viernes, 14 de diciembre de 2018

TEORÍA Y PRÁCTICA





A la pregunta de ¿Qué camino deben tomar ahora las izquierdas? el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera responde:

En principio las fuerzas progresistas tienen que crear la capacidad de remontar el ruido y volver a redefinir un camino más o menos claro y preciso de cómo superar este conjunto de adversidades que ahora agobia a la gente. En lo práctico las izquierdas tienen que hacer otras combinaciones de gestión económica y en lo político tienen que construir otro relato, otra manera orgánica de concentrar expectativas distintas a las que han prevalecido en las últimas décadas. Porque la izquierda llega al gobierno con un discurso movilizador agrupando a los agraviados, planteando una reivindicación, pero cuando fruto de sus acciones hay una parte que asciende socialmente, el discurso del desagravio ya no funciona. Y ahí es cuando tienen que complejizar el discurso. Y la otra cuestión clave es que las políticas de movilidad social de los sectores populares tienen que tener una sostenibilidad en el tiempo porque cuando no lo son, los sectores sociales que ascendieron fácilmente pueden adoptar el punto de vista de los sectores más conservadores que desde un inicio se opusieron a estas políticas de movilidad social. Y entonces se da la paradoja que gobiernos progresistas pierden por la votación de personas que habían logrado ascender socialmente gracias a la política económica de los gobiernos progresistas[1].

No es poco lo que se encierra en estos dos centenares de palabras, tanto que temo que no podré abarcar todas sus implicaciones en un solo texto, qué le vamos a hacer. Si la memoria no me traiciona es en el último cuarto del año, cuando se supone que se hace recopilación de lo vivido, cuando más suelo sacudir a la izquierda realmente existente y no es cuestión de echar a perder las buenas costumbres...

Porque la izquierda llega al gobierno con un discurso movilizador agrupando a los agraviados, planteando una reivindicación, pero cuando fruto de sus acciones hay una parte que asciende socialmente, el discurso del desagravio ya no funciona

Engels nos informa en el prólogo a la edición alemana de 1883 del Manifiesto comunista de que  “La idea cardinal que inspira todo el Manifiesto, a saber: que el régimen económico de la producción y la estructuración social que de él se deriva necesariamente en cada época histórica constituye la base sobre la cual se asienta la historia política e intelectual de esa época, y que, por tanto, toda la historia de la sociedad una vez disuelto el primitivo régimen de comunidad del suelo es una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, a tono con las diferentes fases del proceso social, hasta llegar a la fase presente, en que la clase explotada y oprimida el proletariado no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime de la burguesía sin emancipar para siempre a la sociedad entera de la opresión, la explotación y las luchas de clases; esta idea fué fruto personal y exclusivo de Marx[2]”.
Esta idea de Marx es absolutamente equivocada. No hacen falta grandes disquisiciones teóricas para probarlo, basta con comprobar que el proletariado no fue protagonista, vehículo o agente de ninguna de las revoluciones triunfantes posteriores al manifiesto. Ni Rusia, ni China, ni Cuba, ni Argelia, ni Nicaragua, ni ninguna otra que se quiera añadir. Todas eran sociedades agrarias en las que el proletariado (entendido como población obrera, ya trabajara en fábricas o en unidades de producción menores) tenía una importancia residual.
El debate actual entre obreristas e identitarios está desvirtuado desde la base porque ambos parten de la concepción errónea de que hay un grupo que nos va a salvar, que cada uno conforma a su manera,  siempre centrado en los agraviados. Permítaseme un par de ejemplos personales carentes de cualquier valor científico y, precisamente por eso, los traigo aquí.
El 23 de abril del 2011, apenas tres semanas antes del 15 – M, asistí a una charla en la que uno de los ponentes era un trabajador de TMB, la empresa municipal de transporte de Barcelona, que no sé si entonces militaba en la Confederación General del Trabajo (CGT) pero estaba muy cerca de sus planteamientos[3]. Los trabajadores de TMB llevaban una lucha larga que la CGT que tiene un cierto peso en esa empresa había aprovechado para lo que los cursis llaman “hacer pedagogía” sobre la bondad de los métodos asamblearios, la autoorganización, la horizontalidad y todas esas cosas... Hubo un cierto éxito, aunque no recuerdo si consiguieron todas pero al menos sí algunas de las reivindicaciones. Pues bien, el tipo nos explicaba a continuación, con una amargura fácil de entender, que en las posteriores elecciones sindicales UGT y Comisiones Obreras habían vuelto a arrasar.
También es fácil de entender la explicación, más en estos tiempos de la autoayuda: fuiste ofreciendo un método mágico cuando nadie les daba solución, te lo compraron y funcionó. Pues bien, ya te volveremos a llamar cuando necesitemos ayuda otra vez[4]...
El otro es aún menos científico, la anécdota que nos contaba un profesor del colegio de curas al que asistí y la transcribiré como la recuerdo. Decía el hermano Alberto: “El otro día vino un pobre al colegio a pedir limosna. Nosotros no les damos dinero, ¿para qué? ¿para que se lo gasten en vino? En vez de eso les damos un buen bocadillo y mientras se lo comía, nos dijo que llevaba una quiniela y que a ver si podíamos rezar para que le tocara y un hermano le preguntó: ¿y si te toca, la vas a repartir con los pobres? y dijo los pobres, que se jodan[5].
No existen las clases como tales, alguien objetivamente oprimido puede considerarse un privilegiado. Hace unos años leí que en Estados Unidos se había hecho una encuesta y el 30% de los que respondieron se consideraban entre el 10% más rico de la sociedad. Se supone que la encuesta era mínimamente seria, así que se puede descartar que el 30% de los encuestados procedieran de Bel – Air o barrios equivalentes de otras ciudades[6]. No es extraño que uno de esos pobres que no se consideran tales desprecie a sus antiguos compañeros si tiene un golpe de suerte que le saque del agujero.
Pero es jodido salir del camino trillado porque uno se ve sin referencias a las que agarrarse. Hay gente que no aprende ni a palos. Leo a uno que dice que “Hay que dejar de lamentarse y construir organización popular. Hay que abandonar los espacios de confort y apelar a las clases oprimidas, acompañarlas y buscar conjuntamente momentos de ruptura y contrapoder”[7].
Siempre hay que buscar a esas clases míticas que Marx dibujó, tú no tienes derecho a sentirte oprimido, debes apelar a ellas, existentes en algún lugar del espacio sideral, acompañarlas y buscar juntos nosequé montón de basura... no es extraño que acabe su aportación escribiendo (y respeto sus negritas) que la única ruptura viable es la independencia de Catalunya.

Y ahí es cuando tienen que complejizar el discurso

García Linera se da cuenta de la paradoja, aunque no tiene claro cómo encararla.
Para explicar esta contradicción aparente se recurre a lo que Anselm Jappe llama otro argumento predilecto de la nueva izquierda: la “manipulación”: “A través de este concepto, se concibe el surgimiento de la sociedad de mercado y de las sociedades opresivas del pasado como una agresión externa, procedente de un lugar indeterminado, contra un sujeto preexistente y “diferente” del orden social impuesto por las “clases dominantes”. Esos sistemas, contrarios a los intereses de la gran mayoría, se mantendrían en el poder de modo inexplicable, desde hace milenios, mediante una astuta “manipulación”, además de la violencia, que de por sí nunca es suficiente”. (...) “se pone de manifiesto una ilusión fundamental común a toda la izquierda: las masas, los proletarios, los individuos, los sujetos son manipulados, seducidos, corrompidos, engañados, no se pueden expresar, no pueden actuar. Pero si se los dejara hacer de veras, la sociedad capitalista se desvanecería de inmediato como un mal sueño. Nadie explica, sin embargo, dónde puede haberse formado esa subjetividad ya plenamente articulada”[8].

Y aquí se juntan dos problemas. El primero es despojarse de esa concepción mítica de que los oprimidos ya constituyen una clase por el hecho de serlo. Recordaré una frase atribuida a J. P. Morgan que ya cité una vez y que encuentro certera: “¿La clase obrera? No es problema. Puedo comprar a la mitad para que mate a la otra mitad”. Y le faltó añadir: “y por mucho menos de lo que estaba dispuesto a pagarles”. El segundo, en realidad, deriva del primero. Y lo señala bien y mal Anselm Jappe cuando escribe que nadie explica, sin embargo, dónde puede haberse formado esa subjetividad ya plenamente articulada. Bien y mal porque aunque acierta en el hecho de que la conciencia debe crearse, no viene dada, habla de subjetividad porque en su respeto hacia Marx no termina de despegarse de esa idea de que existiría una conciencia de clase que sería objetiva[9]...
Si no existe una conciencia, hay que formarla. Y hay que formarla hablando y haciéndose escuchar y comprender. En buena parte la obsesión por hacer revela que detrás no hay discurso. A esos partidarios de la acción a tontas y a locas bastaría con preguntarles por qué creen que compañías como Coca Cola gastan tanto dinero en publicidad al cabo del año, siendo como son ya conocidas en todo el mundo desde hace medio siglo. O recordarles que Podemos subió hasta situarse como primer partido en intención de voto y empezó a bajar cuando, víctimas de su propio éxito, empezaron a desdecirse de su programa inicial, que era el que les había llevado a esa posición, y a caer en cuanto se dieron a La Práctica, entendida como campo diferente de la teoría.

En lo práctico las izquierdas tienen que hacer otras combinaciones de gestión económica

Hombre, pues ayudaría. Pero hay que partir de la idea de que no son capaces de hacerlas en lo práctico porque primero no han sido capaces de hacerlas en lo teórico. ¿Qué proponen las izquierdas conocidas? La redistribución. Por ser más preciso, la redistribución a través de los impuestos. Recaudar mucho para poder desviar fondos hacia los más desfavorecidos. Y la conclusión es obvia: si de lo que se trata es de recaudar más, el capitalismo ha de funcionar como un tiro.
Que lo diga el PSOE está bien, es un partido contento con el capitalismo, pero que lo diga Teresa Rodríguez, que se define anticapitalista, pues como que amos anda, que te den, háztelo mirar[10]...
Hoy, y siempre, el pilar central es la economía y sobre eso no hay nada[11]. Nada diferente.
Es difícil, sin duda, porque la economía hoy gobierna todas las fuerzas de la vida más que nunca.  Ya no se trata de quién pensaba hace treinta años que iba a pasar del agua del grifo al agua embotellada sin darse cuenta sino de quién concebía hace sólo diez años que cupiera pagar un dinero a alguien para que te hiciera la lista de la compra. Pues hoy les llaman personal shoppers y son lo más de lo más, tener uno de ellos es un símbolo visible de que uno ha alcanzado una posición respetable.  La pregunta es: ¿cómo lo han conseguido? ¿Mediante la práctica? ¿Acaso los asistentes de compras han ido ofreciendo gratuitamente sus servicios hasta que la gente ha comprobado la bondad de su método y desde entonces ha decidido pagar por el servicio?
No. Lo han conseguido mediante una hábil estrategia de publicidad.

Ver los toros desde la barrera

Una expresión de desprecio. Los que no se mojan, los que no se manchan las manos blablabla. Se supone que mientras el torero padece, los que no saben de qué va el tema lo juzgan frívolamente, haciendo abstracción de sus sufrimientos. Pero los críticos taurinos siempre han visto los toros desde la barrera, porque de lo que se trata es de juzgar los resultados, no las penalidades que pueda sufrir alguno de los participantes en el juego.
Desde mi cómoda localidad de barrera de sombra y sin la mínima intención de abandonarla, digo en toda mi suficiencia que cualquier idea alternativa lo mínimo que tiene que tener es un programa alternativo. Alternativo viene de alter, que significa “otro”. Por tanto, no debe ser una variación del programa vigente. ¿Cuál? La respuesta es que si lo tuviera me dedicaría a pregonarlo. Sé lo que no me gusta de lo que hay. Básicamente que es insostenible, pero hasta hoy no me gustan las alternativas que se proponen. ¿Como vas a proponer a la gente de hoy, con permiso de mi querido Miquel Amorós, que la gente se lance a fundar comunas agrarias? Yo escapé de una ciudad que tiene un cuarto de millón de habitantes porque me parecía un pueblo, no puedo ser hipócrita. En ese sentido mi instinto me guía más por poner los adelantos técnicos a nuestro servicio, como pensaban los Situacionistas en su primera época. No sería sencillo pero creo que sería la opción más viable y si en el futuro tengo fuerzas y me queda lucidez, trataré de desarrollarla.
En cualquier caso, el primer paso es construir un programa económico alternativo al capitalismo que parezca viable.
Y el segundo, venderlo sin miedo ni vergüenza. Ser más pesado que el comercial más pesado. Pero no sólo vender los resultados. Aquí está el secreto. No es una cuestión de decir “eres lo que eres y aquí vengo yo a arreglarte la vida”. No. La cuestión que hay que transmitir es que para poder sacar adelante ese programa hay que construir una comunidad de antagonistas. En la que no se pregunte de dónde vienes sino hacia dónde vas. Los obreristas deberían hacer una indagación seria sobre los orígenes sociales de las figuras que han aportado algo al mundo a través de la contestación.
Y una vez convencidos y reclutados, cuando seamos muchos, entonces sí, entonces adelante con todo, hasta vencer o morir[12]. Y no cambiar una sola coma del programa antes de probarlo pero siempre dispuestos a cambiar el texto entero si a la hora de la verdad fallase. Porque esa hora de la verdad será la verdadera hora de los hechos.






[1] (La entrevistadora es Sofía Solari): “Evo es el único que puede dar continuidad a este proyecto”, Página 12, 22/11/18. Cada vez estoy más aburrido de las minucias de las que se ocupa la prensa patria y últimamente me ha dado por leer prensa extranjera aprovechando las facilidades que da Internet. He cogido gusto a confrontar dos periódicos argentinos: Clarín, que defiende al presidente actual, y Página 12, que es abiertamente opuesto. Son como la noche y el día, pero visto desde fuera da una idea de hasta qué punto los periódicos crean y alimentan polémicas que en el fondo tienen la potencia de un azucarillo disuelto en un vaso de agua. (¿Dónde están ahora las recusaciones a la tesis de Sánchez? Parece que hace siglos de aquello y sin embargo en verano parecía no haber cosa de más importancia en el mundo). Aunque sospecho que las diferencias de fondo entre ambos diarios argentinos tienen que ver con su posición respecto al peronismo, confieso que sigo sin entender qué significa el concepto.
[2] Página  9 de la edición del Manifiesto comunista de la Editorial Ayuso de 1976, traducido por Wenceslao Roces. He mantenido la tilde de fue para resaltar lo arcaico de todo el asunto.

[3] Creo que hoy sí, porque he vuelto a verle hablando en actos de la CGT en años posteriores. También habló uno de los sindicalistas asturianos famosos entonces por el incidente de la farola rota que recreaba Fernando León de Aranoa en Los lunes al sol, que no me pareció especialmente inteligente.
[4] Los anarcosindicalistas no consiguen entender por qué les sucede esto una y otra vez. Ellos han apostado por La Práctica frente a La Teoría y recogen lo que siembran...
[5].Sé que la memoria es traicionera pero la recuerdo contada así. Suena raro un fraile de entonces diciendo un “taco”, pero a veces lo hacían para dar verosimilitud al discurso o tratar de crear una complicidad con el alumnado. Quizá dijera que se jo... y nos dejara la tarea de completar la palabra, que era típico en esa época.
[6] Tengo la referencia anotada en alguna parte, perdida entre un par de metros cúbicos de papeles. Recuerdo que el dato apareció en la edición del País Vasco de El País en el 2006, pero eso es lo de menos, porque refleja el espíritu de buena parte de la sociedad estadounidense. Siempre se ha dicho que allí los pobres no se consideran pobres sino ricos que están atravesando una mala racha y refleja muy bien lo que es el marco mental de buena parte de esa sociedad. (Marco mental es la mejor traducción que se me ha ocurrido para “frame of mind” pero reconozco que se pierden matices respecto al original).
[7] Llevado por el poso de mi educación católica pensaba no citarle como acto de caridad pero al final he preferido aquello de “que cada palo aguante su vela y cada perro se lama su cipote”: @BlackSpartak: “Valoraciones intempestivas de las elecciones andaluzas de un anarquista”, alasbarricadas.org, 03/12/18. Es el único texto incluido con posterioridad a las elecciones andaluzas cuyo resultado no ha influido en lo que se escribe aquí. En el mismo medio he leído una aportación curiosa de alguien a quien no respeto demasiado (otro de los defensores de La Práctica): en las cuatro elecciones celebradas en Alemania entre setiembre de 1930 y marzo de 1933 Hitler sólo perdió votos cuando creció la abstención, en noviembre de 1932. Acratosaurio: “Parar al fascismo... ¿Votando?”, alasbarricadas.org, 08/12/18.
[8] Anselm Jappe: Guy Debord, Anagrama, (Barcelona), 1998, pp. 156s.
[9] Por supuesto, esta crítica que hago a Jappe no puede ponerse al mismo nivel que las que hago a tanto emborronador de folios como corre por ahí...
[10] Ya he escrito que todo esto estaba pensado antes de las elecciones andaluzas pero era tan obvio... Después del recuento escuché hablar a Teresa Rodríguez. No tengo conciencia de haberla oído antes pero daba vergüenza ajena. No era capaz de terminar una frase, parecía Rajoy. Una profesora que no sabe hablar, magnífico...
[11] Que si no me equivoco significa “gobierno de la casa”. Que es muy probable que me equivoque porque hice el bachillerato de ciencias puras.
[12] Como dice el Himno de Riego, nuestra Marsellesa. Se habla mucho de la revolución del 36 en Barcelona y Aragón y se suele olvidar que no nació de la acción propia sino de los errores del enemigo. Todos los intentos revolucionarios anarquistas anteriores no pasaron de fracasos sonados.









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