sábado, 15 de agosto de 2015

UNA CASUALIDAD INTERESANTE



Un amigo ha preparado una reseña para la página en la que colabora habitualmente un lugar de crítica literaria[1] , dedicada a un libro impresionante de Andrea Camilleri. Para quien no le conozca, Camilleri es un siciliano que aparte de ser autor de la serie dedicada al comisario Montalbano cuyas adaptaciones emiten por televisión, escribe novelas ambientadas en el lugar inexistente de Vigata en las que aprovecha para despacharse a gusto con las flaquezas del género humano entre las que destaca nuestra estupidez incurable , pero casi siempre rodeadas de un baño agradable de buen humor e ironía, aunque alguna vez no le quede otro remedio que hundirse en la amargura, como es el caso del libro del que hablamos.
Mi amigo quiere hacer coincidir (y creo que lo ha logrado) la fecha de su publicación con el 90 cumpleaños de don Andrea, que es el 6 de setiembre. Como se ve, no es precisamente un mozo, ha visto pasar bastante vida delante de sus ojos. Suele decirse que la edad otorga sabiduría a través de la experiencia, pero lo cierto es que sólo la aprovecha quien tiene capacidad de recogerla e incorporarla a su memoria. El que nació tonto es difícil que mejore en una época de deterioro general...
Sucede que yo desconocía su fecha de nacimiento y me lancé al recurso fácil Internet, claro donde, aparte del dato que buscaba, encontré unas cuantas entrevistas hechas en la misma fecha de 2014[2]. En una de ellas el titular era llamativo, decía que Montalbano vivía su vida rodeado de imbéciles. El viejo sabio explicaba en el cuerpo de texto que el 99% de los asesinos son imbéciles.
Horas después la policía rumana detenía al presunto asesino de las dos chicas de Cuenca, que había conseguido huir hasta allí sin ser detectado pero llevaba su teléfono móvil encendido...

Decididamente, hay sabios y hay imbéciles.



[1] unlibroaldia.blogspot.com
[2] La pereza de los periodistas de esta Sociedad de la Información y el Conocimiento es legendaria. A ninguno se le ocurre entrevistar a Camilleri si no es porque viene de visita a España. Y alguno de los entrevistadores de la impresión de no saber quién era hasta dos horas antes de plantarle el micrófono delante de la boca.

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