo que había antes: un cargo sin remunerar en una estructura de activistas voluntarios. Ahora se trata de un sillón en el Parlamento Europeo, de un puesto de asistente en el Congreso, de cosas muy jugosas por las que merece la pena pelear”.  Además hablan de “una estructura “clientelar” creada alrededor de la presidenta y su marido” con sueldos superiores a los dos mil euros en los niveles más altos y de la existencia de diez nóminas, de las que sólo dos corresponderían a la junta directiva. Entre ellas la de un editor de vídeo cuyo único cometido sería “ensalzar la figura de la presidenta”. Una expulsada resume la situación: “Lo que está pasando es que el matrimonio blinda sus sillones de cara a las elecciones y se gasta todo el dinero en pagar sueldos a su círculo. Una de las últimas ofertas de trabajo que han sacado es un puesto de asistente para la presidenta. ¿Con 4.000 afiliados necesitas de verdad un asistente personal cuando casi no hay dinero para carteles ni para acciones de protesta?”.
Expulsada porque, como era de esperar, tras las acusaciones ha sucedido la correspondiente purga de elementos críticos. Por supuesto, desde la dirección del partido y sus afines hay una explicación para todo, pero me ha llamado la atención un detalle. Si los críticos reivindican el activismo y se quejan de que “La prioridad ya no es ir a protestar contra el Toro de la Vega o contra una matanza de cabras”, los oficialistas (que ya han pasado pantalla, como diría Artur Mas) les afean precisamente eso, que “hay algunos afiliados que vienen del activismo más duro, de encadenarse en una corrida de toros, y son mucho más cortos de miras”.

¡Comida o muerte! o ¡Muerte o muerte! o ¡Comida o comida! o yo qué sé...

Confieso que no he seguido la polémica al pie de la letra (en tiempo real, como dicen los imbéciles, como si hubiera un tiempo virtual) porque a Sánchez siempre hay que darle un margen antes de saber cuál será su posición definitiva sobre cualquier asunto. Parece ser que el Gobierno se negó a vender cuatrocientas bombas especialmente destructivas al gobierno saudí por miedo a que las utilizara contra civiles en Yemen. Como reacción, el mandamás saudí ha dicho que entonces no quiere las cinco corbetas que le están fabricando.
Desde luego, siempre cabe la salida torera a lo Trapero: “bueno, pues molt bé, pues adiós”.  Sería lo lógico. O se tienen principios o no se tienen. Si las bombas van a servir para matar civiles y eso nos horripila, a la mierda las corbetas y a la mierda todo... Por eso se llaman principios, porque están antes que cualquier otra consideración.
Una decisión peliaguda, así que antes de tomarla ha habido quien ha salido a aconsejarle para que no se equivoque. Por ejemplo, mi querido amigo José María González, Kichi, alcalde de Cádiz, donde se están construyendo las corbetas de los cojones.
Kichi es historiador. Debería saber, y seguramente sabe aunque no le apetezca recordarlo, que los libros registran casos heroicos de huelgas de trabajadores despedidos y represaliados de varias maneras (ninguna agradable) por negarse a fabricar o transportar armas. Sobran ejemplos y alguno reciente, que le debió pillar siendo niño porque es de los nacidos cuando murió el de la momia del Valle, pero los tiempos han cambiado y es más fácil dar la batalla simbólica que la batalla real y Kichi ha decidido echar su cuarto a espadas y como no le sale el lado épico, le sale el lado llorica[3]. Es verdad que antes su partido le ha preparado la cama, el secretario de organización Pablo Echenique hablaba de “dilema imposible” por obligar a elegir entre “fabricar armas y comer”, lo que reforzó la diputada Carmen Valido planteando el dilema de que “el territorio tenga que elegir entre pan y el cumplimiento de la ley”. Pablo Iglesias, pese a que Kichi le dio badana con el tema del chalet, demuestra no ser rencoroso y le apoya diciendo que “yo entiendo que Kichi ponga por delante los contratos de sus trabajadores[4]
Arropado cómodamente por este colchón que le tienden sus compañeros, la cabeza visible de los Anticapitalistas nos regala un baño de realismo. Al fin y al cabo, ¿quién sería el canalla que ante este dilema elegiría el hambre[5]? Y nos explica su decisión: “En Arabia Saudí los derechos humanos no son respetados y estoy en contra de eso, pero mientras ¿qué comemos? Hoy en día soy alcalde de esta ciudad y la responsabilidad es mirar por el interés de sus vecinos y la construcción de los barcos no va a acabar con la guerra en Yemen. Si no los hacemos nosotros, los harán otros”.
Este último razonamiento se lo escuché hace años a un vendedor de drogas pero un poco mejorado. También decía que si no se las vendía él se las vendería otro, pero además añadía que al menos lo que él vendía “era bueno”.

La ciencia, la conciencia y la zarzaparrilla

Los defensores de la Ciencia así, en abstracto viven buenos tiempos últimamente, probablemente impulsados por la llegada al ministerio del turista espacial Pedro Duque. Este grupo es un conglomerado heterogéneo que agrupa desde gente bienintencionada que sólo busca elevar el nivel medio del conocimiento científico en España que está al nivel del resto de conocimientos, más bien bajo , hasta gentuza que equipara a los críticos de los transgénicos con los que creen en los rastros químicos[6]. A unos y otros les sorprende mucho que la homeopatía goce de un gran momento, pese a que se sabe desde hace tiempo que sus principios curativos no valen un cuerno, por poner un ejemplo.
Ahora se ha conocido que Coca – Cola “ha entregado ocho millones de euros a decenas de organizaciones científicas y médicas españolas entre 2010 y 2017”[7]. La lista es larga pero conviene citarla para que se vea que no son cualquier cosa: Fundación Iberoamericana de Nutrición (835.000 euros), Fundación Española del Corazón (640.000), Fundación Española de Nutrición (567.000), Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (420.000), Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (400.000), Fundación SHE (363.000), Fundación para la Diabetes (357.000), Asociación Española de Pediatría (350.000). “La financiación se dedica habitualmente a la organización de congresos y a la realización de estudios científicos, una práctica habitual en algunas multinacionales alimentarias, como Danone y las mayores empresas de la industria cervecera”. Ay, los congresos, cuántas cosas podrían decirse de ellos y no todas edificantes... Por cierto, los datos los ha facilitado la propia Coca – Cola.
El epidemiólogo Carlos Alberto González opina que “Nadie se imagina un congreso de la Sociedad Española de Oncología Médica financiado por Philip Morris. Y esto está pasando en la nutrición” “No hay consciencia de que esto es un escándalo”.
Pero los que han pillado tienen otra opinión, como no podía ser menos. Entre ellos el afamado cardiólogo Valentín Fuster, presidente de la Fundación SHE, que participó en el I Congreso Internacional de la Felicidad, organizado por Coca – Cola[8]. Según el administrador general de la Fundación SHE el dinero entregado por la multinacional “financiará una iniciativa de promoción de la salud en Cardona”, un proyecto que “tiene como objetivo mejorar la salud de los habitantes de Cardona utilizando una combinación innovadora de eventos, programas y diseño urbano que construyan una cultura de la salud en la ciudad”.
Si es que no hay nada como la innovación...














[1] Tomo las citas y datos de Ángel Villarino: “Guerra interna en Pacma: “El matrimonio que manda lo ha convertido en un cortijo””. El Confidencial, 03/08/18. También se han ocupado otros medios como la Cadena SER.
[2] Al parecer, estos tienen la sorprendente costumbre de pagar la cuota, a diferencia de la mayoría de afiliados a los grandes partidos y sindicatos.
[3] Me basta con lo que se ha publicado en un medio que yo diría favorable pero que, desde luego, no se puede calificar de hostil. Francisco J. Jiménez: “Kichi defiende la producción de corbetas para Arabia Saudí ante “el dilema entre fabricar armas o comer””. eldiario.es, 07/09/18.
[4] Hermoso detalle lo del sus. Al menos a mí me evoca la idea de que Kichi es un padre atento que vela por el bienestar de los suyos. Quién sabe, quizá sea porque Pablo Iglesias se estrena como padre y Kichi y Teresa Rodríguez han anunciado que lo serán próximamente...
[5] En realidad habría que escribir EL HAMBREEEEE para hacer justicia al argumento...
[6] Lo que los que no saben inglés llaman “chemtrails”, pues ignoran que en castellano se puede traducir cualquier expresión del inglés. Si lo quieren más cortito, podemos llamarlos quimirrastros.
[7] Este y el resto de datos que siguen proceden de Manuel Ansede: “Coca – Cola ha pagado ocho millones de euros a asociaciones médicas y científicas en España”. El País, 07/09/18.
[8] No sé si en este primero pero la empresa editora de El País ha participado en la organización de varios Congresos de la Felicidad.