lunes, 2 de noviembre de 2020

PERIODISMO DE BALCÓN

 El título es rotundo: Los violentos no son de Vox y la entradilla también es potente: “Los he visto en primera persona. Y no pertenecen a nada que no sea el ejército del crimen que campa a sus anchas en España”.

Reproduciré el primer párrafo y el último de tan aprovechable artículo[1]:

Comienza así: Escucho gritos, ruido de explosiones, insultos. “¡La policía tortura y asesina!”, “¡Abajo el capital!”, “¡Fuera fascistas de nuestros barrios!”, todo en catalán. Me asomo al balcón y veo a una multitud de encapuchados tirando a los Mossos vallas, piedras, petardos que estallan de manera mucho más virulenta cuando son arrojados a las hogueras que han encendido. Amenazan a los vecinos que nos hemos asomado. “¡Hijos de puta, meteos en vuestras casas!” nos gritan, también en catalán. El mal no desea que lo vean actuar. Se reagrupan. La calle, mi calle, es estrecha, como todas en el Barrio Gótico. Podría ser una ratonera a poco que la policía decida cortarles la retirada. Pero los Mossos se lo toman con calma. En ese estira y afloja[2] transcurren veinte minutos que a mí se me hacen eternos. Los violentos han destrozado los cristales del Ayuntamiento de Colau, la que protege a los que, según ella, “tienen derecho a la indignación”. Los mismos que asaltan un Decathlon para robar bicicletas y patinetes eléctricos que son puestos a la venta inmediatamente en Wallapop. Son los de siempre, los que difícilmente son detenidos. Viven entre nosotros. Pero, al caer la noche, se arrancan los ropajes de vecinos emergiendo la bestia que llevan dentro”.

Y así termina: Yo no. Yo lo he visto. Yo lo he oído. Yo lo sufro y padezco a pie de obra. Yo lo cuento. Quizá por eso me odien tanto. Porque al testigo presencial no pueden venderle milongas.

 

No sólo es testigo presencial sino que es testigo privilegiado hasta tal punto que, para ver todo lo que ha visto, debería vivir en el panóptico que ideó Jeremías Bentham y que se trató de poner en práctica en el diseño de la Cárcel Modelo de Barcelona. Porque para ver lo que ha visto desde un balcón en una calle estrecha del Barrio Gótico hace falta tener vista de lince. Lo sé yo, que también tengo un balcón en una calle estrecha del Gótico. Pero hagamos como que le creemos...

El problema aparece cuando decreta que los que han destrozado los cristales del Ayuntamiento de Colau son los mismos que asaltan un Decathlon para robar bicicletas y patinetes eléctricos porque no hay panóptico en Barcelona desde el que se pueda comprobar aquello. No ya porque no hay edificio con la suficiente altura como para poder observar ambos sucesos con nitidez, sino porque, si se me permite el barbarismo, necesitarían un pancrónico, porque ambas cosas sucedieron en días diferentes. La que la policía sospecha que pudo haber elementos de Vox es la que acabó en saqueos. En la de los perroflautas del día siguiente se rompieron los cristales del ayuntamiento pero nadie robó.

 También es muy bueno cuando dice que “viven entre nosotros. Pero, al caer la noche, se arrancan los ropajes de vecinos emergiendo la bestia que llevan dentro” cual si fueran los malos de los cuentos infantiles o los vampiros o los zombies, pero después dice que “Ignoro la relación causa y efecto  que eso pueda tener, pero los violentos de extrema izquierda se retiran. Tal vez sea porque son las nueve tocadas de la noche y sus mamás les esperan con la cena a mesa puesta”. Queda claro que los que al caer la noche, se arrancan los ropajes de vecinos emergiendo la bestia que llevan dentro no son de extrema izquierda.

 

Ahora me toca a mí contar lo que he visto y oído. El viernes me despertaron, lo que sólo consigue la cabalgata de los Reyes Magos el cinco de enero. Sucede que yo duermo por la tarde porque no pertenezco a la España que madruga sino a la España que trasnocha. Bien hubiera querido yo trasnochar por haber estado de juerga hasta la mañana siguiente pero no he sido tan inteligente como para conseguir vivir sin trabajar y como consolación he conseguido un trabajo nocturno, que es el que se adapta a mis ritmos vitales. El viernes me despertaron ruidos de pelotas de goma (de espuma en este caso), de sirenas y gritos de libertad, no de llibertat. Recién salí de casa encontré bolsas de basura abiertas, restos de vidrio, cascotes y barricadas. El sábado no me despertaron. Cuando salí a la misma hora no encontré cascotes, ni vidrios rotos ni bolsas de basura abiertas. Sí pintadas en castellano y catalán, de las que he querido reflejar una que es perfectamente bilingüe. Y que me gusta su texto en castellano, qué coño...

Porque si se trata de hacer periodismo desde el balcón, el mío es tan bueno como el suyo. En realidad, el mío es un poquito mejor porque adjunto imágenes.



[1] Como siempre, aquí va la referencia para leerlo entero y que cada uno juzgue: Miquel Giménez: Los violentos no son de Vox. Vozpópuli, 02/11/20. Las negritas son suyas.

[2] En castellano se dice tira y afloja y en catalán estira i arronsa. Este catañol que no obedece a propósitos humorísticos es siempre síntoma de pocas lecturas.


jueves, 1 de octubre de 2020

TANTO NADAR PARA MORIR EN LA ORILLA




Pedro Gómez Carrizo es editor y según su ficha de la Biblioteca Nacional es responsable de obras clásicas imprescindibles como Don Limpio y sus geniales trucos de limpieza o Don Limpio y sus geniales trucos para el baño. En su tiempo libre escribe artículos y recientemente nos ha deleitado con uno de título rotundo: “El Gobierno del recuerdo del odio”[1].

 

La tesis del artículo se resume perfectamente en la entradilla: El autor argumenta que, una vez que el relato de la Guerra Civil que había triunfado en España era el de la izquierda, remover ese pasado no le beneficia en absoluto, y además agita el enfrentamiento.

 

El problema es que dedica tres cuartas partes del texto a hablar del pasado y cuando llega al presente se le amontonan los asuntos, lo que también es una ventaja para el comentario.

El propio autor resume la parte histórica en una sola frase, que copio tal cual:

Lo repetiré por si no ha quedado claro: cada vez son más los españoles que entienden y justifican la sublevación de 1936.

Y añade en párrafo aparte:

Esto es gravísimo, y la responsabilidad de ello es enteramente de quienes han pretendido revivir la historia, desde Rodríguez Zapatero hasta Pedro Sánchez.

 

Esta es buena. Al comienzo Gómez Carrizo recuerda su larga militancia en el partido de los catalanistas propietarios de la marca “socialistas”, que es una manera algo recargada de escribir que estuvo en el PSC. Como no puede evitar utilizar alguna derivación de la palabra “maniqueo” al describir la visión de la República frente al golpe que en algún tiempo estuvo en su cabeza y de ahí deduce que también está en la cabeza de los demás tampoco puedo yo evitar que mi cabeza se vaya a San Agustín. San Agustín fue maniqueo, de los de verdad, y cuando pasó al otro bando no perdió ocasión de escribir contra ellos. Lo llaman el furor del converso y creo que en este caso hay que tenerlo en cuenta. Porque lo que escribe sobre Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez es mentira y no deja de resultar fascinante que un artículo que reivindica la verdad histórica se cague en la verdad histórica, por decirlo finamente.

 

Vamos a los hechos. El revisionismo histórico entendido como defensa del golpe militar o condena de la República o ambas a la vez se produjo durante el gobierno de Aznar. Era la época del triunfo de Pío Moa, que comenzó con la publicación del primer volumen de su trilogía en 1999 y tuvo su gran momento de gloria cuando el irascible Carlos Dávila le entrevistó en la televisión pública en febrero del 2003. Otros, menos valientes, empleaban tácticas sinuosas como intentar convencer a sus oyentes de que la biografía de Franco escrita por Paul Preston era una basura y la buena era la de Luis Suárez Fernández[2]. Toda esa primera fase de apología oral y escrita del bando golpista o de condena de la República o de ambas cosas terminó precisamente con la llegada a la presidencia de José Luís Rodríguez Zapatero. Durante su primer mandato se conmemoró el 70 aniversario de la Guerra Civil y no creo que resulte difícil comprobar en Internet qué emitió la televisión pública entonces.

Moa fue dejado de lado por los que le promocionaban cuando empezó a hacer explícito su entendimiento y justificación de la sublevación de 1936 y cuanto más solo se quedaba más aspavientos hacía, llegando a decir que si la República hubiera triunfado, España sería como Cuba, demostrando su falta absoluta de sentido histórico porque si el bando franquista hubiera perdido lo que era imposible jamás hubiese existido una Cuba castrista.

En fin, supongo que como editor Pedro Gómez Carrizo espiará a la competencia más allá de la directa que suponen Fairy, Mistol o Tenn con bioalcohol y sabrá perfectamente cuándo nace y cuándo decae el revisionismo franquista.

 

En cuanto a la expresión política de la condena de la República y la revisión del legado franquista, es aún más fácil de datar hasta para las malas memorias porque es de ayer, como aquel que dice. Sólo ha habido dos partidos con mínima proyección pública que hayan incluido esos puntos explícitamente en su ideario, Fuerza Nueva, que siempre fue poco y ya no era nada en 1983, y Vox.

Vox nació en diciembre del 2013, cuando Rajoy gobernaba con mayoría absoluta, y fue creado por miembros de su partido y obtuvo mucha proyección pública. Como no soy Pedro Gómez Carrizo voy a abstenerme de escribir cosas como “Desconozco el número de españoles que en los años ochenta del pasado siglo comprendían o llegaban a justificar el alzamiento de 1936, no tengo el dato científico, pero estoy convencido de que eran muchos menos de los que podrían llegarlo a comprender o a justificar a fecha de hoy”. Mis convicciones importan un carajo y me las guardo para mí pero es un dato que Vox no nació como reacción a Sánchez y también lo es que la reivindicación de cierto pasado concreto sólo toma forma cuando está en el poder el partido que fundó Manuel Fraga, exministro franquista, con otros altos cargos franquistas (“los siete magníficos”) y que presentó como candidato al Senado por Madrid a Carlos Arias Navarro, aquel que me despertó una mañana de mi infancia para decirme que Franco había muerto mientras las lágrimas le entrecortaban la voz. Soy muy mal profeta y no sé qué nos deparará la época Sánchez pero sí tengo muy claro que cuando mandaba Rodríguez Zapatero no había un partido que defendiese a Franco que tuviera una mínima presencia. Ni en la televisión ni en la calle.

 

El siguiente párrafo dice así:

Por añadidura, esa recuperación de la memoria histórica arroja nueva luz sobre el presente, y el cuadro que aparece ante nuestros ojos no es nada tranquilizador. Al abandonar la fábula amable de la República, pasan a primer plano los datos históricos tal y como ocurrieron, y el lado oscuro que asoma entonces en el lienzo[3] lo identificamos también en personajes, ideologías y comportamientos de la escena de hoy. Porque el parecido de Pablo Iglesias, sus compañeros de partido y sus socios con quienes condujeron a España a la guerra civil es alarmante.

Sólo una pregunta:

Si Pablo Iglesias y sus secuaces se parecen a quienes condujeron a España a la guerra civil, ¿Quién opina este que condujo a España a la guerra civil?

Sí, claro, la pregunta es retórica.

 

Vamos al penúltimo:

Desde el asalto a la división de poderes hasta la connivencia con la violencia, desde el ataque planificado y sistemático a la unidad territorial hasta la imposición de una ideología, convertida en moral totalitaria y acompañada de una censura propia de la Inquisición. Cada atropello a las libertades protagonizado por este Gobierno, incluida la libertad de conciencia, tiene su correlato en un episodio del pasado comunista que despertó la respuesta fascista y llevó a los españoles al desastre.

 

El párrafo es pura opinión y poco rebatible como tal. Si Pedro Gómez Carrizo opina que hoy hay una censura propia de la Inquisición es muy difícil oponerse. La Inquisición terminó cuando aún no existían los medios de comunicación masivos así que cualquier comparación está fuera de los límites del historiador, pero sí hay algo en lo que es posible mojarse:

 

tiene su correlato en un episodio del pasado comunista que despertó la respuesta fascista


 

En 1936 los comunistas tenían 17 diputados de 473, como el Partido del Centro Democrático que hoy nadie recuerda y su influencia era nula[4].

Los comunistas comenzaron a tener poder a partir de la respuesta fascista a no se sabe qué pregunta. El golpe fracasó y se convirtió en guerra y las democracias se negaron a proporcionar armas al gobierno republicano, pese a que fascistas y nazis armaban a los golpistas abiertamente. Sólo la Unión Soviética vendió armas a precio de oro (literalmente) a condición de que fuera el PCE quien las distribuyera, lo que obviamente le colocó en el centro del poder. Pero entonces, no antes[5].

Gómez Carrizo se comporta como tantos que han pasado de una fe a otra, no les importa cambiar de creencias pero son incapaces de cambiar de costumbres y se tira tres cuartas partes del artículo contándonos que en su vida pasada le importaban una higa los hechos históricos para aferrarse a su creencia. Como ahora.

 

El último párrafo lo incluyo sólo porque me da mucha risa:

Desde esta nueva perspectiva, con la memoria histórica recuperada, vemos desde otra luz el desprecio al orden constitucional de este Gobierno, y su especial inquina hacia el rey Felipe VI. Porque la memoria histórica nos ha traído el recuerdo del odio, y al hacerlo nos ha enseñado a reconocer ese odio en quienes hoy nos gobiernan. Y porque Su Majestad es la piedra angular del sistema político que nació, precisamente, gracias al olvido del odio.

 

Me da risa porque me recuerda algo que Ian Kershaw menciona en su maravillosa biografía de Hitler. Hitler decía que Franco había llegado al poder como Pilatos al Credo.

En la España franquista los únicos monárquicos que osaban declararse como tales eran los carlistas, que no eran precisamente entusiastas de la rama de Alfonso XIII. Tuvo que pasar un cuarto de siglo para que empezaran a oírse voces en favor de esa rama y desde luego la mayoría estaba a favor de que reinase Juan de Borbón, no su hijo Juan Carlos. Si Franco llegó al poder como Pilatos al Credo, ¿Qué comparación sería válida para Juan Carlos?

¿Y para Felipe?

En su caso llegó sólo por tener pene, porque era el tercero en la línea. Se conjuró a su favor el hecho de que los Padres de la Constitución fueran una banda de machistas irredentos.

Menuda piedra angular...

 

 

 

 

 



[1] Pedro Gómez Carrizo: “El Gobierno del recuerdo del odio”. El Español, 30/09/20.

[2] En la COPE, por ejemplo. Suárez Fernández era un plúmbeo medievalista que fue el artífice de la Fundación Nacional Francisco Franco y durante años el único historiador con acceso a los papeles privados de Franco, algo insólito en cualquier país y que explica mucho sobre la forma en que se hizo la Santa Transición. Como curiosidad, su discípulo más famoso le salió comunista.

[3] Está claro que aún sigue muy unido a Don Limpio.  
  

[4] El inteligente, culto y soberbio Manuel Azaña anotó que el máximo dirigente del PCE José Díaz decía asín y presona. Gregorio Morán: Miseria, grandeza y agonía del PCE 1939 – 1985, Akal, (Madrid), 2017, p. 105.

[5] El PCE era un satélite de Stalin, que no era una persona con muchos escrúpulos. Hay quien dice con buenos argumentos que para él España sólo era un peón en una estrategia que se libraba en el tablero europeo y que no le importó aceptar el sacrificio para lograr un pacto con Hitler, que se produjo poco después de acabada la guerra española. Sólo así se puede entender una operación tan absurda como la Batalla del Ebro, aconsejada por los asesores militares soviéticos. Por eso escribía más arriba que era imposible que Franco perdiese la guerra, Stalin había apostado por su victoria.

martes, 1 de septiembre de 2020

ESTAR A RÉGIMEN

 El alcalde de Cádiz José María González, dicho “Kichi” , ha propuesto y conseguido el cambio de nombre de la avenida Juan Carlos I por el de avenida de la Sanidad Pública.

Nada que objetar a la idea de cambiar de nombre la avenida. En esta página raramente se ha desperdiciado una oportunidad de criticar a Juan Carlos de Borbón y seguirá la costumbre mientras el personaje siga dando pie.

 

Sí tengo objeción hacia el nombre elegido, por obvio. Dado que la sanidad pública no se inventó en Cádiz[1] lo del origen autóctono suele ser muy importante en la política municipal yo le hubiera dado el nombre del médico Luis Montes[2].

Montes recibió un ataque infame de la despiadada Esperanza Aguirre y su consejero de Sanidad, de cuyo nombre no quiero acordarme[3], que le acusaron cobardemente parapetados tras unas oportunas denuncias anónimas de haberse cargado a más de setenta pacientes. La acusación se demostró absolutamente infundada, pero el daño ya estaba hecho[4].

Eso sí, le dio tiempo a ganarle un pleito a Miguel Ángel Rodríguez Bajón, que tuvo que pagarle treinta mil euros por las infamias proferidas por su boca en lugar público. Hoy Miguel Ángel Rodríguez asesora a Isabel Díaz Ayuso, que comenzó su carrera política como perro de Esperanza Aguirre, y no es un insulto de mi parte.

Montes simboliza como nadie lo que representa la sanidad pública y las amenazas a las que está expuesta pero Kichi es obvio, lineal, unidimensional... ¡qué le vamos a hacer[5]!

 

Lo que me encanta es la justificación que esgrime, en especial seis palabras:

 

El callejero sirve para rendir homenaje y una persona que se exilia, que utilizó presuntamente su cargo para amasar su fortuna y recibió 100 millones de un régimen como el Saudí, que ha estado cobrando partidas extra y pagando asignaciones a su amante Corinna Larsen no merece homenaje ni honores[6].

 

De un régimen como el Saudí.

Con dos cojones y un palo.

Podía haber escrito “recibió 100 millones y no los declaró a Hacienda ni pagó los impuestos correspondientes”.

Pero no.

Ha tenido que mencionar al régimen saudí.

Un régimen asqueroso, sin ninguna duda. Recuerdo una noticia de un incendio en un colegio de niñas en el que murieron un par de decenas porque la policía no les dejó salir por no estar vestidas decentemente.

Pero recuerdo más cosas. Recuerdo a Kichi dejándose la piel por conseguir que Cádiz construyera barcos de guerra para Arabia Saudí. Y sus pobres y tristes argumentos quedaron reflejados en esta página hace casi dos años. 


Le recuerdo mendigando a un régimen como el Saudí que le dejase fabricarles armas de guerra altamente productivas para que las usasen contra los yemeníes o en su defecto contra su propia población.  

 

Y Kichi también lo recuerda, aunque sólo sea por la energía que desplegó para conseguir que aquellas máquinas de muerte se construyeran en Cádiz.

Pero también sabe que “aquello pasó ayer”, como buen político profesional[7].



[1] Aunque bien pudiera haber sucedido cuando Cádiz era una de las ciudades más ricas y cultas de Europa. No hace tanto, históricamente hablando.

[2] Me cuesta mucho llamar doctores a los médicos aunque algunos lo sean.

[3] Comparte primer apellido con una jueza muy creativa y un atleta fallecido prematuramente.

[4] Líbreme Tutatis de jugar al juego de Rita Barberá y especular sobre si aquello tuvo algo que ver con su muerte. Por cierto, aunque suene cínico, hay que recalcar la importancia evidente de dedicar cosas a la gente que ha muerto, que son los únicos que no te pueden traicionar. Beethoven dedicó una de sus famosas sinfonías a Napoleón y años después le tocó recular.

[5] No pretendo que este ejemplo sea el único posible. Hay cientos si uno se para un poquito a buscar. Sucede que Luis Montes me caía muy bien.

[6] Lo he tomado de Tremending, que es una sección de Público que se ocupa de Twitter. El título del artículo es más o menos del tamaño de la cita y va sobre otra cosa, así que lo obviaré.

[7] En inglés existía esa expresión humorística (That was yesterday!) empleada como defensa cuando alguien debía recordar algo y lo había olvidado. Parece que el sentido cómico cede terreno al literal a ojos vista.

jueves, 20 de agosto de 2020

PELILLOS A LA MAR

 


 Alfonso Guerra ha promovido un manifiesto a favor de Juan Carlos I y hasta es posible que lo haya escrito él, dado lo bien que luce.

Habla de La bien llamada Transición española a la democracia, que trajo la superación de las cuestiones que nos habían enfrentado en la historia reciente.

 

La verdad es que no recuerdo a Guerra como un personaje específicamente conciliador en aquella época. En realidad en ninguna de las que estuvo en activo. Más bien se dedicaba a lanzar insultos gratuitos a diestro y siniestro[1]...

 

Pero me temo que tiene razón respecto a las propiedades balsámicas del reinado de don Juan Carlos porque entre los firmantes del manifiesto está Soledad Becerril. A Becerril la definió Guerra como “Carlos II vestido de Mariquita Pérez”[2].

El insulto parece muy bestia ahora pero también lo parecía entonces, sólo Guerra se permitía semejantes zafiedades y si yo fuera Soledad Becerril jamás hubiera firmado nada que tuviera que ver con Guerra, salvo su certificado de defunción.

 

Está claro que el reinado de Juan Carlos de Borbón sella una etapa de concordia. O de desmemoria...



[1] Literalmente. Tenía de sobra tanto para los que estaban a su derecha política como a su izquierda.

[2] Mariquita Pérez era una muñeca fabricada entre 1938 y 1976 que fue la favorita de las niñas españolas durante más de dos décadas e incluso se exportó.

miércoles, 19 de agosto de 2020

CON FRANQUEZA


Uno de los consensos de la Transición era que no se podía poner en cuestión la monarquía como forma de gobierno. Adolfo Suárez contaba a Victoria Prego que no se pensó en someterlo a referéndum porque creían que se perdería y por supuesto Prego se ocupó de que esas declaraciones no se emitieran en su momento. ¿Por qué ese interés en restaurar la monarquía?

La Historia es un proceso complejo, rara vez hay una sola causa para un efecto y el azar ha jugado su parte en sucesos históricos de gran importancia[1]. Aquí quiero apuntar una causa pero no pretendo que sea la causa. Pero tampoco me parece bien que se olvide.

 

Llegar arriba

La Segunda República nació rodeada de enemigos. Con apenas un año de vida ya sufrió un intento de golpe comandado por el general Sanjurjo que resultó una mamarrachada pero ya estaba ahí el aviso. No quiero despachar aquí la historia de esos cinco años en dos brochazos porque de eso ya hemos tenido demasiado y todo malo, tanto de defensores como de enemigos. La cuestión es que a partir del triunfo del Frente Popular de febrero de 1936 altos mandos militares comenzaron a planear un golpe de estado contra el gobierno vigente. El principal encargado fue el general Emilio Mola y por eso recibió el sobrenombre de El Director. El plan preveía poner al frente al general Sanjurjo porque en el ejército la veteranía es un grado, pero se pensaba más bien en una dirección colegiada y se pretendía contar con el mayor número posible de militares de alta graduación. Por eso se procuró atraer al general Franco, que entonces tenía más prestigio que mando efectivo porque el gobierno, receloso con buen criterio, le había enviado a Canarias.

A Franco sus compañeros golpistas le acabaron llamando la vedette porque se dejaba querer pero no terminaba de deshojar la margarita. Se sabe que su mujer Carmen Polo le había dicho “Paco, tú, jefe” y se ve que lo de alcanzar la jefatura no debía aparecer muy claro en su mente en aquel momento, pero al final acabó por dar el sí.

El caso es que se dio el golpe pero no salió como estaba previsto. Media España se opuso férreamente y como ya sabemos derivó en una guerra civil especialmente larga y cruel. El 20 de julio el general Sanjurjo partió de Estoril, donde se había refugiado como un gallina, pero su avión se estrelló apenas despegado y allí murió. Se dice que la causa fue una maleta llena de condecoraciones que se empeñó en llevar, pese a que el piloto le advirtió de que era demasiado peso. Por orden de antigüedad el mando correspondió entonces al general Miguel Cabanellas pero seguía siendo un puesto honorífico porque las decisiones se tomaban aún de forma colegiada.

Pero Franco ya estaba moviendo los hilos para obedecer a su mujer y el 21 de setiembre consiguió ser nombrado Generalísimo, que como se puede deducir consistía en ser un general con más atribuciones que los demás pero el nombramiento, con ser un avance, no le otorgaba aún el poder total. Viendo que contaba con el viento a favor, una semana después, el 28, consiguió ampliarlo a Jefe del Gobierno del Estado mientras durase la guerra. Cabanellas, que había tenido a Franco a sus órdenes, intentó convencer a sus compañeros para que no le otorgasen esos cargos. Decía que él le conocía bien y sabía que si le daban tanto poder jamás en su vida lo retornaría. Como un eco de su profecía, cuando el decreto salió publicado el día 30 faltaba aquello de mientras durase la guerra pero ninguno de sus compañeros de armas pareció preocuparse. Desde entonces el primero de octubre se celebrará solemnemente la Exaltación de Franco a la Jefatura del Estado.

En junio de 1937 el general Mola muere en un accidente de aviación. No han faltado quienes han visto la larga mano de Franco detrás de ese accidente y el de Sanjurjo pero creo que basta ver cómo eran esos aviones para darse cuenta de que lo raro era que consiguiesen depositar a sus pasajeros sanos y salvos.

Terminada la guerra, Franco conservó su título de Generalísimo y los poetas de su corte le añadieron lo de Caudillo invicto, espada más limpia de Europa, único vencedor del bolchevismo en los campos de batalla y otras cuantas fórmulas a cuál más retorcida. Unos meses después llegó la guerra mundial y Franco apostó mal y tuvo que reinventarse a mitad de carrera pero los Aliados acabaron haciendo como que se lo creían para desilusión de los republicanos que tenían esperanzas de que Franco acompañase a sus amiguetes Hitler y Mussolini[2].

 

Buscando un lugar

A Franco le gustaba repetir que él sólo era responsable ante Dios y ante la Historia. Le preocupaba mucho cuál sería su lugar histórico, qué dirían de él los libros en el futuro.

Su poder no estaba en cuestión y en los casi cuarenta años que mandó nunca tuvo motivos serios de preocupación ni por parte de los amigos ni de los enemigos[3].

Lo de Caudillo, Generalísimo y Salvador de España servía para justificar su mandato pero de cara al Derecho Internacional sonaba un tanto exótico, así que una vez se vio respaldado de hecho por las potencias vencedoras decidió que tenía que revestir su poder de un papel más solemne que el de vencedor de una guerra civil[4].

No había muchas opciones. Lo de rey estaba difícil porque es cosa muy reglamentada y no cumplía ningún requisito y presidente de la república era demasiado cínico hasta para él. Pero como casi siempre había un resquicio legal, la regencia (para eso existen los abogados) aunque planteaba algún problemilla, pero para eso existen los abogados.

La regencia se aplica cuando existe un heredero al trono pero aún no puede acceder a él, generalmente por ser menor de edad. La regente suele ser la madre y en su defecto un consejo de regencia. También puede aplicarse por incapacidad manifiesta del heredero pero en el caso borbónico esa categoría carece de sentido.

El problema era obvio: Alfonso XIII tenía heredero, Juan de Borbón, que ya era un buen mozo. Tanto que había intentado alistarse en el bando sublevado y Franco había ordenado ponerle en la frontera porque no quería nadie cerca que pudiera hacerle sombra por pequeñita que fuera y la excusa que se le dio era que un rey tenía que serlo de todos los españoles y por tanto no podía tomar partido por ningún bando. Una excusa tan mala como cualquier otra.

Hay que recordar la profecía del general Cabanellas, Franco no iba a soltar el poder de ninguna manera así que tenía que encontrar una excusa para invalidar a Juan de Borbón como pretendiente y la mejor que encontró fue que estaba invalidado para el trono porque un rey tenía que serlo de todos los españoles y por tanto no podía tomar partido por ningún bando. Hay que reconocer que el Paco tenía sentido del humor...

Ya estaba armado el andamiaje legal que necesitaba, de modo que el 6 de julio de 1947 presentó a referéndum su Ley de Sucesión que definía a España como reino y ganó por incomparecencia de sus rivales. Ya era oficialmente el regente del Reino de España, como se podía llamar desde entonces.

Y ahí se juntaron el hambre y las ganas de comer. En el verano de 1948 el heredero al trono concertó con Franco que se educase en España Juan Carlos, su hijo de diez años al que llamaban Juanito para diferenciarlo de su padre. A Franco le interesaba un respaldo borbónico a su idea, por tibio que fuera, y a Juan de Borbón meter el pie de alguna manera porque veía que el asunto estaba hecho con su colaboración o sin ella.

 

Quítate tú pa ponerme yo

Se puede debatir si Franco era o no inteligente y habría que empezar por acordar una definición de inteligencia. Tengo mi opinión pero aquí no viene al caso. Lo que sí defenderé es que Franco tenía ese tipo de astucia cazurra que tienen los campesinos que engañan al Diablo en los cuentos medievales[5]. Su modo de gobernar consistía en no dar nunca demasiado poder a un grupo pero mantener ilusionados a todos con la posibilidad de recibirlo y con los Borbones siguió el mismo juego que tan buenos resultados le había dado[6] y lo estiró como un chicle. Veintidós años tardó en decidirse por el hijo, aunque había mandado suficientes señales al padre para que supiera que él no iba a ser, pero cada uno ve lo que quiere ver, especialmente si corre sangre borbónica por sus venas, aunque da la impresión de que el hijo de Allfonso XIII confiaba más en un cambio de idea del Generalísimo que en la fidelidad de su hijo[7].

El 22 de julio de 1969 Franco designa a Juan Carlos como sucesor con el título de Príncipe de España, un título salido de la fértil imaginación del Paco. El título tradicional del heredero de la corona española es Príncipe de Asturias, pero sólo lo puede otorgar el jefe de la Casa Real y Juan de Borbón tenía poco donde agarrarse y no estaba dispuesto a cederlo sin contraprestaciones, pero ese detalle preocupaba poco a Franco. Ya había concedido títulos nobiliarios sin tener atribución. Inventó para Juan Carlos el título de Príncipe de España y a correr[8]...

Pero aunque era su elección clara, Franco no quería que Juan Carlos se durmiera en los laureles y lo diera todo por hecho y por eso le amenazaba con nombrar heredero al primogénito de la otra rama borbónica, Alfonso de Borbón Dampierre, que además estaba casado con su nieta, lo que ilusionaba especialmente a la mujer del Paco, que se sentía llamada como mínimo a fundar una dinastía[9]. Así conseguía que Juan Carlos no se subiera a la parra y el flamante Príncipe de España, que veía cuánto podía ganar y cuánto perder con su rebeldía, se sujetó al orden al punto de que hasta hoy no consiente que nadie hable mal de Franco en su presencia. Debe ser la única vez en su vida que ha sido agradecido.  

 

Conclusión

Sucedido el hecho biológico que era como los periodistas cursis de entonces llamaban a la muerte de Franco[10] Juan Carlos ocupó por fin el trono y no lo soltó durante casi cuarenta años, sólo Rajoy le privó de llegar a la cifra redonda.


Objetivo cumplido. Las aspiraciones del Franco regente ya están satisfechas. No veo ninguna razón histórica para que los Felipes, Leonores, Sofías, Elenas o Froilanes y Victoriafedericas sigan ocupándolo o aspirando a ocuparlo.

 

 



[1] Una pregunta fascinante que no tiene respuesta: ¿qué hubiera sucedido si la bomba que colocó Georg Elser consigue su objetivo y Hitler muere nada más empezar la Segunda Guerra Mundial? Estuvo a punto de lograrlo...

[2] El principal abogado de Franco ante los vencedores fue el campeón de la democracia Winston Churchill. En su momento ya había escrito a Mussolini que si él fuera italiano sería fascista. A Franco le castigaron simbólicamente impidiendo que España entrara en la ONU y se convocó una manifestación multitudinaria de protesta en Madrid en la que había una pancarta con un lema memorable: “Si ellos tienen onu, nosotros tenemos dos”.

[3] De los cuarenta años se puede decir que la primera mitad tuvo el poder absoluto y la segunda el poder final. En cualquier caso, su palabra siempre fue ley, la diferencia es que en la primera mitad de su mandato hablaba mucho más que en la segunda. En setiembre de 1975, apenas dos meses antes de morir, se negó a conmutar cinco penas de muerte pese a que se lo pidieron desde el Papa hasta su hermano. Fue una decisión personal que iba en contra de toda la política exterior que el régimen había diseñado cuidadosamente, pero donde hay patrón no manda marinero...

[4] No sé por qué, ahora me he acordado de Arturo Pérez Reverte. No contento con su título de escritor superventas, quería ser considerado un buen escritor y se volcó en que le nombrasen académico de la lengua. Es lo máximo que podía conseguir porque si no es buen escritor ahora es difícil que lo sea en el futuro. Pérez Reverte es a la escritura lo que Camela a la música, con la diferencia de que los Camela no pretenden ser otra cosa que lo que son. Obviamente son bastante más inteligentes.

[5] Si el Diablo acordaba con el campesino que él se llevaría lo que quedase por encima del suelo, el campesino plantaba nabos. Al año siguiente el Diablo cambiaba de opinión y el campesino plantaba trigo pero es un modo de razonar que tiene sus limitaciones. Por ejemplo, Franco pensaba que un país podía imprimir más moneda de la que le correspondía siempre y cuando los otros países no lo supieran. Esa brillante estrategia mandó a muchos españoles a la cama sin cenar. Por cierto que la flor del nabo es muy hermosa.

[6] Según propia confesión este método de gobierno lo aprendió cuando tuvo que tratar con las kabilas marroquíes.

[7] Ya he contado alguna vez que Juan Carlos prometió no ocupar el trono mientras estuviera vivo su padre pero su padre no le creía. El asunto venía de lejos: cuando el adolescente Juan Carlos mató a su hermano pequeño con una pistola su padre le hizo jurar que no lo había hecho a propósito. Entre los Borbones los conceptos de amor paterno, amor filial y amor fraterno son muy relativos y con razón...

[8] Primero y único, salvando la ignorancia de Pedro Almodóvar en una gala de los premios Goya

[9] Según Carmen Martínez Bordiú, su esposa de entonces y nieta favorita de Franco, Alfonso “tragaba con todo”. Su cornamenta superaba con creces los colmillos del elefante que hizo caer en desgracia a Juan Carlos. Se sabe que su abuela Carmen Polo la llamaba La Pecadora.

[10] Alguno sigue en activo...