Existe una
película llamada Tener y no tener[1]y
si he de ser fiel a la verdad, lo único que recuerdo de ella es que actuaban
Humphrey Bogart y Lauren Bacall, la mítica “flaca”. De hecho, es su primera
película juntos porque se conocieron en esa filmación.
El 19 de julio,
Lourdes Baeza publicaba un artículo en El País que llevaba estas dos
frases como título y antetítulo:
Israel se
consagra como “Estado nación judío” y desata la protesta de la minoría árabe
por discriminación. La polémica ley reserva solo al pueblo judío el derecho de
autodeterminación y deja el hebreo como única lengua oficial.
Hay que decir
que el título es bastante preciso porque aparte de la protesta de la minoría
árabe pocas más he leído y han sido obra de sectores más bien marginales. Y el
hecho es a la vez sorprendente y no lo es. Sorprender y no sorprender.
Por ejemplo, no
me sorprende que no proteste la catalanada. Al fin y al cabo, sólo van a
conseguir lo que ellos llevan tanto tiempo deseando, mandar al rincón a los que
somos árabes en esta su tierra. El otoño pasado recordaba que la
catalanada es muy fan de Israel, la ven como el ejemplo a seguir, y de hecho
valoraban muy positivamente el larguísimo silencio israelí, que nunca ha
condenado los hechos del modo que cualquier gobierno español hubiera deseado.
La catalanada siempre soñó con que Israel fuera el primer país democrático
que les reconociera y lo cierto es que hoy tampoco tienen razones para sentirse
desanimados aunque al final los israelíes no se atrevieran a dar el paso.
Me sorprende un
poco más que los sucesivos partidos de gobierno españoles que se han negado a
reconocer a Kosovo porque su independencia fue proclamada unilateralmente[2]
no tengan nada que decir sobre el particular. En los años 60, Palestina era el
territorio árabe más prometedor en cuestiones como el laicismo o las hoy tan
traídas y llevadas “libertades individuales” y durante medio siglo se han
aplicado a destruirlo por cualquier medio, incluidos los que no se pueden
nombrar. Pero ahora no hablamos de las colonias sino de la misma metrópoli.
Hablamos de ciudadanos de primera y de segunda, de la imposición de un idioma y
la negación de otro. Hablamos de cuestiones que, como dicen los imbéciles, deberían
hacer “saltar todas las alarmas”.
Y lo único que
escucho del actual presidente es silencio. Y lo único que escucho del bocazas
que aspira a sucederle es más silencio, que en caso de que el silencio se
pudiera amplificar atronaría desde esa bocaza. El mismo silencio que guarda el
otro cadete aspirante.
Y me resulta al
tiempo muy difícil y muy fácil de entender. Entender y no entender.
[1] En
este caso el título original fue traducido al pie de la letra: To have and
have not. Se basaba en una novela de Ernest Hemingway que no he tenido el
gusto de leer.
[2]
Pese a saber que esa independencia fue forzada por el “amigo americano” sin
ahorrar derramamiento de sangre, a saber por qué intereses...
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