miércoles, 6 de diciembre de 2017

SECRETOS A VOCES



El otro día escribía un poco sobre el maltrato y los abusos a las mujeres, un asunto que me enerva. Soy de los que se colocan siempre del lado de la mujer porque prefiero tener que desdecirme a dudar de una víctima[1].
Ahora han surgido varias campañas de ámbito mundial que denuncian los abusos sufridos por actrices (y también algunos actores) a manos de productores, directores y compañeros de reparto que ejercían su poder e influencia para conseguir favores sexuales que no hubieran podido obtener de otro modo[2].

Hay un punto que me llama mucho la atención: esos que tanto gesticulan ahora, ¿de verdad no sabían nada?
Sin salir de nuestro ámbito, al poco de morir Franco el cine español se dio a lo que se ha conocido como El Destape. Tras cuarenta años de una represión sexual absolutamente hipócrita los espectadores tenían ganas de erotismo y llenaban las salas de cine donde se proyectaban películas que prometían desnudos (abrumadoramente femeninos) y coitos fingidos.
Ya entonces se hablaba de que para figurar en esas películas las actrices debían pasar antes por la “escena del sofá”. Quería esto decir que con la excusa de repasar el guión el productor o el director, o quizá primero uno y después otro, invitaban a la actriz aspirante a un ensayo privado y esta debía “mostrarse complaciente”  si quería obtener el papel[3].
Era un secreto a voces. Si hasta yo lo sé, que no tengo ningún lazo con la industria del cine, ¿qué decir de los que pertenecen a ella u orbitan a su alrededor, como los críticos?

Y como este ejemplo, hay más. Sin salir del ámbito de la bragueta, Jimmy Savile era un inglés tan conocido aquí como el cine del Destape en Gran Bretaña, pero allí era una figura muy popular. Era un secreto a voces que Saville era lo que hoy se conoce como un “depredador sexual”. Presentador televisivo de éxito durante varias décadas, ayudaba a recaudar fondos para diversos hospitales y, aprovechando la coyuntura, se presentaba en ellos para abusar de niñas enfermas (y algún que otro niño) sin preocuparse demasiado de hacerlo a escondidas. Ya desde 1963 se mencionaba el asunto, aunque todo el mundo miraba hacia otro lado.
John Lydon, el que fuera conocido como Johnny Rotten cuando ejercía de cantante de los Sex Pistols[4], dio una entrevista a la BBC en octubre de 1978 en la que decía: “Me gustaría matar a Jimmy Savile, pienso que es un hipócrita. Apuesto a que está mezclado en todo tipo de sordideces de las que todos sabemos pero de las que no se nos permite hablar. He oído rumores... apuesto a que no dejarán emitir nada de esto”.
Y acertaba. En efecto, nada de eso se escuchó. No por casualidad, Jimmy Savile era uno de los presentadores “estrella” de la BBC.
Savile murió en octubre del 2011 y pese a que la BBC había conseguido suficientes testimonios de su vileza como para llenar un programa, tampoco se atrevió a emitirlo. En lugar de eso, le rindió un homenaje. Tuvo que ser una cadena privada, la ITV, la que un año después se atreviera a hacer pública la faceta repugnante del ídolo televisivo y fue entonces cuando se desencadenó la reacción que permitió desnudar al monstruo y mostrarle como realmente era.
La primera lección a extraer deberían aplicársela los papanatas que ponen a la BBC como ejemplo del buen periodismo (y donde yo vivo hay muchos). Otra lección obvia sería que los testimonios aislados de los donnadies nada pueden contra la imagen de una figura pública. Pero la enseñanza más dolorosa y difícil de cambiar es que en el frío cálculo de ventajas, inconvenientes, oportunidades y riesgos que evalúan los que mandan y se aplican sin problema sus perritos falderos, la hipocresía pesa tanto como en la época en que El Sandalias llamaba “sepulcros blanqueados” a los fariseos. Parece que hemos avanzado muy poquito en dos mil años[5].
Si vamos a la política, ¿cómo no olvidar las famosas declaraciones de Pasqual Maragall sobre el tres por ciento? Se calentó, sin duda, y dijo algo que jamás hubiera dicho de no haber sido por el calor del momento. De hecho, intentó desdecirse, aunque no sonó nada convincente. Lo bueno fue que, a partir de esa decisión tan poco meditada, el asunto salió a la luz pública sin que cupiera vuelta atrás. Pero sólo porque Maragall era alguien...

Y aquí vuelvo a lo del Destape. No sé si ahora todas aquellas estrellas de entonces saldrán en tropel a denunciar los abusos de que fueron víctimas[6] pero cuando les preguntaban por la escena del sofá todas respondían lo mismo. Que sabían que existía pero que, afortunadamente, ellas nunca habían tenido que pasarla.
Es fácil de entender. Ninguna quería pasar a la posteridad como La Puta, la vergüenza jugaba y juega un papel muy importante en un mundo de hipócritas.
La gran enseñanza es que si hubieran hablado entre ellas y se hubieran coordinado de alguna manera habrían podido transformar esa potencial acusación individual condenada a morir antes de nacer en una potente acusación colectiva contra aquellos a los que lo mínimo que se puede llamar es “abusones”.
No seré yo quien se lo eche en cara. Aunque la viví de niño, recuerdo bastante bien esa época como para ahorrar juicios morales como los que dilapidan tantos que carecen de perspectiva histórica aunque fueran adultos entonces.
Y generalizando, que los donnadies siempre lo seremos si no nos comunicamos y organizamos. Que nos quieren bien separados porque saben que la unión hace la fuerza.
El problema es que ellos lo saben bien, pero nosotros no[7].





[1] Y por eso soy partidario de un buen escarmiento a las farsantes y fingidoras.
[2] Y como siempre que se montan estas campañas, hay gente que no entiende nada y se deja llevar por el furor. ¿Qué sentido tiene eliminar a Kevin Spacey, uno de los acusados, de una película recién rodada que aún no se ha estrenado? ¿Volvemos a los tiempos del cine mudo, cuando la gente arrojaba objetos a la pantalla si aparecía Fatty Arbuckle? Si Spacey es culpable que se pase una buena temporadita a la sombra pero no por eso se ha de renunciar a ver Sospechosos habituales. O tonto el que lo haga...
[3] Hace unos años El País definía a uno de esos productores cinematográficos (este de época franquista) como “un seductor”. El diario es hoy uno de los abanderados de la campaña contra el acoso. ¿Alguien lo dudaba?
[4] La edición española de su autobiografía (titulada No Irish, No Blacks, No Dogs)  llevaba el subtítulo “La autobiografía autorizada de Johnny Rotten, cantante de los Sex Pistols”. ¿Acaso puede haber autobiografías no autorizadas?
[5] Las informaciones sobre Jimmy Savile proceden de su voz en la Wikipedia inglesa. También la cita de John Lydon, de traducción propia.
[6] O al menos las supervivientes, porque muchas se quedaron por el camino...
[7] Pronto recordaré un hecho de la época del Destape que creo que apenas es conocido.

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