viernes, 8 de junio de 2018

LA RUEDA DE LA FORTUNA



Han sido días de muchas sorpresas.
El miércoles 23 de mayo el Partido Popular conseguía aprobar los presupuestos generales del estado y todos los grandes analistas políticos coincidían en que Rajoy se había asegurado la legislatura hasta el año 2020. El día 1 de junio Pedro Sánchez era el nuevo presidente del gobierno.
Podemos decir que ya hemos visto casi todo. ¿Cuántas generaciones pueden presumir de haber visto abdicar a un rey de España y renunciar a un papa? Los más viejos también hemos vivido un año con tres papas y el paso del cometa Halley. No es mal balance...
Sí, lo sé, omito un dato importante, la sentencia del “Caso Gürtel” conocida el día 24, que en opinión del sargento Torra[1] era una cortina de humo para tapar una operación policial contra la Diputación de Barcelona. No hay que perder de vista que alguna gente de Podemos había dicho antes que lo del chalet de Iglesias y Montero era otra cortina de humo para tapar la detención de Eduardo Zaplana.  Pero lo sucedido esa semana fue tan impensado que ni siquiera le comió terreno la dimisión de Zidane. Es fácil imaginar el espacio que hubiera ocupado esa noticia si verdaderamente Rajoy se hubiera asegurado la legislatura hasta el 2020 como tenía escrito el consejo de sabios.
No he leído la sentencia, no tengo esa costumbre. Demasiadas malas influencias literarias se cruzan en mi camino como para añadir a la lista la terrible prosa judicial. Pero es que en este caso no importa, me basta con lo que se ha dicho que dice: que el Partido Popular mantenía una estructura paralela dedicada a las malas artes y que Rajoy no dijo la verdad cuando prestó testimonio.
Lo de la sentencia me llama la atención, me recuerda a lo de Cifuentes y no puedo evitar la molesta impresión de que empiezo a no entender los códigos de la época. ¿Realmente hacía falta una condena al Partido Popular a título lucrativo para saber lo que es el PP? Sea como fuere, es claro que ha sido la gota que colma el vaso...
Pero no quiero meterme a analista político, simplemente quería dejar unas impresiones rápidas sin duda influidas por la melancolía que me ataca cada primavera.

Pienso en Rajoy[2].
Aznar le designó sucesor aunque no era el aspirante favorito. Hoy resulta sorprendente recordar que el favorito era Rodrigo Rato y que los méritos de Rajoy se fundaban en su gestión del naufragio del Prestige. Pero aunque Aznar  no se presentaba a la reelección fue quien diseñó la campaña electoral, cuya idea central se basaba en que Rajoy pasase lo más desapercibido posible para que la gente votase por Rajoy creyendo que aún votaba por Aznar. (Que esta por sí sola también es de apuntar).
Y acaeció lo imprevisto, el criminal atentado cuádruple del 11 de marzo del 2004. Y como Aznar era el que mandaba en la campaña, decidió jugarse el órdago a la baza de ETA sin que Rajoy alegase nada y perdió.
Recuerdo las declaraciones del hoy preso Eduardo Zaplana lamentándose de que en cualquier otro país un atentado así habría favorecido al gobierno. De aquella incomprensión nacieron unas teorías repugnantes que mezclaban en diferentes proporciones a ETA, el PSOE, la Policía Nacional, Al Qaeda y los servicios secretos marroquíes.
El resultado curioso fue que como la campaña se había centrado en Aznar la gente acudió en masa a las urnas a darle una patada en el culo de Rajoy. Se escuchaba mucho aquella alucinante frase de “hemos echado a Aznar”, que no se presentaba[3].
Así que no es este el primer soplamocos que Fortuna propina a Rajoy. Ya tiene práctica en eso de que su sueño se haga trizas de la noche a la mañana. Y como había fallado, Aznar le puso al lado dos custodios que él aceptó sin rechistar, porque su poquedad natural le impedía dar un golpe en la mesa y decir que aquí mandaba él. Conviene recordarlos, uno era el hoy preso Eduardo Zaplana y el otro Ángel Acebes, que aunque aún duerme en casa ha pasado de Ministro del Interior a visitar juzgados. Con semejantes asesores no es de extrañar que el sinsorgo Rodríguez Zapatero[4] volviese a patearle el culo en el 2008 y empezó a correr la voz de que la oblicua Esperanza Aguirre conspiraba para quedarse con su silla.
Ahí ya no pudo más y se decidió a dar ese golpe en la mesa. En realidad un golpecito, pues su tutor Aznar ya se había desentendido de la suerte del partido y se daba a los negocios varios a través de una sociedad de nombre inolvidable, Famaztella, contracción de Familia Aznar Botella. Francisco Camps, siempre dispuesto a quedar bien con los poderosos con el dinero ajeno[5], le montó un congreso del partido en Valencia para que se luciera. Esperanza Aguirre declinó el combate y Rajoy soltó lastre. “Tengo derecho a formar mi propio equipo”, dicen que dijo.
Pero aún le tocó esperar tres años y quién sabe lo que sintió el día que España ganó el mundial de fútbol y él no era presidente... La pregunta ociosa es si obtuvo el cargo porque le votaban a él o porque los votantes querían darle una patada a Rodríguez Zapatero en el culo de Pérez Rubalcaba como le pasó a él siete años antes. El caso es que consiguió una mayoría absoluta para hacer y deshacer a su antojo.
Y vaya si deshizo. El roto provocado por su reforma laboral aún se arrastrará durante muchos años y la multiplicación estratosférica de la deuda pública es un lastre cuyos efectos futuros es mejor no pararse a calcular.
De forma que cuando en el 2015 optó a revalidar su mandato perdió sesenta y tres diputados, prácticamente un tercio de los ciento ochenta y seis que tenía, un hecho inédito desde 1977[6]. Luego consiguió maquillar un poco el resultado en la repetición electoral donde aumentó doce, hasta ciento treinta y siete , pero contando con que la mayoría absoluta está en ciento setenta y seis, no era para tirar cohetes. Pero estoy adelantando acontecimientos...

Y aquí entra en juego Pedro Sánchez. Obviaré su biografía anterior del mismo modo que no he mencionado los ministerios ocupados por Rajoy o su inolvidable participación en la serie televisiva Jacinto Durante, representante[7]. Muchos supimos de la existencia de Pedro Sánchez cuando se presentó al las primarias del PSOE a disputar la silla que dejó el nefasto Alfredo Pérez Rubalcaba. Según el parecer general de los expertos, su candidatura había sido impulsada por Susana Díaz para frenar a Eduardo Madina considerando que sería alguien fácil de manejar[8]. Sánchez consiguió el 49% de los votos y Madina el 36. Con ese bagaje se presentó a las elecciones y el PSOE obtuvo 90 escaños, segundo tras los ciento veintitrés del PP. Le tocaba formar gobierno a Mariano pero se acojonó y cedió el turno porque no lo veía claro. Sánchez lo intentó y fracasó y se hubo de ir a la repetición de elecciones y el pueblo soberano premió la inacción de Rajoy y castigó la iniciativa de Sánchez. Mariano subió catorce y Pedro bajó cinco o seis[9].
Pero a Mariano seguían sin cuadrarle los números desde el momento en que Sánchez se enrocó en votar no a su posible investidura. No había otra opción que derrocarle desde dentro del propio PSOE y el golpe palaciego llegó el 28 de setiembre del 2016.
Sin embargo, el desposeído Sánchez no se arredró. Perdida la secretaría general, renunció a la única tribuna pública que le quedaba, su escaño de diputado, para no propiciar con su voto la investidura de Rajoy. Y prometió que lucharía por reconquistar la secretaría general del PSOE, lo que consiguió en mayo vapuleando a Susana Díaz. Que esta vez sí se atrevió a presentarse porque los grandes analistas políticos que llenan las tribunas de los periódicos le dijeron que lo tenía hecho. Creo que aún recuerda el sabor del barro.
El resto es bien sabido. En un año cumplido Sánchez es presidente del gobierno. La realidad disiente una vez más de los vaticinios de los grandes analistas políticos, que veían a Albert Rivera como próximo ocupante de ese puesto, aunque no tan pronto.

Lo sé, la ascensión de Sánchez así contada suena a relato épico. Pero es que lo es, y más si se compara con la trayectoria de Rajoy, un hombre al que se las ponían como a Fernando Séptimo pero cuando cogía el taco sólo conseguía hacer un siete en el tapete. De hecho, mi opinión es que Pedro Sánchez es inteligente. Partiendo con todas las apuestas en contra y fiado en su enorme fuerza de voluntad y algunas decisiones hábiles ha llegado a su objetivo de una forma rápida y limpia ante la que hay pocos ejemplos que anteponer. No sé si las decisiones han sido suyas o de sus consejeros, pero saberse aconsejar bien también es una virtud. Inteligente, osado, voluntarioso y bien aconsejado. En teoría, el gobernante perfecto.  Y sin embargo...[10]
No. Sigo sin creer en las virtudes de un gobernante, por muchas cualidades que pueda reunir. El gobierno ha de ser colectivo porque los problemas también lo son. Sé que suena raro, pero ¿no suena raro todo lo que estoy contando? En una época tan movediza aún nos queda la esperanza.

En la Edad Media se prestó mucha atención a La consolación de la Filosofía, un texto del autor romano Boecio. Muchos autores lo comentaron y muchos miniaturistas ilustraron los comentarios y con el correr de los siglos acabó por crearse una representación artística, La rueda de la Fortuna. Aparece la diosa Fortuna, muchas veces con los ojos vendados para mostrar su arbitrariedad, gobernando una rueda en la que hay varios reyes montados a horcajadas, con todos sus atributos reales (corona, ropajes, cetros y demás). La rueda se gobierna a través de una manivela que maneja Fortuna a su capricho. El resultado es que el que hoy reina con todos los beneplácitos mañana es una figura caída en el fango que pisamos a diario los mortales.
No sé si Mariano estará muy al día sobre iconografía medieval, le supongo más cercano a la ruleta de la fortuna que presentaba el gran Fernando Esteso. Pero no por eso dejo de imaginar la miniatura: Mariano en lo alto de la rueda fumando un gran puro y Fortuna estirando el brazo para poder ejecutar un largo giro de manivela con comodidad.


[1] Al parecer no llegó a alférez de complemento, se quedó en sargento porque sacó malas notas.
[2] Y al escribir ambas palabras juntas recuerdo una de sus mejores frases, aunque no es de las más difundidas: “¿Ustedes piensan antes de hablar o hablan tras pensar?”
[3] Tengo otro recuerdo cómico de aquellas fechas. A Rajoy y Rodríguez Zapatero les plantearon el mismo cuestionario en un periódico (El País, si no me traiciona la memoria). A la pregunta de “Café, copa y puro, ¿de qué prescindiría usted?” Rajoy contestaba que del café, y a la de qué periódico compraría su respuesta fue “El Marca”. Hoy obvia pero entonces algo sorprendente...
[4] Otra nota chusca. Escribo sus dos apellidos porque escuché una vez a una venezolana preguntar por qué le llamábamos Zapatero  si se llama José Luis Rodríguez. Pinta de puma no tiene...
[5] No se olvide que mientras debía meses a las farmacias sí pagaba a tocateja a Iñaki Urdangarín por proyectos que nunca pasaron del papel.
[6] Voy a ser preciso. Adolfo Suárez ganó tres diputados de 1977 a 1979 (de 165 a 168). Felipe González se dejó dieciocho por el camino entre 1982 y 1986 pero es que venía del mejor resultado jamás obtenido y aún con eso conservó una cómoda mayoría absoluta (202 y 184 respectivamente). Aznar llegó a la presidencia con el resultado más exiguo hasta entonces, 156 diputados, lo que le obligó a hablar catalán en la intimidad, pero en el 2000 se pudo resarcir con una mayoría absoluta de 183 diputados. Zapatero consiguió 164 en 2004 y 169 en 2008, curiosamente un resultado muy parecido al de Adolfo Suárez. Y curiosamente los dos acabaron yéndose a casa antes de tiempo, aunque en circunstancias diferentes.
[7] De aquella negra época de la televisión pública aún se arrastra el infame culebrón Cuéntame cómo pasó, verdadera mina de oro para varios de los peores actores del cine español. Eso sí, hay que alabar su capacidad de supervivencia. No sé si Sánchez podrá estar a tantas cosas a la vez como para ocuparse de ella pero sería de agradecer, aunque sospecho que no será así.
[8] Entonces se decía de Susana Díaz que era un “animal político”. Desde Aristóteles sabemos que ambos términos son antagónicos, así que cada quien se puede quedar con el que más le guste.
[9] Hay quien cuenta el de Nueva Canarias como suyo y hay quien no. Así pues, serían 84 u 85.
[10] Ahora que Sánchez ha presentado su gobierno me llama la atención la unanimidad admirativa de los opinantes hacia Pedro Duque. Le recuerdo soberbio despreciando a los “turistas espaciales” en una entrevista sin ser capaz de reconocer que él ha sido el turista más caro de la historia aeroespacial. Hablando en pesetas, que era la moneda que corría entonces, nos costó unos dos mil quinientos millones montarle en una nave con una rojigualda y un chorizo para orbitar en torno a la tierra como cualquier otro turista espacial, que al menos satisface su capricho con su propio dinero. También le recuerdo prepotente, zafio y abusón cuando en un turno de preguntas un niño le formuló la obvia: ¿por qué se gastan millonadas en armar naves espaciales (que no aportan absolutamente nada y por eso ya no se mandan, añado yo) mientras hay gente que muere de hambre? Si el gobierno de Sánchez dura lo suficiente, ya se retratará.



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