En apenas un día y sin salir de las páginas de El País les han llamado hooligans, borrachos y
viejos egoístas a los que no les importa sacrificar el futuro de los jóvenes.
Felipe González lee la cartilla a Cameron desde la autoridad que le da haber
ganado el único referéndum que convocó, aunque no fuera eso exactamente lo que
había prometido hacer antes de llegar al poder.
Les ha escocido, es evidente. Ellos, que apostaban por el otro
resultado, se resisten a reconocer que la época en que sus deseos coincidían
con la realidad hace tiempo que ha pasado. Como anécdota, otro veterano de la
periferia artística de la corte de González, el viejo rockero Miguel
Ríos[1],
invitaba en un concierto a “votar bien de una puta vez”, porque a este tampoco
le cuadra lo que ve.
En esta ocasión se juntan dos asuntos, por un lado la contrariedad
ante un resultado que no esperaban, pero por el otro aparece una objeción de
base ante el propio método: ¿qué es eso de pedir opinión a la chusma sobre
cuestiones que son demasiado complicadas para que pueda entenderlas? No. Eso
debe quedar en manos de los políticos profesionales, que para eso los elegimos,
les recompensamos soberanamente y miramos hacia otro lado si, como se ha
recordado hace poco, la mano derecha no sabe lo que hace la mano izquierda
(que, por otra parte, es lo que sucede en general).
Ya no El País sino todos los defensores del orden, nos dicen
que los votantes ingleses y galeses se han dejado llevar por el corazón y no
por la cabeza. (En Escocia, Irlanda del Norte y Gibraltar estaban a favor de
quedarse. Hasta he leído un artículo que lo explica porque la educación en
Escocia es mucho mejor). Tenían que haber escuchado a los expertos, que para
eso están, que amenazan con consecuencias económicas catastróficas, aunque de
momento el único dato objetivo es que el viernes la bolsa de Madrid cayó más
que la de Londres.
El País lleva tiempo
atacando esa absurda idea de que un referéndum tenga algo que ver con el
concepto de democracia. No falta una cita diaria, directa o indirecta, con
objeciones tan ridículas como que Franco los convocaba. También convocaba
elecciones, un detalle que olvidan, así como recordar que tanto unos como otras
estaban amañados.
Y es un proceso mental que me sorprende. ¿Cómo puede ser que la
ciudadanía que se equivoca por costumbre cuando dice sí o no, sea sabia y
ejemplar cuando introduce una papeleta con una lista de la que con mucha suerte
conoce los dos primeros nombres? Si en Inglaterra los viejos han desoído por
puro egoísmo los sabios avisos de los expertos económicos, en España los viejos
han votado para que les garantice las pensiones al partido que ya casi se ha
fundido la llamada “hucha de las pensiones” para atender a otros gastos. Un
gran ejemplo de razonamiento económico...
Pero aunque este haya sido el más escandaloso, ha habido otros en los
que la ciudadanía ha fracasado estrepitosamente. Pocos lo recuerdan ya
porque sucedió en una fecha tan remota como abril pasado, pero hubo un
referéndum en Holanda sobre el que El País no ahorró su lección en forma
de editorial[2].
Me apetece recordarlo porque entonces aún mantenían la compostura, se trataba
mucho más de dar clase magistral a unos pobres ingenuos que de una severa
advertencia a unos gamberros. En abril aún no habían atesorado tanto miedo como
para perder las formas.
Lo que se votaba era la ratificación del acuerdo de asociación entre
la Unión Europea y Ucrania (que, como recuerda El País, había sido
aprobado por los parlamentarios holandeses, es decir, los que realmente saben
lo que está en juego). Seguramente era una casualidad, pero la foto que
acompañaba al texto mostraba un grupo de chicas jóvenes sujetando una bandera
europea. En fin, eligieron esta foto como podían haber elegido otra de viejos
desdentados sujetando una bandera ucraniana...
Como recordaba el editorialista, “El objetivo del acuerdo, firmado en
2013, es fomentar el diálogo político y desarrollar la economía de Ucrania”,
aunque ya veremos que no todo el mundo coincidía en que el tratado que se rechazó
albergara unos fines tan nobles. Seguía una objeción que se podría definir como
de forma, por usar el lenguaje de los tribunales: “El referéndum salió
adelante gracias a un medio digital euroescéptico y a la acción de un grupo del
mismo perfil ― significativamente llamado Geenpiel, Ni idea ―, que
aprovecharon que el Gobierno acaba de rebajar a 300.000 las firmas necesarias
para convocar un referéndum sobre cualquier asunto. El no ganó, pero más de dos
tercios de los votantes se quedaron en casa. Solo el 20% del electorado
respalda la negativa”. ¿A quién le importa por cuenta de quién salió adelante
el referéndum? ¿Acaso eso lo vuelve ilegítimo? Hoy día la infanta Cristina
espera sentencia porque consiguió sentarla en el banquillo un sindicato
fantasma de ultraderecha cuyo principal dirigente está en la cárcel. ¿Y bien?
¿Quién lo lamenta aparte del fiscal Pedro Horrach y los portavoces de un puñado
de partidos? Antiguamente se decía aquello de “Dios escribe derecho con
renglones torcidos”. En cuanto al juego de los porcentajes, la ley introduce un
quórum del 30%, que se cumplió, y el No ganó. Pero sigue adelante, y entre los
procedimientos que reprueba hay uno a recordar: “los mandatos revocatorios, que
permiten deponer a los cargos públicos sin necesidad de convocar elecciones”.
Hay más puntos pero son tan ridículos que no pararé en ellos, quien sienta
curiosidad ya sabe dónde acudir.
Una voz que no pertenece al elitista club de editorialistas de El
País sino a un tal José Zorrilla, que apenas atesora dos décadas de
experiencia en la carrera diplomática, titulaba “Holanda nos ha salvado de
Ucrania. La admisión del estado ucraniano en la Unión Europea iría a favor de
los intereses estadounidenses, pero probablemente no de los europeos. Los
holandeses lo han visto claro”[3].
Aunque a veces, cuando la ciudadanía se equivoca gravemente
cabe tomar medidas extraordinarias. Irlanda celebró un referéndum sobre el
Tratado de Lisboa el 12 de junio del 2008 y fue rechazado por un 53,4% de los
votantes frente al 46,6%. La participación fue de un 53,1% del censo. Era tan
evidente que los votantes se habían equivocado que se repitió el 2 de octubre
del 2009. Con una participación del 59%, el 67,13% votaron Sí y el 32,87 No.
Hablemos como adultos, no hay error que no corrija el tiempo, y si hubieran
hecho falta diez votaciones hasta que saliera el Sí, pues diez votaciones que
hubiéramos contado.
Pero, demonios, si uno sigue leyendo el número de El País en el
que se insulta a los votantes mayoritarios de Gran Bretaña se encuentra un
texto que comienza con un tono triunfal que no llega a abandonar: “La oposición
ha superado con una exponencial ventaja la etapa de la validación de firmas
exigidas”[4]
y acaba diciendo: “El siguiente paso en la meteórica carrera por el revocatorio
es la recaudación de más de 4 millones de firmas (20% del padrón electoral). Si
la MUD logra conseguir este porcentaje, el Consejo Electoral está obligado a
convocar una consulta popular, donde los opositores deben obtener más votos de
los conseguidos por el mandatario venezolano en las elecciones de 2013 (algo
más de 7,5 millones de papeletas). Es una batalla contra el tiempo, porque de
producirse el referendo después de enero, el poder lo podría asumir hasta 2019
otro dirigente del chavismo: el hoy vicepresidente Aristóbulo Istúriz”.
En el mismo periódico que criticaba en abril los mandatos
revocatorios, que permiten deponer a los cargos públicos sin necesidad de
convocar elecciones.
No es que tengan miedo, es que están cagaos.
[1] Muchos heavys
de los 80 ya le considerábamos entonces un oportunista y le llamábamos con
desprecio El Panadero, porque era socio de una panadería junto a viejas
glorias del Real Madrid. (Ya sé que el plural correcto es heavies, pero
entonces no lo sabíamos...)
[2] Se
titulaba “Lecciones de Holanda”, publicado el día 8, y lo cierto es que me han
quedado dudas sobre si era un referéndum de alcance regional o nacional, porque
en ese caso la denominación correcta sería Países Bajos...
[3] Frente
al alegato voluntarista de El País, este está lleno de datos. Lo publicó
El Confidencial el 08/04/16.
[4] Maolis
Castro: “Activado el referendo revocatorio contra Maduro”. Y de subtítulo: “La
oposición ha conseguido la validación de 409.313 firmas, el doble de lo exigido
por el Consejo Electoral para iniciar un sufragio que deponga al mandatario”.