Alexis Tsipras acababa de convocar el referéndum y
en la radio entrevistaban a un cargo municipal del PP. No recuerdo su nombre ni
el de la ciudad a la que decía representar, pero sí que al acabar la última
pregunta ― que era de ámbito estrictamente local ― aprovechó para soltar algo así como “lo que está
pasando en Grecia es culpa de que allí gobierna un partido que es como
Podemos”. Era tal su vehemencia que pensé que peperos y podemeros
no podrían ponerse nunca de acuerdo en nada[1].
¡Cuánto me equivocaba!
El 1 de julio El Mundo informaba de que “Las
Cortes gastan 64.200 euros en 99 iPhone 6 para sus diputados”. El artículo
decía que La mesa de las Cortes Valencianas, compuesta por todos los grupos
de la Cámara ― PP, PSPV, Compromís, Ciudadanos y Podemos ― ha
aprobado un gasto de 64.200 euros para la compra de 99 terminales de ihone (sic) 6 de 16 GB para todos los diputados del
Parlamento valenciano, a una media de 648,48 euros por aparato. Como
detalle, el informe de informática avisaba de que el previsible
desajuste de la facturación se deberá regularizar al final de dicho periodo, a
finales de octubre de 2015. En lenguaje comprensible, que la factura iba a
ascender a mucho más que esos 64.000 euros...
Hubo escándalo de la ciudadanía votante y
contribuyente, así que nuestros representantes salieron a justificarse. El
mismo periódico publicaba otra pieza titulada “El presidente de las Cortes dice
que la compra de 99 iPhone responde a la ‘necesidad de comunicarse’”. Leyéndola
aprendemos que El presidente de Les Corts Valencianes, Francesc Colomer, ha
manifestado hoy que la decisión (...) forma parte del “operativo y de la
necesidad de comunicarse los diputados”. (Esta es buena. Operativo, según
la Academia, es “que obra y hace su efecto”, “preparado y listo para ser
utilizado o entrar en acción” u “organización para acometer una acción”. La
“necesidad de comunicarse los diputados” parece pueril estando reunidos en la
misma sala, pero quizá quería decir otra cosa y no sabía cómo). Prosigue el
artículo: el portavoz adjunto de Compromís en Les Corts, Fran Ferri, ha
señalado también que fueron los servicios técnicos los que aconsejaron la
opción del iPhone 6 por motivos de “seguridad, encriptación y durabilidad”, y
que la compañía ofrece gratuitamente el aparato si no se pasan del gasto.
“Fueron los servicios técnicos”... Cómo me ha recordado esta frase al debate
televisado Zapatero-Rajoy cuando el entonces presidente echó en cara al ahora
presidente lo de los “hilillos de plastilina” del Prestige y este respondió con
voz destemplada “yo dije lo que me dijo un técnico”. Por otro lado, mientras
decía esto, Fran Ferri ya sabía que “el informe de informática” dejaba claro
que se iban a “pasar del gasto” sí o sí.
En El País del mismo día, en un artículo
titulado “Polémica por la compra del iPhone 6 para los diputados valencianos”,
nos informaban de que El portavoz socialista Manuel Mata no ha ocultado su
irritación por las críticas que, en su opinión, dificultarán el trabajo de los
diputados y las relaciones con los ciudadanos: No podemos trabajar sin
encriptación y el retraso en la compra de los ordenadores impedirá que los
ciudadanos puedan enviar correos a los diputados a su e-mail corporativo. ¿Por dónde empezar a glosar esta joya de la
oratoria? Me encanta el lapsus del “e-mail corporativo”, reconoce que los
partidos existentes (y seguramente por existir) no funcionan sino como
empresas, que es la traducción más adecuada para corporate[2].
Después está lo de las “relaciones con los ciudadanos”. Sí, sé que en algún
país hay representantes elegidos por una circunscripción que, según se dice,
votan resoluciones siguiendo el parecer de sus representados. No es el caso
español. Aquí cada representante de un partido vota lo que decide su jefe de
grupo y cuando no es así, se convierte en noticia y, desde luego, muy poco
común.
La “prueba del nueve” es la irritación. Hace tiempo
que tengo comprobado que, en una discusión, el que parece más enfadado es el
que menos razón tiene.
Hasta aquí la piña de la mesa de diputados
defendiendo lo indefendible. Y en esto llegó Internet... Bastaron unas cuantas
críticas vía Twitter para que los que, como un solo hombre, defendían la
medida, renunciaran a ella, del tranquilo al airado, del técnico al excéntrico,
del elevado desde el fango hasta el chico de casa buena[3]...
Pareciendo imposible, al final resultó bastante
fácil ponerles de acuerdo.
[1] Ahora
se ha puesto de moda la palabra podemitas para denominar a los
seguidores de Podemos. No me gusta. No sé de dónde deriva pero apostaría a que,
o bien sigue el mismo camino que lleva de Jesús a jesuitas, o bien hunde sus
raíces en las denominaciones de las tribus de la Biblia. Me sonaría mejor podemistas,
pero reconozco que es un capricho.
[2] El
diccionario Collins da primero “corporación” y después “sociedad
anónima”. Si vamos al de la Academia, corporación es “organización
compuesta por personas que, como miembros de ella , la gobiernan” (que no es el
caso, pues todos los partidos se gobiernan de otro modo, un afiliado de base no
gobierna nada...) y “Empresa, normalmente de grandes dimensiones, en especial
si agrupa a otras menores”.
[3] Quien
quiera más detalle puede acudir a Sabemos Digital y su artículo “Cómo
twitter marca una agenda política: El caso del iPhonegate del gobierno
valenciano”.