Han sido días de
muchas sorpresas.
El miércoles 23 de
mayo el Partido Popular conseguía aprobar los presupuestos generales del estado
y todos los grandes analistas políticos coincidían en que Rajoy se había
asegurado la legislatura hasta el año 2020. El día 1 de junio Pedro Sánchez era
el nuevo presidente del gobierno.
Podemos decir
que ya hemos visto casi todo. ¿Cuántas generaciones pueden presumir de haber
visto abdicar a un rey de España y renunciar a un papa? Los más viejos también
hemos vivido un año con tres papas y el paso del cometa Halley. No es mal
balance...
Sí, lo sé, omito
un dato importante, la sentencia del “Caso Gürtel” conocida el día 24, que en
opinión del sargento Torra[1]
era una cortina de humo para tapar una operación policial contra la Diputación
de Barcelona. No hay que perder de vista que alguna gente de Podemos había
dicho antes que lo del chalet de Iglesias y Montero era otra cortina de humo para
tapar la detención de Eduardo Zaplana. Pero lo sucedido esa semana fue tan impensado
que ni siquiera le comió terreno la dimisión de Zidane. Es fácil imaginar el
espacio que hubiera ocupado esa noticia si verdaderamente Rajoy se hubiera
asegurado la legislatura hasta el 2020 como tenía escrito el consejo de sabios.
No he leído la
sentencia, no tengo esa costumbre. Demasiadas malas influencias literarias se
cruzan en mi camino como para añadir a la lista la terrible prosa judicial.
Pero es que en este caso no importa, me basta con lo que se ha dicho que dice:
que el Partido Popular mantenía una estructura paralela dedicada a las malas
artes y que Rajoy no dijo la verdad cuando prestó testimonio.
Lo de la
sentencia me llama la atención, me recuerda a lo de Cifuentes y no puedo evitar
la molesta impresión de que empiezo a no entender los códigos de la época.
¿Realmente hacía falta una condena al Partido Popular a título
lucrativo para saber lo que es el PP? Sea como fuere, es claro que ha sido la
gota que colma el vaso...
Pero no quiero
meterme a analista político, simplemente quería dejar unas impresiones rápidas
sin duda influidas por la melancolía que me ataca cada primavera.
Aznar le designó
sucesor aunque no era el aspirante favorito. Hoy resulta sorprendente recordar
que el favorito era Rodrigo Rato y que los méritos de Rajoy se fundaban en su
gestión del naufragio del Prestige. Pero aunque Aznar no se presentaba a la reelección fue quien
diseñó la campaña electoral, cuya idea central se basaba en que Rajoy pasase lo
más desapercibido posible para que la gente votase por Rajoy creyendo que aún
votaba por Aznar. (Que esta por sí sola también es de apuntar).
Y acaeció lo
imprevisto, el criminal atentado cuádruple del 11 de marzo del 2004. Y como
Aznar era el que mandaba en la campaña, decidió jugarse el órdago a la baza de
ETA sin que Rajoy alegase nada y perdió.
Recuerdo las
declaraciones del hoy preso Eduardo Zaplana lamentándose de que en cualquier
otro país un atentado así habría favorecido al gobierno. De aquella
incomprensión nacieron unas teorías repugnantes que mezclaban en diferentes
proporciones a ETA, el PSOE, la Policía Nacional, Al Qaeda y los servicios
secretos marroquíes.
El resultado
curioso fue que como la campaña se había centrado en Aznar la gente acudió en
masa a las urnas a darle una patada en el culo de Rajoy. Se escuchaba mucho
aquella alucinante frase de “hemos echado a Aznar”, que no se presentaba[3].
Así que no es
este el primer soplamocos que Fortuna propina a Rajoy. Ya tiene práctica en eso
de que su sueño se haga trizas de la noche a la mañana. Y como había fallado,
Aznar le puso al lado dos custodios que él aceptó sin rechistar, porque su
poquedad natural le impedía dar un golpe en la mesa y decir que aquí mandaba
él. Conviene recordarlos, uno era el hoy preso Eduardo Zaplana y el otro Ángel
Acebes, que aunque aún duerme en casa ha pasado de Ministro del Interior a
visitar juzgados. Con semejantes asesores no es de extrañar que el sinsorgo Rodríguez
Zapatero[4]
volviese a patearle el culo en el 2008 y empezó a correr la voz de que la
oblicua Esperanza Aguirre conspiraba para quedarse con su silla.
Ahí ya no pudo
más y se decidió a dar ese golpe en la mesa. En realidad un golpecito, pues su
tutor Aznar ya se había desentendido de la suerte del partido y se daba a los
negocios varios a través de una sociedad de nombre inolvidable, Famaztella,
contracción de Familia Aznar ― Botella. Francisco
Camps, siempre dispuesto a quedar bien con los poderosos con el dinero ajeno[5],
le montó un congreso del partido en Valencia para que se luciera. Esperanza
Aguirre declinó el combate y Rajoy soltó lastre. “Tengo derecho a formar mi
propio equipo”, dicen que dijo.
Pero aún le tocó
esperar tres años y quién sabe lo que sintió el día que España ganó el mundial
de fútbol y él no era presidente... La pregunta ociosa es si obtuvo el cargo
porque le votaban a él o porque los votantes querían darle una patada a
Rodríguez Zapatero en el culo de Pérez Rubalcaba como le pasó a él siete años
antes. El caso es que consiguió una mayoría absoluta para hacer y deshacer a su
antojo.
Y vaya si
deshizo. El roto provocado por su reforma laboral aún se arrastrará durante
muchos años y la multiplicación estratosférica de la deuda pública es un lastre
cuyos efectos futuros es mejor no pararse a calcular.
De forma que
cuando en el 2015 optó a revalidar su mandato perdió sesenta y tres diputados,
prácticamente un tercio de los ciento ochenta y seis que tenía, un hecho
inédito desde 1977[6].
Luego consiguió maquillar un poco el resultado en la repetición electoral ―
donde aumentó doce, hasta ciento treinta y siete ―,
pero contando con que la mayoría absoluta está en ciento setenta y seis, no era
para tirar cohetes. Pero estoy adelantando acontecimientos...
Y aquí entra en
juego Pedro Sánchez. Obviaré su biografía anterior del mismo modo que no he
mencionado los ministerios ocupados por Rajoy o su inolvidable participación en
la serie televisiva Jacinto Durante, representante[7].
Muchos supimos de la existencia de Pedro Sánchez cuando se presentó al las
primarias del PSOE a disputar la silla que dejó el nefasto Alfredo Pérez
Rubalcaba. Según el parecer general de los expertos, su candidatura había sido
impulsada por Susana Díaz para frenar a Eduardo Madina considerando que sería
alguien fácil de manejar[8].
Sánchez consiguió el 49% de los votos y Madina el 36. Con ese bagaje se
presentó a las elecciones y el PSOE obtuvo 90 escaños, segundo tras los ciento
veintitrés del PP. Le tocaba formar gobierno a Mariano pero se acojonó y cedió
el turno porque no lo veía claro. Sánchez lo intentó y fracasó y se hubo de ir
a la repetición de elecciones y el pueblo soberano premió la inacción de Rajoy
y castigó la iniciativa de Sánchez. Mariano subió catorce y Pedro bajó cinco o
seis[9].
Pero a Mariano
seguían sin cuadrarle los números desde el momento en que Sánchez se enrocó en
votar no a su posible investidura. No había otra opción que derrocarle
desde dentro del propio PSOE y el golpe palaciego llegó el 28 de setiembre del
2016.
Sin embargo, el
desposeído Sánchez no se arredró. Perdida la secretaría general, renunció a la
única tribuna pública que le quedaba, su escaño de diputado, para no propiciar
con su voto la investidura de Rajoy. Y prometió que lucharía por reconquistar
la secretaría general del PSOE, lo que consiguió en mayo vapuleando a Susana
Díaz. Que esta vez sí se atrevió a presentarse porque los grandes analistas
políticos que llenan las tribunas de los periódicos le dijeron que lo tenía
hecho. Creo que aún recuerda el sabor del barro.
El resto es bien
sabido. En un año cumplido Sánchez es presidente del gobierno. La realidad
disiente una vez más de los vaticinios de los grandes analistas políticos, que
veían a Albert Rivera como próximo ocupante de ese puesto, aunque no tan
pronto.
Lo sé, la
ascensión de Sánchez así contada suena a relato épico. Pero es que lo es, y más
si se compara con la trayectoria de Rajoy, un hombre al que se las ponían
como a Fernando Séptimo pero cuando cogía el taco sólo conseguía hacer un
siete en el tapete. De hecho, mi opinión es que Pedro Sánchez es inteligente.
Partiendo con todas las apuestas en contra y fiado en su enorme fuerza de
voluntad y algunas decisiones hábiles ha llegado a su objetivo de una forma
rápida y limpia ante la que hay pocos ejemplos que anteponer. No sé si las
decisiones han sido suyas o de sus consejeros, pero saberse aconsejar bien
también es una virtud. Inteligente, osado, voluntarioso y bien aconsejado. En
teoría, el gobernante perfecto. Y sin
embargo...[10]
No. Sigo sin
creer en las virtudes de un gobernante, por muchas cualidades que pueda reunir.
El gobierno ha de ser colectivo porque los problemas también lo son. Sé que
suena raro, pero ¿no suena raro todo lo que estoy contando? En una época tan
movediza aún nos queda la esperanza.
En la Edad Media
se prestó mucha atención a La consolación de la Filosofía, un texto del
autor romano Boecio. Muchos autores lo comentaron y muchos miniaturistas
ilustraron los comentarios y con el correr de los siglos acabó por crearse una
representación artística, La rueda de la Fortuna. Aparece la diosa
Fortuna, muchas veces con los ojos vendados para mostrar su arbitrariedad,
gobernando una rueda en la que hay varios reyes montados a horcajadas, con
todos sus atributos reales (corona, ropajes, cetros y demás). La rueda se
gobierna a través de una manivela que maneja Fortuna a su capricho. El
resultado es que el que hoy reina con todos los beneplácitos mañana es una
figura caída en el fango que pisamos a diario los mortales.
No sé si Mariano
estará muy al día sobre iconografía medieval, le supongo más cercano a la
ruleta de la fortuna que presentaba el gran Fernando Esteso. Pero no por eso
dejo de imaginar la miniatura: Mariano en lo alto de la rueda fumando un gran
puro y Fortuna estirando el brazo para poder ejecutar un largo giro de manivela
con comodidad.
[1] Al
parecer no llegó a alférez de complemento, se quedó en sargento porque sacó
malas notas.
[2] Y
al escribir ambas palabras juntas recuerdo una de sus mejores frases, aunque no
es de las más difundidas: “¿Ustedes piensan antes de hablar o hablan tras
pensar?”
[3]
Tengo otro recuerdo cómico de aquellas fechas. A Rajoy y Rodríguez Zapatero les
plantearon el mismo cuestionario en un periódico (El País, si no me traiciona
la memoria). A la pregunta de “Café, copa y puro, ¿de qué prescindiría usted?”
Rajoy contestaba que del café, y a la de qué periódico compraría su respuesta
fue “El Marca”. Hoy obvia pero entonces algo sorprendente...
[4]
Otra nota chusca. Escribo sus dos apellidos porque escuché una vez a una
venezolana preguntar por qué le llamábamos Zapatero si se llama José Luis Rodríguez. Pinta de
puma no tiene...
[5] No
se olvide que mientras debía meses a las farmacias sí pagaba a tocateja a Iñaki
Urdangarín por proyectos que nunca pasaron del papel.
[6]
Voy a ser preciso. Adolfo Suárez ganó tres diputados de 1977 a 1979 (de 165 a
168). Felipe González se dejó dieciocho por el camino entre 1982 y 1986 pero es
que venía del mejor resultado jamás obtenido y aún con eso conservó una cómoda
mayoría absoluta (202 y 184 respectivamente). Aznar llegó a la presidencia con
el resultado más exiguo hasta entonces, 156 diputados, lo que le obligó a
hablar catalán en la intimidad, pero en el 2000 se pudo resarcir con una
mayoría absoluta de 183 diputados. Zapatero consiguió 164 en 2004 y 169 en
2008, curiosamente un resultado muy parecido al de Adolfo Suárez. Y
curiosamente los dos acabaron yéndose a casa antes de tiempo, aunque en
circunstancias diferentes.
[7] De
aquella negra época de la televisión pública aún se arrastra el infame culebrón
Cuéntame cómo pasó, verdadera mina de oro para varios de los peores
actores del cine español. Eso sí, hay que alabar su capacidad de supervivencia.
No sé si Sánchez podrá estar a tantas cosas a la vez como para ocuparse de ella
pero sería de agradecer, aunque sospecho que no será así.
[8]
Entonces se decía de Susana Díaz que era un “animal político”. Desde
Aristóteles sabemos que ambos términos son antagónicos, así que cada quien se
puede quedar con el que más le guste.
[9]
Hay quien cuenta el de Nueva Canarias como suyo y hay quien no. Así pues,
serían 84 u 85.
[10]
Ahora que Sánchez ha presentado su gobierno me llama la atención la unanimidad
admirativa de los opinantes hacia Pedro Duque. Le recuerdo soberbio
despreciando a los “turistas espaciales” en una entrevista sin ser capaz de
reconocer que él ha sido el turista más caro de la historia aeroespacial. Hablando
en pesetas, que era la moneda que corría entonces, nos costó unos dos mil
quinientos millones montarle en una nave con una rojigualda y un chorizo para
orbitar en torno a la tierra como cualquier otro turista espacial, que al menos
satisface su capricho con su propio dinero. También le recuerdo prepotente,
zafio y abusón cuando en un turno de preguntas un niño le formuló la obvia:
¿por qué se gastan millonadas en armar naves espaciales (que no aportan
absolutamente nada y por eso ya no se mandan, añado yo) mientras hay gente que
muere de hambre? Si el gobierno de Sánchez dura lo suficiente, ya se retratará.
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