miércoles, 22 de junio de 2016

EL CHISTE DEL INGENIERO


 Hace unos meses recorté un artículo[1] que me recordaba un viejo chiste que se contaba en las facultades de Ciencias.
Decía así: ¿Cómo demuestran un matemático, un físico y un ingeniero que los números del 1 al 9 son primos? El matemático utiliza el método de inducción: evidente para 1, lo supone para 3, que es 2 + 1, y lo demuestra para 2. El físico dice: el 1 primo, el 2 primo, el 3 primo, el 4 error de medición, el 5 primo, el 6, error de medición, etc.. El ingeniero dice: el 1 es primo, el 2 es primo, el 3 es primo, el 4 es primo, el 5 es primo, el 6 es primo, etc..
El asunto es sencillo y en realidad bastante viejo, aunque reaparece de vez en cuando: “Cuando el gobernador de Kentucky Matt Bevin sugirió el mes pasado que los estudiantes que se gradúan en Literatura Francesa no deberían recibir fondos estatales para su educación universitaria[2], se sumaba a un número creciente de cargos electos que quieren apartar a los estudiantes de las Humanidades para dirigirlos hacia materias más proclives al empleo como la Ingeniería Electrónica”[3]. El senador republicano Marco Rubio pedía “más soldadores y menos filósofos” y hasta la administración del bienaventurado Obama proponía introducir los ingresos tras la graduación como una de las variables para evaluar las 7.000 facultades y universidades del país, lo que ya ha provocado consecuencias en docenas de estados. Un tal Anthony Carnevale, profesor en la Universidad de Georgetown aquella donde Aznar daba clases a alumnos que no entendían una sola palabra de lo que decía explica que “No queremos quitar a Shakespeare, solo hablamos de ayudar a la gente a tomar buenas decisiones. No puedes aprender toda tu vida si no ingresas toda tu vida”[4]. Según él, la diferencia salarial entre los diferentes licenciados podría llegar a los cuatro millones de dólares si se cuenta toda su vida laboral. Al artículo le acompaña un gráfico que ordena una estimación de sueldos para futuros titulados. Encabezado por los ingenieros con 64.500 dólares anuales, lo cierra Education que supongo debe corresponder al Magisterio de aquí , con 34.900. (No quiero insultar a  la inteligencia de mis lectores pero la pregunta es obvia: ¿cómo van a estudiar Ingeniería en el futuro si nadie se dedica a enseñarles a leer y a sumar?).
La primera en la frente. Jeffrey N. Peters, profesor de Literatura Francesa en la Universidad de Kentucky, recordó que Matt Bevin, el gobernador bocazas, se licenció en Japonés y Estudios de Extremo Oriente. Con razón se dice que por la boca muere el pez. En este caso, un besugo de gran tonelaje...
Pero hay más asuntos a tratar. Como dice el propio New York Times, “La educación tiende a justificarse en términos de exploración y realización personal, así como en crear ciudadanos informados que hagan posible una democracia efectiva. Tradicionalmente las Humanidades han sido consideradas cruciales para ambos logros”. Este argumento me toca muy de cerca. Quizá  fuera un ingenuo incorregible y no creo haber mejorado con el tiempo , pero confieso que en su momento fui a la Universidad con el único propósito de aprender. Jamás la consideré como una especie de agencia de colocación de gama alta, que debe ser lo que en realidad aspira a ser, según lo que ella misma declara abiertamente, al menos hoy. Confesaré también que como Templo del Saber me decepcionó profundamente, Todo parecía movido por el enfrentamiento .entre clanes y la magnificación de pequeñas rencillas que acababan convertidas en enormes afrentas. En cualquier caso, si huías de ese decepcionante lado humano, sí tenías oportunidad de aprender, pero solo en la medida en que tú te esforzases en hacerlo.
Ahora bien, fiarlo todo a los intereses inmediatos de las empresas, a esa entidad puramente teórica y realmente inexistente conocida como El Mercado (o en plural, como últimamente se prefiere) es una temeridad, porque ese Mercado ni siquiera se guarda fidelidad a sí mismo.
Consideremos el caso de los arquitectos o los ingenieros de telecomunicaciones. En la segunda mitad del siglo XX eran dos carreras ideales. Las madres antiguas ordenaban a sus  hijas, aún más antiguas que ellas, que procuraran “pescar” uno de esos. Eran carreras muy exigentes y con un acceso muy restringido, de modo que los pocos que conseguían titularse cada año conseguían trabajos muy bien pagados aún antes de terminar sus estudios. Así que las universidades que no impartían esos títulos, llevadas por esa lógica podrida, hicieron un gran esfuerzo para ofertarlos. Se multiplicó la posibilidad de titularse en ambas disciplinas. ¿El resultado? Ante una multiplicación de la mano de obra disponible, los salarios cayeron en picado. Hoy la masa de arquitectos y telecos se dan con un canto en los dientes si llegan a “mileuristas”[5]. ¿Quién garantiza a los ingenieros electrónicos de hoy que cobrarán un salario mínimamente digno dentro de diez años? Nadie. Y desde luego no los que hoy les empujan a elegir esos estudios difíciles y caros, que en su momento les definirán como carentes de empleabilidad y se quedarán tan anchos. Ya lo han hecho antes aunque no parezcan recordarlo hoy. Y, por cierto, tampoco sobra gente que se lo recuerde.
La lectura del artículo me llevó a pensar en Guy Debord, un teórico que volvió a ponerse de moda en ese cambio de siglo en el que los que optaron en masa por las Telecomunicaciones o la Arquitectura sellaban su futuro incierto. Ya desde los ochenta[6] mostraba su preocupación por la conversión de la cultura en mercancía y la posibilidad de nuevas traducciones que en realidad acabaran por ser reescrituras del original. El primer ejemplo de la transformación de una obra de arte en una máquina de recaudar dinero lo pudo ver en vida, cuando los frescos de la Capilla Sixtina no se restauraron de acuerdo con criterios históricos sino de acuerdo con los gustos de contempladores educados a través de las películas de Walt Disney.
Ya no se trata solo de dar al turista lo que espera encontrar, (mostrarle algo con lo que no contaba podría despertarle ciertas dudas), sino que se colocan juntas obras de arte incompatibles entre sí, como el engendro del Patio Herreriano de Valladolid , para que cualquier valoración carezca de sentido. Así que como la gente ya está bastante ocupada, se ofrecen paquetes cerrados. No hace falta que busques, nosotros ya te damos la búsqueda hecha. Este año es Dalí, al otro El Greco, al otro Cervantes. Nosotros te lo ofrecemos todo, bastantes problemas tienes ya ganándote el sueldo... Los lugares que has de visitar, con su alojamiento y opciones gastronómicas incluidas, y los sitios que tienes que ver. Pero no acaba ahí. Del mismo modo que cuando vayas al restaurante de moda un camarero te va a explicar qué vas a comer y cómo debes hacerlo correctamente, dentro de los sitios te ofrecemos unas audioguías para que sepas lo que es realmente importante. Y ahí se ve la paradoja, turistas de tres continentes diferentes, con historias totalmente diversas, miran hacia el mismo sitio porque obedecen a las mismas instrucciones transmitidas por los mismos auriculares en diferentes idiomas. En esta experiencia el historiador molesta. Se convierte en un “tocapelotas” capaz de decir que nuestro plato milenario quizá solo tenga cincuenta años de antigüedad o que esa plaza que hoy permite contemplar la catedral gótica en todo su esplendor nació en el siglo XX después de derribar un par de manzanas de casas antiestéticas pero tan antiguas como la catedral o más...
Y los mismos que guían nuestras visitas guían nuestras lecturas, aunque este sea un territorio más peligroso. Las lecturas se hacen en la intimidad, más protegidas que las visitas turísticas. De momento se ha escogido el terreno de la literatura infantil para experimentar, pero no se están quedando cortos: La tele pública sueca elimina algunos fragmentos de contenido de la serie por considerarlos xenófobos. Parecía que a Pippi Langstrum, la descarada y deslenguada protagonista de la serie que en España triunfó con el título de “Pippi Calzaslargas” nadie le hacía callar, pero no es así. La cadena pública Televisión de Suecia (SVT) ha anunciado que ha eliminado fragmentos de contenido “racista” para la nueva edición restaurada que emitirá en Navidades. Con este retoque Pippi ya no se referirá a su padre como “rey negro”[7] sino simplemente “rey”, y se eliminará la escena en que la pequeña pelirroja jugaba a “hacer el chino” estirándose los párpados. “Nuestro grupo objetivo es el público infantil y creemos que puede ser interpretado como hiriente o despreciativo para los niños que puedan ver y escuchar esto”, señaló en un comunicado la cadena[8]”.
Por supuesto, si los padres tuvieran tiempo para ver la tele con sus hijos en lugar de aparcarlos delante del aparato mientras ellos aprovechan para hacer deprisa las tareas que su trabajo les impide hacer con tranquilidad, podrían explicarles que cuando Pippi cobró vida en el papel, en Suecia los negros y los chinos solo existían en las páginas de las enciclopedias escolares. Y de paso, cómo la aportación posterior de negros y chinos al esfuerzo común llevó a Suecia a ser el país con el que se comparan todos los demás. Pero eso exigiría un poco de tiempo y algo de voluntad. Mejor lo silenciamos y nos quitamos de historias...
Otro ejemplo aún más chusco. En España se le conocía como Guillermo el Travieso, en Gran Bretaña es Just William. Un niño creado por Richmal Crompton que triunfó entre la infancia de muchos países porque era descarado y travieso, lo que cualquier niño que se precie quiere ser. Sus aventuras se presentaban en relatos que acababan recopilados en libros. En 1935 apareció William The Detective, compilación de once aventuras cortas que se reeditó veinte veces entre 1935 y 1967 y alguna más durante los años setenta. Pero en 1986 solo contenía diez. Se había eliminado William and the Nasties, en el que Guillermo trata de convertir su pandilla en una especie de milicia a imitación de las SA nazis para atormentar a un tendero judío. El cuentecillo es una obvia parodia antinazi y, según la Wikipedia inglesa (aunque falta la cita corroborativa), pese a que haya desaparecido en muchos idiomas, permanece en la edición israelí. Bien pudiera ser. Hoy algunas recopilaciones solo contienen nueve, pues también ha desaparecido William and the League of Perfect Love, por presiones de los animalistas de los que se burla. Cuando se abre la caja de los truenos de las ofensas, ¿quién es el guapo que se atreve a cerrarla?
Y aquí vuelvo al ingeniero del chiste. Ese sería su modelo de ciudadano perfecto, alguien dispuesto a declarar con total convicción que el cuatro, el seis, el ocho y el nueve son primos. Sin problemas de conciencia...

Nota final: Este texto, que llevaba un tiempo orbitando entre mis papeles, no solo no ha perdido actualidad sino que la ha ganado. Ahora mismo la Universidad Complutense está embarcada en un ambicioso proyecto de reforma que va exactamente en el mismo sentido. Otra de las consecuencias de la Mundialización (antes llamada Globalización): las malas ideas se transmiten a la velocidad del rayo. Las buenas, a paso de caracol.




[1] “In U.S., a push against liberal arts”, International New York Times, 23/02/16, pp. 14 y 16 (las traducciones son mías).
[2] En el artículo no lo explica porque para sus lectores debe ser evidente, pero no me queda claro si se refiere a becas o a subvenciones públicas a las facultades. Por lo que dice en otros párrafos que no reproduzco, sospecho que es lo segundo, ayudas públicas a las facultades, lo que parece aún más peligroso.
[3] La expresión es job-friendly, que se traduciría literalmente como “amigas del empleo”. Es una de las tendencias del lenguaje oficial de nuestros tiempos, envolver una medida negativa con lenguaje positivo. Cuando entró en vigor la primera ley antitabaco de Zapatero, la que permitía elegir a los bares más pequeños y que, por cierto, Rajoy dijo que iba a recuperar , algunos bares que prohibían fumar colgaban un cartel que decía “espacio libre de humo”. Recuerdo el caso cómico de un sitio especializado en parrilladas con un pésimo sistema de ventilación en el que el humo escapaba amenazador justo por encima del cartel...
[4] En inglés se tiende a rimar estos juegos de palabras. En este caso es You can’t be a lifelong learner if you’re not a lifelong earner. No se me ocurre mejor prueba de que Carnevale abandonó a Shakespeare y a los demás hace muchísimo tiempo...
[5] Entre los arquitectos se ha producido una polarización extrema similar a la que se puede observar en el periodismo. Calatrava o Cebrián se forran mientras los jóvenes han de buscar otro trabajo solo para poder comer. Otro ejemplo de “carrera del futuro” cuyos salarios cayeron en picado es la Informática, que era la estrella cuando yo me decidí por una de las más raras que había en oferta...
[6] Guy Debord se quitó la vida en el otoño de 1994. Padecía una enfermedad degenerativa e incurable derivada de su alcoholismo. Como dijo él mismo, no era una enfermedad que se contrajera por un descuido, sino que necesitaba muchos años de dedicación constante.
[7] Por lo que he leído en otros lados, en realidad la expresión sería “rey de los negros”, lo que resulta más coherente, pues no obliga a que el monarca sea de piel negra.
[8]“Pippi Calzaslargas” censurada por racista”. El Periódico, 29/09/14. Hasta ahora se han conformado con la televisión, pero nada asegura que los libros queden a salvo en el futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario