domingo, 26 de octubre de 2014

El año de nunca acabar

¡NOVELERO, A TUS NOVELAS! 



Para los que vivimos en Cataluña y no comulgamos en ninguna de las dos iglesias patrióticas, este año de Nuestro Señor de 2014 se está haciendo muy largo. Cada día hay un motivo para echar la vista trescientos años atrás, por muy traído por los pelos que esté. Algún día habrá que escribir sobre esa extraña lógica que considera desfasado, arcaico y casi arqueológico ocuparse de sucesos ocurridos hace noventa años y al mismo tiempo declara de máxima actualidad lo que sucedió hace tres siglos, pero ese no es el tema de esta entrada. Aquí nos ocuparemos de 1714-2014, artículo de opinión de Albert Sánchez Piñol publicado en la página 31 de La Vanguardia el domingo 7 de septiembre del 2014. Ignoro en qué lengua está escrito porque Sánchez Piñol ha publicado tanto en castellano como en catalán, pero lo citaré por su edición castellana, que es la que tengo delante e imagino fidedigna.
Albert Sánchez Piñol (en adelante ASP) es un antropólogo que se desempeña como novelista con bastante éxito. Su última obra publicada es una gruesa novela histórica ambientada en el asedio de Barcelona en el maldito año de 1714. Se titula Victus, la escribió en castellano y ha vendido muchos ejemplares tanto en su edición original como en su traducción a varios idiomas. Al parecer, esto le convierte en experto en la materia. Es la lógica de los tiempos, siendo alcalde de Vitoria-Gasteiz Alfonso Alonso, el ayuntamiento contrató como asesora histórica del “mercado medieval” a la novelista Toti Martínez de Lezea. Es cierto que me cuesta imaginar a Flaubert considerado un experto en asuntos cartagineses entre sus contemporáneos, pero es sabido que en aquellos siglos ignorantes había una separación absurda entre realidad y ficción. En fin, dejémonos de divagaciones...
El artículo es fruto de un largo parto. De hecho, más largo que un embarazo humano, prácticamente un año. Lo confiesa ASP en las líneas iniciales: es una réplica a una intervención radiofónica que escuchó el 11 de septiembre del 2013. Su autor, Antonio Bolaño, a quien no tengo el gusto de conocer pero que ASP define como “tertuliano exaltado, exasesor (sic) de Montilla”. Lo de tertuliano exaltado lo encuentro un tanto redundante, no recuerdo ninguno que no lo sea cuando le llevan la contraria, pero ya veremos que en el estilo de argumentación sanchezpiñolesco los adjetivos los carga el Diablo.
Bien, es momento de definir los campos: Bolaño es contrario a la secesión, ASP se alinea con el soberanismo. Yo sigo la doctrina de La Polla Records que se resume en el lema Un patriota, un idiota. Por tanto, aunque esté de más, aclaro que voy a atacar a ASP pero no porque sea independentista o lo parezca sino por la indigencia extrema de sus argumentos. De hecho, de los cuatro que expone sólo me voy a ocupar de dos, porque no es mi objetivo demostrar que está equivocado. Esta es una polémica metahistórica, no se puede hablar de nación cuando se trata del Antiguo Régimen porque ese concepto no existía. Es una utilización abusiva de la historia, por eso es un cuento de nunca acabar. Unos y otros se aferran a las páginas que les interesan y ninguno puede dejar fuera de combate al otro porque lo que hacen en realidad es vestir muñecos del siglo XXI con ropas del siglo XVIII. Hecha esta advertencia, si leída la entrada alguien piensa que defiendo posiciones españolistas, tendré que replantearme alguna cosa porque no es mi intención escribir para imbéciles, aunque es cierto que uno no elige su público.
Pues bien, ASP escuchó al tertuliano exaltado un año antes y presenta su respuesta en el diario del Conde de Godó, en el espacio más vistoso de la sección de opinión y anunciada en la portada. Vamos a ello. Sucede que Bolaño calificó de “barbaridad” la fórmula “republicanismo monárquico” que según ASP regía en Cataluña[1] antes de 1714.
Sólo lo apuntaré como nota frívola: cómo me recuerda a los republicanos juancarlistas y hoy felipistas... Pero no viene a cuento ahora, el asunto es otro. La cuestión es que a partir de ahí se dispara: “Los hechos de 1714 han generado tantos esfuerzos revisionistas que es imposible resumir todos los argumentos del megáfono negacionista”.
Aquí ya hay materia suficiente pese a que aún estemos en el segundo párrafo. Obsérvese que aunque a partir de este punto Bolaño desaparece hasta la última línea del artículo, ¿qué instrumento puede corresponder a un tertuliano exaltado? ¿Un micrófono? No, ese corresponde a un tertuliano sosegado y racional, suponiendo que exista. A Albert Sánchez Piñol, vamos. En realidad tampoco, como veremos, pero la idea está clara: nosotros hablamos, ellos gritan. ¿Por qué gritan? Obvio, porque no tienen razón. Aún no lo ha demostrado, pero es evidente desde el principio. ¿Quién desgrana sus argumentos ante un megáfono? Un energúmeno que busca aturdir, no convencer.
Pero ese es sólo el detalle anecdótico. Lo importante es lo que acompaña al megáfono: “negacionista”. Ignoro si la palabra existe en el diccionario del Institut d’Estudis Catalans, sí sé que no aparece en la vigésima segunda edición del Diccionario de la Real Academia Española del año 2001, que era la que estaba vigente cuando ASP publicó su artículo.
Por supuesto, aunque no sea voz reconocida por la Academia, todo el mundo sabe que el *negacionismo es la corriente histórica que niega la existencia de las cámaras de gas, que afirma que los campos de exterminio eran en realidad campos de trabajo y que los asesinatos en masa no tuvieron lugar[2]. A los historiadores que defienden esas opiniones por escrito y en charlas públicas se les denomina... revisionistas. ¿Revisionistas? Ojo, ¿dónde hemos leído eso antes? Claro, en la misma frase: esfuerzos revisionistas, megáfono negacionista. Alguien se acordará de uno de esos conceptos extraños que estudiábamos en el bachillerato, campo semántico. Por supuesto, los dos adjetivos se refuerzan, suman y conducen a una conclusión: los que se oponen al soberanismo es decir, a la visión que el poder catalán da de los hechos de 1714 son nazis.
No hay otra posibilidad. Negacionista + Revisionista = Nazi o, en versión moderna, Neonazi. En realidad no haría falta más. Quien no haya alzado las cejas en este punto, ya no las alzará. Pero se supone que hay que vestir un poco más los argumentos propios, así que aquí empieza la crítica a los argumentos de los nazis: según ASP los negacionistas revisionistas dicen que “El discurso de Casanova el 11 de septiembre deja muy patente que los catalanes luchaban por el rey y por España”. Comienza reconociendo que “el último alegato del gobierno catalán” “invoca que la lucha catalana es por la libertad de toda España” y después explica que “el significado de la palabra España era radicalmente diferente del actual”. Lo que no es falso ni cierto, pues no había significado de España entonces ni hay un significado de España ahora. Como no lo había ni lo hay de Cataluña. Precisamente por eso estamos discutiendo sobre estupideces. Si hubiera significados unívocos y claros sólo cabría acatarlos, pero no es así. Por supuesto que ahí está el error clave, observar una situación de hace trescientos años con la perspectiva patriótica del siglo XXI. Los ingleses lo llaman visión de túnel y se resume en “mirar palante y nunca pa los laos”, no sea que nos perdamos unos y otros.
Bien, volviendo al tema, lo que interesa es la argumentación del primer párrafo, esa molesta frase en que Casanova habla del Rey y de España. ASP nos informa de que “los autores revisionistas” han extraído la proclama de Francesc de Castellví, de sus Narraciones históricas, un compendio histórico de más de cinco mil páginas, al parecer muy interesante. “¿Qué hace el revisionismo?” escribe  ASP De las más de cinco mil páginas de Castellví toma un fragmento minúsculo y excluye las otras 4.999 páginas”. Entonces parece claro que si han manipulado el sentido de la obra de Castellví, la forma de dejarles con el culo al aire es recopilar y presentar citas de las otras 4.999 páginas o, si no hay espacio suficiente, remitir a la paginación de alguna edición asequible y, si no la hubiere, dar la localización geográfica del repositorio más cercano.
Pues no. La manera de combatir esa afirmación de españolismo que los negacionistas + revisionistas = nazis ostentan es una analogía muy extraña: colocar esa cita equivale a que “existiera un parte meteorológico del 7 de diciembre de 1941, donde se indicara que aquel día hubo una gran tormenta en el Pacífico Oriental”
¿Cómo? ¿Reproducir la última llamada a la resistencia de Rafael de Casanova autentificada por usted equivale a reproducir un parte meteorológico inexistente del otro hemisferio doscientos años después? Señor ASP, o usted se explica muy mal o necesita un psiquiatra. ¿Qué relación hay entre una cosa y otra? Claro, de ahí deduce conclusiones, pero como las premisas son ridículas, ¿para qué pasar adelante?
Vamos al segundo punto: “La represión filipista (sic) no fue tan grave, y gracias al nuevo régimen Cataluña progresó económicamente”.
Aquí, pese a que las proposiciones las hace ASP, en su artículo ésta se responde al revés. Primero habla de la economía y luego de la represión. Acerca de que “Cataluña progresó económicamente” comienza diciendo “Que es como decir que el franquismo industrializó Cataluña. La historiografía moderna lo ha dejado muy claro: en la posguerra, Cataluña prosperó a pesar del nuevo régimen y no gracias a él. En cuanto a la represión (...)”
El problema es que no es “como decir que el franquismo industrializó Cataluña”. La cuestión es que a partir de la aplicación de los Decretos de Nueva Planta se abría la libertad de comercio con América y que unos cuantos la aprovecharon. Ciertas familias que exportaron vinos y licores a las Indias y con ese negocio hicieron mucho dinero, una acumulación de capital de la que al siglo siguiente nació la industria catalana.
Luego siguen dos argumentos más. Los obvio, no tengo suficientes conocimientos de derecho y si sé algo de la manipulación de las masas por las élites es por lo que veo hoy y porque releo frecuentemente al gran Maquiavelo, pero me da igual. Su argumentación es ridícula y espero haberlo expuesto con claridad. Si yo fuera españolista entraría a los otros dos puntos pero sólo quiero dejar claro la zafiedad de su razonamiento.
ASP termina su artículo con una frase: “¿Lo entiende ahora, señor Bolaño, lo entiende?”
No sé lo que habrá entendido el señor Bolaño  pero no entiendo por qué le repite la pregunta como si fuera sordo... bastante tiene con ser negacionista y revisionista.

PS: SOBRE ACUMULACIONES.
Por mi parte queda una puntualización que hacer. Un poco a desmano, lo reconozco, por eso la separo del cuerpo de texto. He hablado de acumulación de capital por ser estrictamente neutral pero lo cierto es que Marx llamaba a ese proceso acumulación primitiva. Creo que era en el capítulo XXIV de El Capital, pero puede ser que fuera en otro. Es curioso porque aquí sí que ha habido un revisionismo, pero no en el sentido asociado al *negacionismo en la misma frase sino en la definición que recoge la edición vigésima segunda del Diccionario de la Real Academia Española del 2001, “tendencia a someter a revisión metódica doctrinas, interpretaciones o prácticas establecidas con la pretensión de actualizarlas”. Lo mejor es que se trata de un revisionismo totalmente voluntario, no impuesto por una autoridad superior. Los marxistas de antes de la caída del Muro han huido en desbandada, lo cual es equivalente a que cuando cayeron las murallas de los Estados Pontificios se hubiese disuelto el catolicismo, pero se ve que los católicos eran más tenaces que los marxistas o que los marxistas veían más cerca el recambio. No en vano, todos los que escribían con arreglo al materialismo histórico eran profesores universitarios, amigos de la fanfarronada por ser inmóviles en el cargo.
El mejor ejemplo que se me ocurre es Josep Fontana Làzaro, defensor ardiente del materialismo histórico, es decir, del análisis marxista de la historia, que en 1982 escribía que aunque no cabía “contentarnos con los mapas del futuro que se trazaron (...) en Petrogrado en octubre de 1917 (...) esto no implica renunciar a cuanto hay en ellos de aportación positiva a la lucha contra el capitalismo”. Treinta y dos años después la lucha no es de Petrogrado 1917 contra el capitalismo sino de Cataluña contra España. ¿Alguna autocrítica por el camino? No. es evidente para cualquiera que Petrogrado 1917 equivale a Cataluña y el capitalismo equivale a España. Habría que ser tonto para ver que la lucha no es contra el capitalismo sino contra España...




[1] La Vanguardia escribe Catalunya pero se transcribirá con ñ por coherencia con las normas ortográficas que rigen este blog,
[2] Hace pocos años hubo una polémica encendida cuando los defensores del cambio climático dieron en llamar *negacionistas a los que se oponían, precisamente por las connotaciones filonazis del término.

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