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martes, 1 de mayo de 2018

MONTAR EN EL TIOVIVO



Siempre me ha resultado muy curioso escuchar a algunos políticos que cuando están en activo se vanaglorian de haber ganado su plaza de funcionario siendo muy jóvenes la frase clásica es “yo a los X años ya tenía la vida solucionada” pero cuando abandonan el poder ninguno regresa a esa plaza de la que tanto blasonaba antes. Supongo que cuando uno ha pisado según qué moquetas encuentra muy ordinario volver a emplearse en un trabajo sencillo y decente que dé lo suficiente como para mantenerse con dignidad[1].


Para eso se inventaron lo que ahora llamamos “puertas giratorias”, que traducido al castellano significa que cualquier empresa de gran tamaño les hará un hueco en su consejo de administración para que disfruten de unos buenos ingresos sin necesidad de contrapartida alguna. Creo que el ejemplo que primero viene a la cabeza es el de las compañías eléctricas, mimadas con cariño por los diferentes gobiernos que se han sucedido desde que se reinstauró la costumbre de pasar por las urnas. En sus consejos se sientan es un decir, porque tampoco es obligatoria la asistencia aunque las dietas suelen ser interesantes desde antiguos presidentes o ministros hasta personajes como el Marqués de Del Bosque, de nombre Vicente, cuyo mayor mérito según mis amigos futboleros fue no joder demasiado el equipo que le había dejado hecho Luis Aragonés[2].
Más allá de estos ejemplos tan vistosos que sólo alcanzan a la parte más alta del escalafón, sí parece que los políticos tengan interiorizado que en el momento en que abandonen su cargo algo se les buscará, que no tendrán que pasar por el trago humillante de enviar el curriculum y batirse el cobre con otros aspirantes al mismo puesto y someterse a las entrevistas de los muchachos de Recursos Humanos[3].

Leo que Anna Gabriel anda corta de fondos. Cuando tomó la decisión de exiliarse optó por seguir el ejemplo de otros revolucionarios ilustres como Bakunin o Lenin y eligió Suiza como destino pese a saber que es un país caro, porque ella ya tenía bien estudiado un plan para afrontar la supervivencia diaria y no hay que olvidar que Gabriel es sobria de costumbres [4]. Según un reportaje que leí una vez, en Barcelona vivía en un piso compartido en el barrio de Gracia con muy pocas posesiones personales[5].



Según la Wikipedia sus empleadores (como se dice ahora) han sido la Generalitat, el grupo parlamentario de las CUP y la universidad, donde era profesora de derecho. Dedicación que comparte con la mano derecha de Colau, mi gran amigo Gerardo Pisarello[6]

La CUP no tiene grupo parlamentario en Suiza y no sé si la Generalitat habrá abierto oficina desde luego no será por falta de ganas pero si lo ha hecho, con lo del 155 es muy mal momento para ir allí a pedir trabajo.
Naturalmente, la opción pasaba por emplearse como profesora en alguna universidad suiza. ¿Acaso no pasó a la universidad privada Francisco Camps con una tesis recién leída tan brillante que la han declarado secreta en cuanto se empezó a asociar con la palabra plagio? Vale. Camps es un facha como el Almirante Cervera, pero nacido en los Países Catalanes. Y aquí o follamos todos o la pu... digo, aquí jugamos todos o se rompe la baraja. Parece obvio que en la cabeza de Gabriel no entraba la posibilidad del no.
Y sin embargo ha sido no. Ninguna universidad suiza ha mostrado interés por que la cupaire comparta su sabiduría con sus alumnos.
Estos suizos no tienen ni idea. Ya ni pensar en la virtuosa Cataluña, en el odioso Estado español un antiguo parlamentario con tal nivel de exposición pública habría obtenido aunque fuera una miserable ayudantía en una universidad pública o privada con sólo hacer saber que estaba necesitado. Qué gente más rara... 

Así que Anna necesita financiación urgentemente y el obvio recurso es la solidaridad, la gran palabra. Se va a organizar un concierto en su pueblo y una quincena de grupos va a actuar gratis para allegar fondos en un festival con precios de bandas que cobrarían más de lo habitual.Porque queda descartado que se dedique a ordinarieces tales como poner copas, dar clases particulares o fregar escaleras. Estos no han conocido ese clásico de Luis Aguilé que decía “Soy currante y tiro palante, lo que como me lo gano con el lomo”[7].

Que no se me malinterprete. Odio el trabajo más que nadie en el mundo. Me considero un fracasado por haber tenido que rebajarme a trabajar. Creo que vender tu fuerza de trabajo es una actividad inhumana y degradante y no me crearía ningún problema de conciencia haber heredado una fortuna y no tener que dar un palo al agua en mi vida. Trabajar es de burros.
Es una de las críticas que siempre he hecho a los obreristas, su veneración hacia el trabajo como única fuente de riqueza legítima, reproduciendo bien aprendida la vieja lección burguesa. Para mí ser trabajador no es síntoma de superioridad moral sino de degeneración genética pero nadie es perfecto[8]...
Otra cuestión muy distinta es comprobar que gente a la que se le llena la boca hablando de la dignidad innata de los trabajadores y criticando el precariado decida que no es necesario haberlo padecido para criticarlo. Y si lo padeció en sus tiempos jóvenes, debe guardar tan mal recuerdo que no le han quedado ganas de repetir. A falta de cátedra, buenos son conciertos.
Supongo que al menos tendrá el detalle de enviar un vídeo de lloriqueo previo y posterior agradecimiento que provoque el éxtasis entre su entregado público.




[1] Todos los casos que recuerdo ahora son del PP pero imagino que también debe de haberlos en otros partidos.
[2] Conocido como “el sabio de Hortaleza”. Dio un ejemplo de sabiduría difícil de superar cuando advirtió de que “No es bueno leer demasiado. Yo tenía un amigo que se puso a leer a Kafka y se volvió maricón”.  Se lo escuché decir por la radio y está reproducido en Internet pero no demasiado, curiosamente.
[3] Dos palabras que ya lo dicen todo poniéndonos al nivel de las grapadoras o la máquina de café.
[4] Aprovecho la ocasión para reproducir una cita de Lenin que creo que es muy poco conocida: “Soy incapaz de escuchar música demasiado a menudo dijo una vez refiriéndose a la Appasionata de Beethoven . Afecta a tus nervios, hace decir cosas bonitas y estúpidas y acariciar las cabezas de esas personas capaces de crear tanta belleza mientras viven en este infierno mezquino. Y no hay que acariciar la cabeza de nadie..., podría ocurrir que te mordieran la mano. Hay que golpearles en la cabeza, sin piedad”. Greil Marcus: Rastros de carmín. Una historia secreta del siglo XX. Anagrama (Barcelona), 1993 (2ª ed.), p. 234. Supongo que por eso la izquierda actual resulta tan triste...


[5] Para quien no conozca la idiosincrasia barcelonesa, Gracia es el barrio preferido por los catalanes guais (artistas sin obra conocida, bohemios de a las tres en casa, agitadores culturales subvencionados...) mientras los  guiris guais prefieren el mío, el Barrio Gótico.
[6] Aunque más cabría llamarle el muñón derecho, pues su actividad conocida se reduce a retirar una estatua y renombrar una calle.
[7] En realidad la versión original era en argentino: “Soy laburante y tiro padelante, lo que como me lo gano con el lomo”. Aguilé cantaba otro clásico contra el trabajo: “Es una lata el trabajar”.
[8] Es probable que ya lo haya escrito aquí alguna otra vez pero la palabra trabajo procede del latín tripalium, que era un instrumento de tortura.

sábado, 30 de septiembre de 2017

ECLIPSES



Está la actualidad, constituida por aquellos asuntos que marcan la agenda y que los medios reflejan con su objetividad y precisión habituales.
¿Cuál era la más rabiosa actualidad a principios del mes pasado? Sé que es una pregunta difícil, ha pasado mucho tiempo... Recuerdo una gran preocupación, la turismofobia. Los aguerridos guerrilleros urbanos de Arran habían pinchado la rueda de un autobús turístico, obsequiaron con un espectáculo de luz y sonido a los clientes de un restaurante de lujo mallorquín que ni siquiera se molestó en denunciarlo y sabotearon bicicletas de alquiler con peligrosas pegatinas.
¿Para qué quieres más? Hay colectivos vecinales que llevan años alertando de los efectos nocivos que la colonización turística produce en los barrios más afectados. (Aunque para mi gusto nunca se hace suficiente hincapié en que si cada vez hay más pisos turísticos es porque propietarios de aquí prefieren alquilar sus propiedades a los turistas por obtener grandes beneficios inmediatos a alquilárselos a gente de aquí a precio razonable[1]). Escriben estudios bien razonados en los que muestran los problemas que ya se dan y las malas perspectivas futuras. ¿Para qué? Para nada, maldito el caso que les hacen... quedan en Internet como testimonio y poco más.
Pero bastaron dos vídeos cutres para volver la actualidad del revés. Y lo primero, que hoy es obligatorio, es crear una palabra para definir el fenómeno que va a ocupar todo el espacio, la turismofobia. Un gran hallazgo, por cierto. Hoy todo lo que acabe en fobia ya denota su carácter horrible.
El odio al turista. Bien es cierto que estos mierdosos aprendices de terrorista que amaga y no da saben que los propietarios de los autobuses turísticos de Barcelona son TMB (los públicos) y Julià Tours (los privados), que serían los verdaderos culpables si vamos a la raíz. Y si somos radicales, vamos a la raíz del problema. En todo caso, una nimiedad desde cualquier punto de vista. Todos los días se rajan ruedas de coche en una gran ciudad, se rompen escaparates o se pintan persianas de comercios decorados artísticamente sólo por joder. Objetivamente, sus actos no son nada, absolutamente nada, se pierden entre tantos sucesos extraños que albergan las ciudades por la noche...
Sea por lo que fuere, esta historia captó la atención de la prensa y durante unos días no oíamos otra cosa que turismofobia para desayunar, almorzar, comer, merendar y cenar. Lo curioso del caso es que ciertos medios experimentaban un extraño placer anunciando la ruina inminente del negocio turístico por tres subnormaladas de unos hijos de papá que hierven porque se niegan a aceptar el destino que aceptarán cuando tengan diez años más sin ningún problema[2]. Alguna agencia gubernamental asociada a la Marca España[3] llevaba la contabilidad con precisión enfermiza, “hoy ha salido en tal periódico de tal país una foto del autobús[4] y un comentario muy negativo. Se espera que en próximos días se hagan eco en los países vecinos” y mensajes similares.
Un problemón de primer orden. La turismofobia, objetivamente innegable, ponía en riesgo el turismo. Y aquí los opinantes fachas entraban en una graciosa contradicción, no podían ocultar su alegría pensando que sería la industria turística catalana la que se iría a tomar viento, sin darse cuenta de que razonaban como los catalanistas, que creen que el turista medio conoce la diferencia entre Cataluña y España. Hay una anécdota muy repetida porque es muy reveladora[5]: Jordi Pujol invitó a comer a Gabriel Ferrater Mora, que llevaba muchos años viviendo en Estados Unidos, y en un momento le preguntó qué opinión tenían sobre los catalanes en Estados Unidos. Ferrater respondió que en Estados Unidos nadie sabía qué era Cataluña. Pujol se llevó las manos a la cabeza, y cómo puede ser, y cómo podemos arreglarlo...  La respuesta de Ferrater es legendaria: Un terremoto vendría muy bien.
Igual de contaminados por sus prejuicios ideológicos que el único Honorable que ha habido y habrá, pensaban que los turistas conocen las divisiones administrativas, como si en Las Ramblas los turistas pidiesen pa amb tomàquet y botifarra amb seques en lugar de paella y tapas.
Los fachas se corrían de gusto pensando que los cuatro memos de Arran hundirían el turismo catalán sin tocar el resto, y entonces cargaban la mano en sus artículos sobre la turismofobia  augurando un futuro horrible para los catalanes, nacido de su propia falta de vigilancia hacia las minorías radicales que les crecían bajo los sobacos sin advertirlo por su propia negligencia...
Y en estas estábamos cuando llegó el atentado. Una quincena de muertos y casi un centenar de heridos de países variados, sin contar con los miles que sufrieron experiencias fuertemente traumáticas. Sé de lo que hablo, me tocó consolar a unos cuantos aquella noche...
Y el turismo no se hundió en Cataluña. Al contrario, el setiembre está siendo histórico, aún con la amenaza del famoso referéndum que parece que va a ser en Escocia y no aquí por el impacto que está teniendo en nuestra vida diaria. Quién sabe, igual se anima de aquí al domingo y acaban escenificando todo un teatro bélico los de Piolín contra los del burro pero de momento las perspectivas, en fin...
Conscientes de que estaban haciendo el ridículo más espantoso los de la turismofobia han cerrado la boca, aunque haya hecho falta una masacre de verdad para que se diesen cuenta de lo patéticos que estaban resultando. Aquello que llenaba páginas de información y tribunas de opinión es hoy un recuerdo muy lejano. Quién sabe, quizá regrese el próximo verano como el monstruo del lago Ness, pero de momento no es cosa que les haya vuelto a preocupar...

El calentón de la turismofobia desapareció, pero la prensa tiene un tema que aparece día sí, día también, Venezuela. Una situación a la que no cabe dejar de lado porque es una caldera a punto de explotar. Y sin embargo, hace días que no leo nada sobre ese tema candente. Podría haber una explicación: Maduro se ha pronunciado a favor del referéndum y quizá haya querido rebajar los ánimos para no interferir en el proceso de sus amigos pero es dudoso que la oposición haya decidido concordarse con él.
No. Más bien parece que hay noticias de quita y pon. Es cierto que llama la atención que pasen de la portada a la nada pero seguro que detrás hay una buena razón...

Y aprovechando el espacio recojo una información de la más rabiosa actualidad: un obispo catalán acaba de decir que irá a votar. No me cabe duda de que votará para cambiarlo todo...



[1] Trabajo en el negocio turístico y puedo asegurar que los turistas no se diferencian de la media de la gente de aquí. En mi valoración absolutamente subjetiva, un 80% que ni frío ni calor, un 10% a los que me llevaría a vivir a casa y un 10% a los que deseo lo peor. Exactamente los mismos porcentajes en los que encuadro a los de aquí.

[2]
Hace poco leía que los votos de la CUP se concentraban en los barrios más acomodados de Barcelona. No es del todo cierto, la CUP se divide en dos grupos: los hijos de papá con la colección completa de apellidos catalanes y los inmigrantes acomplejados que se suman dispuestos a ocuparse de cualquier tarea a cambio de un reconocimiento. David Fernández o Anna Gabriel son ejemplos luminosos.



[3] El Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, IV marqués de Valtierra, ostenta el dudoso honor de ser probablemente el facha más salvaje que he escuchado en mi vida. Guardando las formas como nadie, eso sí...
[4] Que, por cierto, el espabilado de Albert Rivera dijo que lo habían quemado. Pincharon una rueda y escribieron en el parabrisas. Lo que aparece entre comillas no es una cita textual sino una recreación, pero quien quiera buscarlo por Internet, que no es una tarea difícil, verá que no traiciono el espíritu.
[5] Hasta la ha reproducido mi gran amigo Fernando Savater, el exanarquista antianarquista devenido exproetarra antietarra, sólo le falta completar el círculo volviéndose exsavater antisavater. Sería un avance, por cierto...