viernes, 20 de abril de 2018

DE SARTENES Y TACONES


El día antes de que seis del Proceso acudieran al Supremo mi gran amigo Felipe González aprovechó la presentación de un libro de su gran amigo Joaquín Almunia para dar un par de lecciones. Presento aquí por orden de aparición las citas literales que recogía la crónica de El País sin apenas solución de continuidad[1]:
“Ojalá no metan a ninguno en la cárcel” “Ya sé que nado a contracorriente” “En el ambiente de polarización es difícil decir esto porque parece que uno está interfiriendo” “Al independentismo no hay que destruirlo, hay que ganarlo. Si ellos violan la ley, nosotros tenemos que ser exquisitamente garantistas” “Nos amparamos en las togas porque como políticos somos unos inútiles” “Cuando perdemos vamos a que lo resuelvan los jueces” y esa actitud conlleva que “la política se degrade porque está judicializándose” “Una vez que hemos entregado la responsabilidad judicializando la política a los jueces, de vuelta recibimos la politización inevitable de la justicia” “Una vez ese proceso llega a un determinado punto de saturación, la justicia empieza a tomar decisiones políticas. Eso se llama gobierno de los jueces”.
Y en efecto, nadaba a contracorriente. Llarena no le hizo el menor caso, así que no debe preocuparse porque a nadie le debió parecer que estaba interfiriendo...
Su antiguo subordinado Fernando López Agudín hablaba de la inquietud contenida con la que clamaba, cual profeta bíblico, su digna preocupación. Es lo menos que se puede esperar, mostrar lealtad al antiguo jefe. Después volveré sobre las palabras de González, pero primero me gustaría que nos remontáramos al origen.

¿Cuándo empezó todo esto?
La respuesta más común nos lleva al verano del 2010, cuando el Tribunal Constitucional impugnó unos artículos del Estatuto de Autonomía votado en 2006, del que no se puede decir que hasta entonces hubiera generado demasiado entusiasmo. (Cabe recordar una vez más que ERC había pedido el voto negativo en el referéndum de aprobación petición en la que coincidió con el PP, aunque obviamente por razones diversas y que la abstención fue abrumadora). Considerado este principio, los comentaristas a los que Rajoy no les gusta ni siquiera un poquito le culpan precisamente por haber llevado el Estatuto al Constitucional. Por su parte, los proclives a Mariano culpan a Zapatero por haber permitido que saliera adelante un ordenamiento que era claramente inconstitucional. En cualquier caso, dejando aparte la atribución de la culpa, ambos bandos de comentaristas se remontan poco más atrás del año 2006. Sin embargo, últimamente algunos han reparado en un hecho que se remonta a principios de los noventa.
El problema del pasado es que no puede defenderse y se puede decir sobre él lo que se quiera, y me incluyo entre sus maltratadores. Iba a escribir que ya nadie cree que la Primera Guerra Mundial fuera causada porque un nacionalista disparó a un miembro de la realeza de un país sin peso alguno en el concierto europeo de entonces pero lo cierto es que he recordado que en 2014, cuando todos los periodistas del mundo recordaron la Gran Guerra por cumplirse su centenario, me harté de escuchar, ver y leer semblanzas del estudiante pistolero y hasta reconstrucciones detalladas al segundo de cómo cometió su crimen. Pero resulta difícil pensar que las mayores potencias europeas enviaran alegremente a morir a millones de sus jóvenes porque se había alterado el orden de sucesión en un rincón de los Balcanes...
Pero en este caso también existe la tendencia contraria, remontar el principio tres siglos atrás, a un episodio de la Guerra de Sucesión  o incluso a las aventuras de un clérigo tronado que corría las sierras setenta años antes...
Algunos cuya memoria oscila entre la que se atribuye tradicionalmente a los peces y a los elefantes, han desempolvado un documento que apareció en los periódicos a finales del año 90[2], el que hoy se conoce como Plan Catalunya 2000 pero que en el artículo que cito se limita a decir que “viene a ser el Programa 2000 de los nacionalistas catalanes”. Lo presenta como “el borrador del programa ideológico de Convergència Democràtica (CDC) para la próxima década”. El resumen del programa deja con la boca abierta leído hoy: “La obsesión por inculcar el sentimiento nacionalista en la sociedad catalana, propiciando un férreo control en casi todos sus ámbitos el documento propugna la infiltración de elementos nacionalistas en puestos clave de los medios de comunicación y de los sistemas financiero y educativo , y las referencias a un ámbito geográfico los Países Catalanes que sobrepasa los límites del Principado”.

El apartado dedicado a los objetivos simplemente esgarrifa, como dicen los catalanes con verbo bien expresivo:
Para cumplir sus objetivos, los ponentes no ocultan la necesidad de controlar a los educadores para que cumplan lo estipulado en la doctrina nacionalista. Se aboga, así, por “vigilar la composición de los tribunales de oposición” para todo el profesorado.
Asímismo se alienta a “reorganizar el cuerpo de inspectores de forma que vigilen la correcta cumplimentación de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza”. También se considera necesario “incidir en las asociaciones de padres”[3].
La voluntad de dirigismo queda de nuevo patente en el apartado relativo a los medios de comunicación: hay que “introducir gente nacionalista (...) en todos los puestos claves de los medios de comunicación”. También se postula “incidir en la formación inicial y permanente de los periodistas y de los técnicos de comunicación para garantizar una preparación con conciencia nacional catalana”[4].
El documento promueve la creación de organizaciones patronales, económicas y sindicales catalanas, y la conveniencia de diseñar “una estrategia para optar a los cargos directivos de las instituciones” financieras.
De igual forma, se propugna “incidir sobre la administración de justicia y orden público con criterios nacionales”, y revisar los mecanismos de acceso y promoción del funcionariado.
Visto desde hoy, el plan funcionó como un reloj. Pero se diría que para cumplir con sus objetivos debió necesitar de ciertas complicidades, porque ellos más claro no lo podían decir. Desde el que hizo como que no leyó el artículo, pese a publicarse en su periódico favorito, hasta el que enterró la cabeza en la arena para no ver cómo cobraba forma, y no se puede descartar que estemos hablando de la misma persona...
En lo que respecta a las responsabilidades, Antich dejaba bien claro que la mente pensante del plan era el mismísimo Jordi Pujol:
“El Consell Executiu de la Generalitat ha abordado en las últimas semanas diferentes aspectos del documento y su presidente, Jordi Pujol, ha mantenido reuniones individuales con miembros de su gobierno y con diferentes dirigentes de la coalición nacionalista. Pujol distribuyó un preborrador del documento a los miembros del Gobierno catalán al inicio de las vacaciones de verano de 1989 con el ruego de que lo leyeran y que, en septiembre, hicieran sus aportaciones.
Poco o casi nada se volvió a hablar del asunto en un año. Hace dos meses, Pujol repartió el documento, que tenía novedades. A diferencia de la ocasión anterior, el presidente de la Generalitat solicitó que las aportaciones al documento se hicieran llegar con rapidez y pidió a sus consejeros que lo distribuyeran entre los secretarios generales de los departamentos para que abordaran conjuntamente aspectos que les corresponden y propusieran iniciativas.
La génesis del documento se produce a partir de unas notas de Pujol. Aunque no tiene, aparte del presidente de la Generalitat otros padres, se sabe que han participado los consejeros Macià Alavedra (Economía), Joan Guitart (Educación), Joan Vallvé (Agricultura) y Josep Laporte (Sanidad), así como el secretario general de Convergència, Miquel Roca”.

Seis años antes
En mayo de 1984 los fiscales José María Mena y Carlos Jiménez Villarejo presentaron una querella contra el consejo de administración de Banca Catalana que incluía a su vicepresidente ejecutivo, Jordi Pujol, presidente de la Generalitat entonces. Se les acusaba de delitos de apropiación indebida, falsedad en documento público y mercantil y maquinación para alterar el precio de las cosas. Según contaba treinta años después Jiménez Villarejo en una entrevista[5], Los fiscales generales del Estado, en esa etapa nombrados por el PSOE, me prohibieron que iniciara ninguna investigación y paralizaron siempre cualquier investigación que pudiera perjudicar a Convergencia Democrática y, particularmente a Jordi Pujol a través de sus consejeros.
Fue una etapa de una profunda y amplia corrupción en el seno de los gobiernos de Jordi Pujol, que representaba la continuidad de lo que había empezado en Banca Catalana. Sin embargo hubo un cierre absoluto de los respectivos fiscales generales, todos al servicio de Jordi Pujol. Ahora, cuando se plantea el tema de la relación Cataluña España, hay que recordar que en aquellos momentos los gobiernos de Felipe González también los del PP pero menos protegieron a Pujol y a los gobiernos de CiU de todas las actuaciones penales que les pudieran perjudicar. Me resulta indignante que ahora hablen de España como si fuera el gran enemigo cuando durante tantos años haciendo actuaciones ilícitas, fraudulentas y delictivas, han sido protegidos por ese Estado que ahora parece que detestan tanto.

Hay que recordar que en 1984 Felipe González gozaba de la mayoría más amplia de la que ha gozado gobernante alguno desde que murió el Paco. No necesitaba los votos de nadie para aprobar lo que quisiera. Pero, por alguna razón que sólo él sabrá explicar, González siempre mostró un gran complejo de inferioridad respecto a los nacionalismos periféricos. En 1986 el Partido Socialista de Euskadi[6] ganó las elecciones autonómicas con dos escaños más que el PNV, aunque con menos votos por la especial configuración de las circunscripciones, que dan veinticinco escaños a cada provincia con independencia de su población. El candidato Txiki Benegas recibió la orden de no plantar batalla y facilitar el gobierno a la segunda fuerza, el PNV, a través de un pacto de gobierno que garantizaba que el primer partido no sólo cedía el mando al segundo sino que le apoyaba con sus votos.

Parece claro que aquel plan dado a conocer en 1990 era un empeño personal de Jordi Pujol. El artículo de Antich deja claro que ante la falta de entusiasmo de sus subordinados volvió a remitírselo al año siguiente. Y aunque hacer predicciones sobre un hecho que no ha sucedido es arriesgado, se puede decir que siendo un empeño personal de un solo individuo, “muerto el perro se acabó la rabia”. Es decir, que si se hubiera perseguido penalmente, condenado y encarcelado a Pujol, seguramente la situación sería hoy bien distinta.

Y aquí vuelvo a las declaraciones de Felipe González: Al independentismo no hay que destruirlo, hay que ganarlo. Si ellos violan la ley, nosotros tenemos que ser exquisitamente garantistas (...) Nos amparamos en las togas porque como políticos somos unos inútiles.
Pues sí, él fue exquisitamente garantista, tanto como para obligar a sus subordinados a evitar problemas a alguien que tenía mucho que esconder. Porque las togas las llevan varios, los jueces y también los fiscales. Y en el caso de Rajoy, se puede presumir que ha dado instrucciones a los jueces para que le hagan el trabajo pero en el caso de González es público y notorio y, sin embargo, es reconocido como voz autorizada por un puñado de periodistas cínicos que saben y no quieren recordar y otros cuantos ignorantes que no saben.
Como decía aquella película clásica, dijo la sartén al cazo: apártate que me tiznas y como dice el refranero: habló de putas La Tacones.





[1] José Pérez Colomé: “Felipe González sobre los investigados en el Supremo: “Ojalá no metan a ninguno en la cárcel””. El País, 23/03/18.
[2] José Antich: “El Gobierno catalán debate un documento que propugna la infiltración nacionalista en todos los ámbitos sociales” El País, 28/10/90. Que yo sepa, también lo recogió El Periódico.
[3]




Así leído extraña poco que el 29 de marzo del corriente el Secretariado Permanente del Comité Regional de CNT Catalunya i Balears (sic) hablase de “la amenaza constante que sufre el modelo que instruye y educa a nuestras hijas e hijos” (en catalán usan el mucho más entrañable genérico criatures. Ignoro por qué no lo han conservado en castellano, aunque lo supongo). Por si faltara algo, citan a Thoreau en vano pero ¿de qué maravillarse? Es el efecto de la cultura Google, en febrero un sindicato del metal de la CNT citaba elogiosamente a la ultraliberal Ayn Rand. Mis amigos de Formación Profesional de la adolescencia tenían una frase para el caso: de metal tenían que ser...
[4] Es ya archisabido, y quien quiera puede comprobarlo fácilmente, que durante esa época Jordi Pujol enviaba “entrevistas” a los principales medios que contenían a la vez las preguntas y las respuestas. Y se publicaban tal cual, al menos en La Vanguardia...
[5] Siscu Baiges: “Villarejo: Los fiscales generales del Estado que nombró el PSOE me prohibieron investigar a Pujol”, eldiario.es, 02/08/14.
[6] Quiso llamarse Partido Socialista Vasco pero se le adelantó el microscópico Euskal Sozialista Biltzarra del antiguo etarra Txillardegi (José Luis Álvarez) que tuvo una corta y accidentada vida hasta que acabó por integrarse en Herri Batasuna.

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