Dos noticias. En
un comedor de la Universidad de Cambridge han retirado un cuadro porque ofendía
a los herbívoros y los soberanistas catalanes han rechazado airadamente la
sugerencia de instalar una sede del Museo del Prado en Barcelona justo aquí al
ladito de mi casa por “colonialista”.
Lo importante
Resulta que de
una pared del comedor de Hughes Hall, un college de la Universidad de
Cambridge, cuelga una pintura de Jan Snyders titulada “El mercado de aves”, que
presenta animales muertos retratados con tal exactitud que a algunos
estudiantes se les atragantaba el brócoli[2].
Jan Snyders era
un pintor de Amberes especializado en lo que hoy llamamos bodegones o
naturalezas muertas con muy buena mano para pintar animales. Entonces ese tipo
de pintura se consideraba un género menor, la ambición de un pintor debía ser
llegar a retratista o pintor de escenas históricas laicas o religiosas[3].
Sin embargo Snyders supo convertir su debilidad en fortaleza cual si hubiera
leído libros de autoayuda y encontrar su nicho de mercado, expresión
magnífica que trasluce que hoy por hoy el mercado es un cementerio. Artistas de
la talla de Rubens, Van Dyck o Jordaens le contrataban para que pintase los
bodegones y animales de sus cuadros. Si le confiaban a ojos cerrados lo que
ellos iban a firmar es evidente que era bueno pero seguro que él nunca pensó
que tanto como para escandalizar a unos niñatos que se han criado viendo miles
de muertes humanas reales y de ficción[4].
Esta noticia
tiene tantas implicaciones que sobre ella se podrían escribir varias tesis
doctorales.
Hace medio siglo
se debatía mucho sobre el papel del artista en la sociedad. Las vanguardias
artísticas entienden que la función del arte es sacudir las conciencias. El
arte ha de ser incómodo, molesto. Lo curioso es que cuando estas teorías
comenzaron a tomar forma en el siglo XIX la meta de los artistas era
escandalizar a los burgueses pero los burgueses les siguieron el juego.
Literalmente pagaban para que les insultasen, aunque utilizando una palabra más
fina que ha pasado a todos los idiomas y que en castellano se dice epatar.
Probablemente el último representante de esta corriente fuera Piero Manzoni, un
auténtico genio muerto en 1963 antes de cumplir los treinta. No extraña que por
entonces los situacionistas decretaran la muerte del arte[5].
Si se sigue esta
línea de razonamiento, el arte oficial, el sancionado como bueno por los
críticos de cada época, se podría dividir entre el que halaga a los poderosos y
el que los cuestiona y la línea temporal coincidiría con el nacimiento de la
burguesía. Existiría entonces un arte al servicio de la aristocracia laica o
eclesiástica que se haría contestatario precisamente gracias a la aparición del
capitalismo, pero las cosas no son tan sencillas. El arte no es sencillo, al
menos el bueno.
Tomemos a
Caravaggio, que siempre trabajó por encargo de los poderosos. Un día se
divierte pintando un efecto maravilloso, una cesta de frutas que parece
sobresalir del cuadro. Es un ejercicio de pericia técnica, hasta que decide
incluirlo en una escena evangélica. Ahí consigue que la atención no la atraiga
El Sandalias sino la cesta con su fruta madura, lo que crea una tensión enorme.
No hoy, claro, que las audioguías te explican hacia dónde debes mirar y lo que
debes sentir. Si está en la explicación lo ves y lo entiendes y tal y si no a
por el siguiente... Podríamos hablar de sus maravillosas carnaciones, cómo en
un mismo cuadro conviven la piel joven, la piel vieja y la que está entre
medio, que ni siquiera tiene nombre. Sí, una muestra de bravura pictórica, pero
también una muestra de desasosiego para quienes lo encargaron y que comprobaban
que la atención no se dirigía a la lección piadosa sino hacia una sensación que
podría haber estado en un cuadro que representara a hotentotes. O cuestiones de
composición, como colocar a un ángel cabeza abajo ― o
patas arriba ― pintado con tal realismo que acapara él
sólo toda la escena y maldito el mensaje que se quería transmitir. O permitirse
chistes de calibre tan grueso como pintar a la virgen o santa protagonista con
la traza de la prostituta favorita del eclesiástico que encargaba el cuadro.
Es sabido que en
la sillería de coro de las catedrales góticas es muy distinto lo que se
contempla cuando la silla está bajada que cuando observamos el dorso. Pero
ambos casos podrían entenderse como desahogos temporales, válvulas de escape
que permiten la perpetuación del sistema[6].
En suma, habría
un arte acomodaticio para el Poder, con las salvedades correspondientes para
los Caravaggios de cada época y un arte abiertamente contestatario tolerado e incluso
alentado por un Poder posterior que expiaba su mala conciencia[7].
En realidad esto
es lo que me hace reír.
Cambridge era el
refugio de la aristocracia que luego se abrió a la burguesía siguiendo el
conocido esquema de yo tengo títulos, tú tienes dinero, casemos a nuestros
hijos y tendremos lo mejor de los dos mundos. Si los estudiantes se sienten
más nobles que burgueses deberían admirar el cuadro por lo que tiene de
reafirmación de su condición. Si burgueses, de lo que encierra de desafío a la
norma establecida.
En cualquier
caso, un triunfo rotundo para Snyders que les revuelve el estómago, aunque no
lo entenderán por mucho que se lo expliquemos...
Lo que cuelga
Respecto a la
última de los supremacistas xenófobos no hay mucho que comentar y tampoco puede
ser en orden porque es una cualidad de la que carecen. Por ejemplo, en el Museo
del Prado se conservan cuadros de Snyder. Hay quien apunta que la abundancia de
comida que desplegaba en sus lienzos era propaganda velada de la monarquía
española, que querría mostrar así la riqueza en la que vivían los territorios
flamencos administrados por ella frente a la rancia austeridad de los
calvinistas holandeses. En ese caso podrían alinearse con los estudiantes
mascahierbas de Cambridge. El problema es que la esencia catalana reside en
lugares como Vic u Olot que basan su prosperidad en la industria cárnica. Una
industria de productos del cerdo que utiliza sobre todo mano de obra musulmana
practicante por la cuestión de los salarios...
En fin, sobre
los independentistas cabe decir que sin juzgar lo que parezcan vistos de uno en
uno[8],
colectivamente parecen imbéciles. Y ya se sabe, si parece un pato...
[1]
Sergio Lorenzo: “El cachondeo de La Maja Desnuda y el cabo Piris”, Hoy, 26/03/17.
Sucedió en Cáceres. Por una vez no he respetado las negritas porque me ha
parecido que no apuntaban pistas de ninguna clase y tampoco daré más
referencias periodísticas porque me han parecido especialmente bárbaras, como
decir que Jan Snyders era un pintor inglés.
[2] El
título que lleva es The Fowl Market, que vendría a ser un mercado de aves
“descatalogadas” (machos demasiado viejos o enfermos o hembras que ya no ponen)
que se transportaban allí vivas y se iban sacrificando en el propio mercado a
medida de las necesidades. La mayoría de títulos de los cuadros que conocemos
se han dado en época reciente porque en los inventarios antiguos simplemente se
describía el contenido. Los contemporáneos de Velázquez se habrían
escandalizado de saber que hoy llamamos Las meninas a lo que ellos
hubieran llamado La familia de Felipe IV. En su mente no cabía que
habiendo personajes de la realeza en un cuadro se le diese el nombre de unos
criados. Cuando estudiaba tercero de carrera leí un artículo largo y bien
argumentado escrito por un profesor universitario que dejaba claro que La
vieja friendo huevos de Velázquez en realidad no los freía sino que hacía
otra preparación con ellos que ya no recuerdo porque han pasado muchos años...
[3]
Carlos III recibió como regalo una osa hormiguera traída de América y ordenó a
su pintor de cámara Mengs que la retratara. Hoy los críticos de arte sospechan
que el verdadero autor del retrato de la osa fue uno de los discípulos de
Mengs, un tal Francisco de Goya.
[4]
Heinrich Himmler acudió a una corrida de toros y le pareció un espectáculo tan
cruel que se mareó y abandonó la plaza antes de que terminara el espectáculo.
Hay por ahí una Regla de Goodwill o Godwill o Goodwin o Godwin que dice que el
primero que en una discusión saca a relucir el nazismo pierde. Me importa tanto
que aprovecho para decir aquí que Hitler era vegetariano.
[5]
Sus epígonos Christo y Jeanne – Claude han sido expertos insuperables en lo de
desplumar a recién llegados al mundo de la riqueza pero lo cierto es que
vivieron treinta años de explotar el mismo concepto, a diferencia de Manzoni
que no dejaba de discurrir...
[6] El
concepto de válvula de escape es medieval, basado en los agujeros tapados por
cuñas de los toneles de vino. De vez en cuando se retiraban para que escapasen
los gases y alejar así el riesgo de explosión.
[7] En
la ciudad donde me crié muchas obras de caridad de fines del XIX y principios
del XX estaban financiadas por hijas de negreros.
[8] Se
cuenta que a Churchill le preguntaron qué opinaba de los franceses y respondió no
sé, no los conozco a todos. A Churchill se le atribuyen miles de anécdotas
y si esta es cierta no me duele reconocer que aquel día estuvo inspirado, pese
a lo que me repele el personaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario