martes, 3 de diciembre de 2019

LOS HIJOS DEL CABO PIRIS



 Un día de febrero de 1975 el agente de la Policía Local, el cabo Piris, hacía la ronda por la calle Moret, cuando, según contó él, vio a muchachos del colegio San Antonio arremolinados ante el escaparate de la librería Figueroa. El agente dijo que los adolescentes estaban haciendo comentarios obscenos viendo la imagen de una mujer desnuda. Ni corto ni perezoso, el cabo entró en la librería y le dijo a la propietaria, a Charete García Figueroa, que retirara inmediatamente la imagen de la mujer desnuda. Poco le importó que le dijera que era la reproducción de una obra de arte, de La Maja Desnuda que pintó Francisco de Goya y Lucientes. Para Piris era indecente y había que retirarla, sin más[1].

Dos noticias. En un comedor de la Universidad de Cambridge han retirado un cuadro porque ofendía a los herbívoros y los soberanistas catalanes han rechazado airadamente la sugerencia de instalar una sede del Museo del Prado en Barcelona justo aquí al ladito de mi casa por “colonialista”.

Lo importante
Resulta que de una pared del comedor de Hughes Hall, un college de la Universidad de Cambridge, cuelga una pintura de Jan Snyders titulada “El mercado de aves”, que presenta animales muertos retratados con tal exactitud que a algunos estudiantes se les atragantaba el brócoli[2].
Jan Snyders era un pintor de Amberes especializado en lo que hoy llamamos bodegones o naturalezas muertas con muy buena mano para pintar animales. Entonces ese tipo de pintura se consideraba un género menor, la ambición de un pintor debía ser llegar a retratista o pintor de escenas históricas laicas o religiosas[3]. Sin embargo Snyders supo convertir su debilidad en fortaleza cual si hubiera leído libros de autoayuda y encontrar su nicho de mercado, expresión magnífica que trasluce que hoy por hoy el mercado es un cementerio. Artistas de la talla de Rubens, Van Dyck o Jordaens le contrataban para que pintase los bodegones y animales de sus cuadros. Si le confiaban a ojos cerrados lo que ellos iban a firmar es evidente que era bueno pero seguro que él nunca pensó que tanto como para escandalizar a unos niñatos que se han criado viendo miles de muertes humanas reales y de ficción[4].

Esta noticia tiene tantas implicaciones que sobre ella se podrían escribir varias tesis doctorales.
Hace medio siglo se debatía mucho sobre el papel del artista en la sociedad. Las vanguardias artísticas entienden que la función del arte es sacudir las conciencias. El arte ha de ser incómodo, molesto. Lo curioso es que cuando estas teorías comenzaron a tomar forma en el siglo XIX la meta de los artistas era escandalizar a los burgueses pero los burgueses les siguieron el juego. Literalmente pagaban para que les insultasen, aunque utilizando una palabra más fina que ha pasado a todos los idiomas y que en castellano se dice epatar. Probablemente el último representante de esta corriente fuera Piero Manzoni, un auténtico genio muerto en 1963 antes de cumplir los treinta. No extraña que por entonces los situacionistas decretaran la muerte del arte[5].
Si se sigue esta línea de razonamiento, el arte oficial, el sancionado como bueno por los críticos de cada época, se podría dividir entre el que halaga a los poderosos y el que los cuestiona y la línea temporal coincidiría con el nacimiento de la burguesía. Existiría entonces un arte al servicio de la aristocracia laica o eclesiástica que se haría contestatario precisamente gracias a la aparición del capitalismo, pero las cosas no son tan sencillas. El arte no es sencillo, al menos el bueno.


Tomemos a Caravaggio, que siempre trabajó por encargo de los poderosos. Un día se divierte pintando un efecto maravilloso, una cesta de frutas que parece sobresalir del cuadro. Es un ejercicio de pericia técnica, hasta que decide incluirlo en una escena evangélica. Ahí consigue que la atención no la atraiga El Sandalias sino la cesta con su fruta madura, lo que crea una tensión enorme. No hoy, claro, que las audioguías te explican hacia dónde debes mirar y lo que debes sentir. Si está en la explicación lo ves y lo entiendes y tal y si no a por el siguiente... Podríamos hablar de sus maravillosas carnaciones, cómo en un mismo cuadro conviven la piel joven, la piel vieja y la que está entre medio, que ni siquiera tiene nombre. Sí, una muestra de bravura pictórica, pero también una muestra de desasosiego para quienes lo encargaron y que comprobaban que la atención no se dirigía a la lección piadosa sino hacia una sensación que podría haber estado en un cuadro que representara a hotentotes. O cuestiones de composición, como colocar a un ángel cabeza abajo o patas arriba pintado con tal realismo que acapara él sólo toda la escena y maldito el mensaje que se quería transmitir. O permitirse chistes de calibre tan grueso como pintar a la virgen o santa protagonista con la traza de la prostituta favorita del eclesiástico que encargaba el cuadro.
Es sabido que en la sillería de coro de las catedrales góticas es muy distinto lo que se contempla cuando la silla está bajada que cuando observamos el dorso. Pero ambos casos podrían entenderse como desahogos temporales, válvulas de escape que permiten la perpetuación del sistema[6].
En suma, habría un arte acomodaticio para el Poder, con las salvedades correspondientes para los Caravaggios de cada época y un arte abiertamente contestatario tolerado e incluso alentado por un Poder posterior que expiaba su mala conciencia[7].

En realidad esto es lo que me hace reír.
Cambridge era el refugio de la aristocracia que luego se abrió a la burguesía siguiendo el conocido esquema de yo tengo títulos, tú tienes dinero, casemos a nuestros hijos y tendremos lo mejor de los dos mundos. Si los estudiantes se sienten más nobles que burgueses deberían admirar el cuadro por lo que tiene de reafirmación de su condición. Si burgueses, de lo que encierra de desafío a la norma establecida.
En cualquier caso, un triunfo rotundo para Snyders que les revuelve el estómago, aunque no lo entenderán por mucho que se lo expliquemos...

Lo que cuelga
Respecto a la última de los supremacistas xenófobos no hay mucho que comentar y tampoco puede ser en orden porque es una cualidad de la que carecen. Por ejemplo, en el Museo del Prado se conservan cuadros de Snyder. Hay quien apunta que la abundancia de comida que desplegaba en sus lienzos era propaganda velada de la monarquía española, que querría mostrar así la riqueza en la que vivían los territorios flamencos administrados por ella frente a la rancia austeridad de los calvinistas holandeses. En ese caso podrían alinearse con los estudiantes mascahierbas de Cambridge. El problema es que la esencia catalana reside en lugares como Vic u Olot que basan su prosperidad en la industria cárnica. Una industria de productos del cerdo que utiliza sobre todo mano de obra musulmana practicante por la cuestión de los salarios...
En fin, sobre los independentistas cabe decir que sin juzgar lo que parezcan vistos de uno en uno[8], colectivamente parecen imbéciles. Y ya se sabe, si parece un pato...




[1] Sergio Lorenzo: “El cachondeo de La Maja Desnuda y el cabo Piris”, Hoy, 26/03/17. Sucedió en Cáceres. Por una vez no he respetado las negritas porque me ha parecido que no apuntaban pistas de ninguna clase y tampoco daré más referencias periodísticas porque me han parecido especialmente bárbaras, como decir que Jan Snyders era un pintor inglés.
[2] El título que lleva es The Fowl Market, que vendría a ser un mercado de aves “descatalogadas” (machos demasiado viejos o enfermos o hembras que ya no ponen) que se transportaban allí vivas y se iban sacrificando en el propio mercado a medida de las necesidades. La mayoría de títulos de los cuadros que conocemos se han dado en época reciente porque en los inventarios antiguos simplemente se describía el contenido. Los contemporáneos de Velázquez se habrían escandalizado de saber que hoy llamamos Las meninas a lo que ellos hubieran llamado La familia de Felipe IV. En su mente no cabía que habiendo personajes de la realeza en un cuadro se le diese el nombre de unos criados. Cuando estudiaba tercero de carrera leí un artículo largo y bien argumentado escrito por un profesor universitario que dejaba claro que La vieja friendo huevos de Velázquez en realidad no los freía sino que hacía otra preparación con ellos que ya no recuerdo porque han pasado muchos años...
[3] Carlos III recibió como regalo una osa hormiguera traída de América y ordenó a su pintor de cámara Mengs que la retratara. Hoy los críticos de arte sospechan que el verdadero autor del retrato de la osa fue uno de los discípulos de Mengs, un tal Francisco de Goya.


[4] Heinrich Himmler acudió a una corrida de toros y le pareció un espectáculo tan cruel que se mareó y abandonó la plaza antes de que terminara el espectáculo. Hay por ahí una Regla de Goodwill o Godwill o Goodwin o Godwin que dice que el primero que en una discusión saca a relucir el nazismo pierde. Me importa tanto que aprovecho para decir aquí que Hitler era vegetariano.
[5] Sus epígonos Christo y Jeanne – Claude han sido expertos insuperables en lo de desplumar a recién llegados al mundo de la riqueza pero lo cierto es que vivieron treinta años de explotar el mismo concepto, a diferencia de Manzoni que no dejaba de discurrir...
[6] El concepto de válvula de escape es medieval, basado en los agujeros tapados por cuñas de los toneles de vino. De vez en cuando se retiraban para que escapasen los gases y alejar así el riesgo de explosión.
[7] En la ciudad donde me crié muchas obras de caridad de fines del XIX y principios del XX estaban financiadas por hijas de negreros.
[8] Se cuenta que a Churchill le preguntaron qué opinaba de los franceses y respondió no sé, no los conozco a todos. A Churchill se le atribuyen miles de anécdotas y si esta es cierta no me duele reconocer que aquel día estuvo inspirado, pese a lo que me repele el personaje.

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