¡NOVELERO, A TUS NOVELAS!
Para los que vivimos en Cataluña y no comulgamos en
ninguna de las dos iglesias patrióticas, este año de Nuestro Señor de 2014 se
está haciendo muy largo. Cada día hay un motivo para echar la vista trescientos
años atrás, por muy traído por los pelos que esté. Algún día habrá que escribir
sobre esa extraña lógica que considera desfasado, arcaico y casi arqueológico
ocuparse de sucesos ocurridos hace noventa años y al mismo tiempo declara de
máxima actualidad lo que sucedió hace tres siglos, pero ese no es el tema de
esta entrada. Aquí nos ocuparemos de 1714-2014, artículo de opinión de
Albert Sánchez Piñol publicado en la página 31 de La Vanguardia el
domingo 7 de septiembre del 2014. Ignoro en qué lengua está escrito porque
Sánchez Piñol ha publicado tanto en castellano como en catalán, pero lo citaré
por su edición castellana, que es la que tengo delante e imagino fidedigna.
Albert Sánchez Piñol (en adelante ASP) es un antropólogo que se
desempeña como novelista con bastante éxito. Su última obra publicada es una
gruesa novela histórica ambientada en el asedio de Barcelona en el maldito año
de 1714. Se titula Victus, la escribió en castellano y ha vendido muchos
ejemplares tanto en su edición original como en su traducción a varios idiomas.
Al parecer, esto le convierte en experto en la materia. Es la lógica de los
tiempos, siendo alcalde de Vitoria-Gasteiz Alfonso Alonso, el ayuntamiento
contrató como asesora histórica del “mercado medieval” a la novelista Toti
Martínez de Lezea. Es cierto que me cuesta imaginar a Flaubert considerado un
experto en asuntos cartagineses entre sus contemporáneos, pero es sabido que en
aquellos siglos ignorantes había una separación absurda entre realidad y
ficción. En fin, dejémonos de divagaciones...
El artículo es fruto de un largo parto. De hecho,
más largo que un embarazo humano, prácticamente un año. Lo confiesa ASP en las
líneas iniciales: es una réplica a una intervención radiofónica que escuchó el
11 de septiembre del 2013. Su autor, Antonio Bolaño, a quien no tengo el gusto
de conocer pero que ASP define como “tertuliano exaltado, exasesor (sic) de
Montilla”. Lo de tertuliano exaltado lo encuentro un tanto redundante,
no recuerdo ninguno que no lo sea cuando le llevan la contraria, pero ya
veremos que en el estilo de argumentación sanchezpiñolesco los adjetivos los
carga el Diablo.
Bien, es momento de definir los campos: Bolaño es
contrario a la secesión, ASP se alinea con el soberanismo. Yo sigo la doctrina
de La Polla Records que se resume en el lema Un patriota, un idiota. Por
tanto, aunque esté de más, aclaro que voy a atacar a ASP pero no porque sea
independentista o lo parezca sino por la indigencia extrema de sus argumentos.
De hecho, de los cuatro que expone sólo me voy a ocupar de dos, porque no es mi
objetivo demostrar que está equivocado. Esta es una polémica metahistórica, no
se puede hablar de nación cuando se trata del Antiguo Régimen porque ese
concepto no existía. Es una utilización abusiva de la historia, por eso es un
cuento de nunca acabar. Unos y otros se aferran a las páginas que les interesan
y ninguno puede dejar fuera de combate al otro porque lo que hacen en realidad
es vestir muñecos del siglo XXI con ropas del siglo XVIII. Hecha esta
advertencia, si leída la entrada alguien piensa que defiendo posiciones
españolistas, tendré que replantearme alguna cosa porque no es mi intención
escribir para imbéciles, aunque es cierto que uno no elige su público.
Pues bien, ASP escuchó al tertuliano exaltado un año
antes y presenta su respuesta en el diario del Conde de Godó, en el espacio más
vistoso de la sección de opinión y anunciada en la portada. Vamos a ello.
Sucede que Bolaño calificó de “barbaridad” la fórmula “republicanismo
monárquico” que según ASP regía en Cataluña[1]
antes de 1714.
Sólo lo apuntaré como nota frívola: cómo me recuerda a los
republicanos juancarlistas y hoy felipistas... Pero no viene a cuento ahora, el
asunto es otro. La cuestión es que a partir de ahí se dispara: “Los hechos de
1714 han generado tantos esfuerzos revisionistas que es imposible resumir todos
los argumentos del megáfono negacionista”.
Aquí ya hay materia suficiente pese a que aún
estemos en el segundo párrafo. Obsérvese que aunque a partir de este punto
Bolaño desaparece hasta la última línea del artículo, ¿qué instrumento puede
corresponder a un tertuliano exaltado? ¿Un micrófono? No, ese
corresponde a un tertuliano sosegado y racional, suponiendo que exista. A
Albert Sánchez Piñol, vamos. En realidad tampoco, como veremos, pero la idea
está clara: nosotros hablamos, ellos gritan. ¿Por qué gritan? Obvio, porque no
tienen razón. Aún no lo ha demostrado, pero es evidente desde el principio.
¿Quién desgrana sus argumentos ante un megáfono? Un energúmeno que busca
aturdir, no convencer.
Pero ese es sólo el detalle anecdótico. Lo
importante es lo que acompaña al megáfono: “negacionista”. Ignoro si la palabra
existe en el diccionario del Institut d’Estudis Catalans, sí sé que no aparece
en la vigésima segunda edición del Diccionario de la Real Academia Española del
año 2001, que era la que estaba vigente cuando ASP publicó su artículo.
Por supuesto, aunque no sea voz reconocida por la
Academia, todo el mundo sabe que el *negacionismo es la corriente histórica que
niega la existencia de las cámaras de gas, que afirma que los campos de
exterminio eran en realidad campos de trabajo y que los asesinatos en masa no
tuvieron lugar[2].
A los historiadores que defienden esas opiniones por escrito y en charlas
públicas se les denomina... revisionistas. ¿Revisionistas? Ojo, ¿dónde hemos
leído eso antes? Claro, en la misma frase: esfuerzos revisionistas, megáfono
negacionista. Alguien se acordará de uno de esos conceptos extraños que
estudiábamos en el bachillerato, campo semántico. Por supuesto, los dos adjetivos
se refuerzan, suman y conducen a una conclusión: los que se oponen al
soberanismo ― es decir, a la visión que el poder catalán da de los hechos de 1714 ― son nazis.
No hay otra posibilidad. Negacionista + Revisionista
= Nazi o, en versión moderna, Neonazi. En realidad no haría falta más. Quien no
haya alzado las cejas en este punto, ya no las alzará. Pero se supone que hay
que vestir un poco más los argumentos propios, así que aquí empieza la crítica
a los argumentos de los nazis: según ASP los negacionistas revisionistas dicen
que “El discurso de Casanova el 11 de septiembre deja muy patente que los
catalanes luchaban por el rey y por España”. Comienza reconociendo que “el
último alegato del gobierno catalán” “invoca que la lucha catalana es por la
libertad de toda España” y después explica que “el significado de la
palabra España era radicalmente diferente del actual”. Lo que no es falso ni
cierto, pues no había significado de España entonces ni hay un significado
de España ahora. Como no lo había ni lo hay de Cataluña. Precisamente por eso
estamos discutiendo sobre estupideces. Si hubiera significados unívocos y
claros sólo cabría acatarlos, pero no es así. Por supuesto que ahí está el
error clave, observar una situación de hace trescientos años con la perspectiva
patriótica del siglo XXI. Los ingleses lo llaman visión de túnel y se
resume en “mirar palante y nunca pa los laos”, no sea que nos perdamos unos y
otros.
Bien, volviendo al tema, lo que interesa es la
argumentación del primer párrafo, esa molesta frase en que Casanova habla del
Rey y de España. ASP nos informa de que “los autores revisionistas” han
extraído la proclama de Francesc de Castellví, de sus Narraciones históricas,
un compendio histórico de más de cinco mil páginas, al parecer muy interesante.
“¿Qué hace el revisionismo?” ― escribe ASP― “De las más de cinco mil
páginas de Castellví toma un fragmento minúsculo y
excluye las otras 4.999 páginas”. Entonces parece claro que si han manipulado
el sentido de la obra de Castellví, la forma de dejarles con el culo al aire es
recopilar y presentar citas de las otras 4.999 páginas o, si no hay espacio
suficiente, remitir a la paginación de alguna edición asequible y, si no la
hubiere, dar la localización geográfica del repositorio más cercano.
Pues no. La manera de combatir esa afirmación de
españolismo que los negacionistas + revisionistas = nazis ostentan es una
analogía muy extraña: colocar esa cita equivale a que “existiera un parte
meteorológico del 7 de diciembre de 1941, donde se indicara que aquel día hubo
una gran tormenta en el Pacífico Oriental”
¿Cómo? ¿Reproducir la última llamada a la
resistencia de Rafael de Casanova autentificada por usted equivale a reproducir
un parte meteorológico inexistente del otro hemisferio doscientos años después?
Señor ASP, o usted se explica muy mal o necesita un psiquiatra. ¿Qué relación
hay entre una cosa y otra? Claro, de ahí deduce conclusiones, pero como las
premisas son ridículas, ¿para qué pasar adelante?
Vamos al segundo punto: “La represión filipista
(sic) no fue tan grave, y gracias al nuevo régimen Cataluña progresó
económicamente”.
Aquí, pese a que las proposiciones las hace ASP, en su artículo ésta
se responde al revés. Primero habla de la economía y luego de la represión.
Acerca de que “Cataluña progresó económicamente” comienza diciendo “Que es como
decir que el franquismo industrializó Cataluña. La historiografía moderna lo ha
dejado muy claro: en la posguerra, Cataluña prosperó a pesar del nuevo
régimen y no gracias a él. En cuanto a la represión (...)”
El problema es que no es “como decir que el
franquismo industrializó Cataluña”. La cuestión es que a partir de la
aplicación de los Decretos de Nueva Planta se abría la libertad de comercio con
América y que unos cuantos la aprovecharon. Ciertas familias que exportaron
vinos y licores a las Indias y con ese negocio hicieron mucho dinero, una
acumulación de capital de la que al siglo siguiente nació la industria
catalana.
Luego siguen dos argumentos más. Los obvio, no tengo
suficientes conocimientos de derecho y si sé algo de la manipulación de las
masas por las élites es por lo que veo hoy y porque releo frecuentemente al
gran Maquiavelo, pero me da igual. Su argumentación es ridícula y espero
haberlo expuesto con claridad. Si yo fuera españolista entraría a los otros dos
puntos pero sólo quiero dejar claro la zafiedad de su razonamiento.
ASP termina su artículo con una frase: “¿Lo entiende ahora, señor
Bolaño, lo entiende?”
No sé lo que habrá entendido el señor Bolaño pero no entiendo por qué le repite la pregunta
como si fuera sordo... bastante tiene con ser negacionista y revisionista.
PS: SOBRE ACUMULACIONES.
Por mi parte queda una puntualización que hacer. Un
poco a desmano, lo reconozco, por eso la separo del cuerpo de texto. He hablado
de acumulación de capital por ser estrictamente neutral pero lo cierto
es que Marx llamaba a ese proceso acumulación primitiva. Creo que era en
el capítulo XXIV de El Capital, pero puede ser que fuera en otro. Es
curioso porque aquí sí que ha habido un revisionismo, pero no en el sentido
asociado al *negacionismo en la misma frase sino en la definición que sí recoge
la edición vigésima segunda del Diccionario de la Real Academia Española del
2001, “tendencia a someter a revisión metódica doctrinas, interpretaciones o
prácticas establecidas con la pretensión de actualizarlas”. Lo mejor es que se
trata de un revisionismo totalmente voluntario, no impuesto por una autoridad
superior. Los marxistas de antes de la caída del Muro han huido en desbandada,
lo cual es equivalente a que cuando cayeron las murallas de los Estados
Pontificios se hubiese disuelto el catolicismo, pero se ve que los católicos
eran más tenaces que los marxistas o que los marxistas veían más cerca el
recambio. No en vano, todos los que escribían con arreglo al materialismo
histórico eran profesores universitarios, amigos de la fanfarronada por ser
inmóviles en el cargo.
El mejor ejemplo que se me ocurre es Josep Fontana
Làzaro, defensor ardiente del materialismo histórico, es decir, del análisis
marxista de la historia, que en 1982 escribía que aunque no cabía “contentarnos
con los mapas del futuro que se trazaron (...) en Petrogrado en octubre de 1917
(...) esto no implica renunciar a cuanto hay en ellos de aportación positiva a
la lucha contra el capitalismo”. Treinta y dos años después la lucha no es de
Petrogrado 1917 contra el capitalismo sino de Cataluña contra España. ¿Alguna
autocrítica por el camino? No. es evidente para cualquiera que Petrogrado 1917
equivale a Cataluña y el capitalismo equivale a España. Habría que ser tonto
para ver que la lucha no es contra el capitalismo sino contra España...
[1] La
Vanguardia escribe Catalunya pero se transcribirá con ñ por coherencia con las
normas ortográficas que rigen este blog,
[2] Hace
pocos años hubo una polémica encendida cuando los defensores del cambio
climático dieron en llamar *negacionistas a los que se oponían, precisamente
por las connotaciones filonazis del término.
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