Algunos escriben que a Felipe González y Juan Luis Cebrián no les han
dejado hablar en la Universidad Autónoma de Madrid. La mejor crónica es sin
duda la de El País. No en vano, veinticuatro horas después aún figuraba
la primera entre las noticias más leídas[1].
El arranque lo dice todo: “Alrededor de 200 violentos, gran parte de
los cuales ocultaban su rostro con caretas y capuchas”... En fin, si nos
guiamos por la foto que acompaña al artículo, los cinco que llevan capuchas
ocultan su cocorota, no su rostro, claramente visible porque son las capuchas
de sus sudaderas. No son capuchas modelo terrorista con sus tres
agujeritos, dos para los ojos y uno para la boca. Las caretas sí lo ocultan,
claro, pero es que su finalidad no es el enmascaramiento sino la representación
de una persona distinta a quien la lleva. Y esto es así al menos desde la
Grecia Antigua[2].
(Y aquí viene la nota chusca. “La decana Olivas” dice que “les rogué
que en la misma medida que yo acudía con la cara destapada ellos también se
quitaran las caretas. No accedieron. Entendí rápidamente que su ánimo no era de
diálogo sino de franca y abierta confrontación” y Manuela Carmena ha dicho “Me
preocupa muchísimo por qué uno se pone capucha, careta”. “Eso es cerrarse a la
empatía, a la capacidad de mediación, a que el otro ni siquiera te pueda mirar.
Me parece terrible”.
Todo muy razonable. Si no fuera porque en el párrafo anterior se nos
informa de que “Las autoridades universitarias ya han expresado su condena y
han abierto una investigación para intentar identificar a los cientos de
personas que impidieron el desarrollo del acto al bloquear las entradas”.
Decisión a la que no será ajena la decana Olivas, supongo. Y es que no
están los tiempos para descuidarse. Uno puede acabar en la cárcel por cosas
así. De hecho por bastante menos, como veremos[3]...)
Del resto del artículo citaré unos párrafos más que vienen a cuento
con lo que voy a tratar. Quien quiera leerlo entero lo tiene fácil. Salvo que
lo hayan actualizado y no se parezca en absoluto al que yo he leído, que
tampoco es una posibilidad despreciable[4].
Dice o decía que “La manifestación ha sido convocada por la autodenominada
Federación Estudiantil Libertaria (FEL), a través de un pasquín” (...) “Hasta
la facultad ha llegado un autobús cuyos ocupantes se han unido a varias decenas
de jóvenes, muchos ya enmascarados, que procedían de la facultad de Psicología”
(...) “Antonio Rovira, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad
Autónoma de Madrid y director del Máster en Gobernanza y Derechos Humanos” ha
dicho que “Había otra posibilidad, que era recurrir a la fuerza y despejar el
camino, pero eso en eso tiene que ser muy excepcional en el ámbito
universitario, cuando no hay otra salida” (...) “Los participantes vienen de
fuera, no son de esta facultad”.
(Antes de entrar en materia, dos apuntes rápidos. ¿Cómo se puede ser
catedrático y director de un Máster y hablar tan mal? El otro es un
clásico “cañí”: Cuando en un pueblo sin tradición criminal reciente se produce
un asesinato, la primera reacción de los vecinos, con el alcalde a su cabeza,
es decir que los autores “no son del pueblo”. Por desgracia para los que dicen
tales cosas, en el noventa por ciento de los casos sí lo son... Sin olvidar la
pregunta tonta: si no son de la facultad, ¿para qué abren una investigación? Es
evidente que no van a identificar a nadie).
La verdad es que el hecho de que estos dos fantasmas del pasado no se
hayan atrevido a entrar donde se suponía que iban a soltar su perorata me importa
más bien poco. Pueden hablar y recibir atención siempre que les venga en gana,
ya sea en casa o en cualquier otro medio. Ellos no tienen que romper lunas de
sucursales bancarias para recibir quince segundos de atención en el telediario.
Sí me importa más el trasfondo del artículo, que tenía como objetivo final
atacar a Podemos.
Sí, lo sé, estoy aburrido de escribir ― y vosotros de leer ―, que El País no desperdicia ocasión de
atacar a Podemos, pero es que esta vez, como diría el participante medio de un
programa de televisión exitoso, es muy fuerte... Sucede que el diario
que en otro tiempo fue de referencia acusa a Podemos de haber organizado los
disturbios que nunca fueron.
Según El País, convocó al acto la Federación de Estudiantes
Libertarios. Casi lo que más me gusta es que lo hiciera a través de un pasquín,
un medio sedicioso que tiene acreditados por lo menos trescientos cincuenta
años de antigüedad. Menudos fósiles, con lo fácil que hubiera sido enviar una
nota a El País o la Cadena SER... Y aquí surge una primera dificultad.
Es cierto que la FEL convocó al acto, pero ha dejado claro que no fue la única
convocante sino una más entre varias organizaciones, pero pasaremos por alto
este punto. Para el diario fueron ellos. El problema es que si se trata de una
organización anarquista malamente se va a dejar manejar por un partido que se
rige por un principio de estricta autoridad. Y aquí encaja la fórmula autodenominada.
El material humano que recolecta últimamente este periódico es tan defectuoso
que no se da cuenta de que, salvo el nombre con el que tus padres te inscriben
en el Registro Civil, el resto de nombres que alguien elige en su vida son
siempre autodenominaciones. El País, PRISA o el PSOE no tenían
existencia hasta que decidieron autodenominarse así. Sí, nada impide que yo me
autodenomine Rey de España, pero hace falta que después se me reconozca como
tal. Cuando se creó la Federación Estudiantil Libertaria, que fue hace poco, no
recuerdo ningún artículo en El País denunciando que era un instrumento
de Podemos para Dios sabe qué diabólicos fines... Simplemente la ignoraron o ni
siquiera tuvieron conocimiento de su existencia. Pero el uso de la palabra es
bien claro, se trata de presentar a la FEL como un instrumento que Pablo
Iglesias maneja desde las bambalinas cual Fu-Manchú.
Dentro de esta estrategia pueril entra en juego el autobús. El acto
(casi) tuvo lugar en la Universidad Autónoma, mientras que los matones de
Iglesias son alumnos de la Complutense, así que hace falta transportarlos desde
su guarida. Y lo de la facultad de Psicología se me escapa pero seguro que para
alguien que esté al tanto de los navajazos del submundo universitario madrileño
será una prueba más que apunta hacia el mismo lugar. Y es esta insistencia en apuntar hacia Podemos en
general y Pablo Iglesias en particular la que me deprime. Intentaré explicarme.
Sucede que el espacio se estrecha. Sí, de acuerdo que es necesario
simplificar la realidad para poder entenderla, pero de ahí a deducir que
cualquier cosa no ya mínimamente crítica sino más allá de PP, PSOE o Ciudadanos
tiene que estar manejada por Podemos, en fin...
Pero esa es la conclusión, fuera del Parlamento no hay vida. Si hay
alguien más allá de Podemos solo sabremos de su existencia cuando sea detenido
y puesto a disposición del juez. Y aquí no hay mucho lugar para la sutileza. Se
ha acusado y encarcelado preventivamente a gente por tener una camiseta,
un libro que se vende en librerías de forma legal o utilizar un servidor de
correo encriptado. Se ha acusado a tres grupos diferentes de haber colocado el
mismo petardo en la Basílica del Pilar o a un grupo de atacar cajeros automáticos
sin necesidad de explicar cuáles, dónde, ni cuándo. Luego la mayoría han salido,
porque aquello no se aguantaba por ningún lado, pero mientras tanto se han
“comido” una buena temporada en prisión[5].
Basta revisar los resultados prácticos de las diversas operaciones Pandora...
Y sin embargo, esos que nos movemos en esa franja lunática que se
sitúa más allá de Podemos hemos entrado al trapo. He leído en páginas
libertarias análisis sobre el “golpe de estado” de los barones del PSOE contra
Pedro Sánchez. Y Dios me libre de esconderme, yo también barajé escribir sobre
el asunto, pero es que es difícil resistir a tanta unanimidad como flota sobre
el ambiente mediático.
En este caso solo hay que detenerse a reflexionar un momento. Observar
al demonio bolivariano en su esplendor. Ver cómo Madrid, Barcelona, Zaragoza,
Cádiz o Zamora se han convertido en los referentes de la contestación mundial y
cómo el capitalismo huye de ellas espantado... Si no son capaces de asimilar
esto es que la cosa está realmente mal.
Por supuesto, la pregunta es retórica. No creo que estemos ante la
derrota final. Creo que estamos en un momento en el que se están delimitando
los campos y depende de nuestra inteligencia y determinación el poder convertir
el futuro negro que nos aguarda en algo que, al menos, parezca gris pálido...
Ya nos hemos anotado una victoria simbólica, y en una época que vive
de símbolos tampoco es un logro despreciable. Hace quince años, diez, incluso
cinco, a los portavoces del caos que nos gobierna se les llenaba la boca
diciendo que la única democracia era la que no tenía adjetivos. Era un ataque
contra una forma de democracia claramente más avanzada ― la democracia
directa ― pero que se sustentaba apelando a formas regresivas y, de hecho, ya
inexistentes entonces ― la “democracia orgánica” de Franco o las
“democracias populares” del antiguo Bloque del Este[6]
―. Sucede que
últimamente la democracia directa va ganando su lugar, aunque sea bajo la
modesta fórmula de un referéndum muy de vez en cuando, y ese avance palpable
les ha obligado a adjetivar a la suya, que era la buena precisamente por estar
libre de adjetivos. Ahora es la democracia representativa. Claramente la
única verdadera, pero que ahora se bate en igualdad de condiciones lingüísticas
con la otra, con la mala y peligrosa.
Algo es algo.
[1] Miquel
Alberola: “Un grupo de violentos impide una conferencia en la Universidad
Autónoma de Madrid”, El País, 19/10/16. Para un relato más coherente con
lo que se sabe y se puede ver en las imágenes difundidas recomiendo leer a
Javier González: “Por qué protesté contra González y Cebrián”, publicado en CTXT
y reproducido en Público el 21/10/16. Por supuesto, Javier González
es el seudónimo de un estudiante que, juiciosamente, no quiere utilizar su
nombre real por miedo a represalias académicas. Es que esto de la libertad de
expresión va por barrios...
[2] Las
caretas representaban a víctimas de los GAL elegidas cuidadosamente. Salvo
Lasa, que figuraba como símbolo por haber sido la primera, el resto eran
víctimas “civiles”, es decir, gente que no tenía la menor relación con ETA, que
hubo unas cuantas. El otro día Felipe González ― que está perdiendo facultades ―, habló de más sobre el tema en
la emisora de su amigo Cebrián, aunque la entrevistadora fingió sordera repentina.
[3] J. J.
Mateo y J. Casqueiro: “Condena generalizada al boicot a Felipe González en la
Universidad Autónoma”, El País, 20/10/16.
[4] Una
anécdota. Recientemente la policía francesa ha encontrado un depósito de armas
de ETA de tamaño considerable y coincidió que El País y Público
utilizaron la misma fotografía para ilustrar la noticia. Aparecían unos
enmascarados vestidos de negro, que llevaban varios objetos, atravesando una
zona boscosa. Uno parecía claramente un detector de metales pero otro de ellos,
según cómo se mirase, podía parecer una pala o también un RPG7, arma antitanque
que se sabe que ETA poseía. El pie de foto de El País decía “Guardias
civiles, camino del desmantelamiento de un zulo/ GUARDIA CIVIL” y el de Público
“Supuestos miembros De ETA inspeccionan la zona del Caserío de Legorreta/
REUTERS”. Sospecho que esta vez tenía razón El País, porque horas
después la foto del artículo de Público era otra. Un signo de los
tiempos. Alguna página de Internet incluye fe de erratas cuando rectifica un
error, pero son las menos. El otro signo es que a simple vista no se pueda
distinguir a un guardia civil de un etarra, pero esto daría para mucho...
[5] Cuando
te encarcelan sin razón, un día ya es demasiado. Los que lo han sufrido dirán
que ojalá hubiera sido un día...
[6] Aquí es
curioso comprobar cómo “el fuerte siempre tiene razón”. Echan pestes de
Venezuela pero no ahorran alabanzas a la tiranía china que compra su deuda
pública, con Rajoy de campeón indiscutible de las alabanzas.