Y aquí fue
Troya...
Los columnistas
de derechas salen en tromba en su defensa, que si por fin alguien responsable
que dice la verdad y los de izquierdas acometen, que si la solidaridad, la
xenofobia y todo lo demás.
Lo esperable,
desde luego, pero si se observa desde otro punto de vista puede resultar
cualquier cosa menos lógico.
Para empezar,
está la molesta cuestión del pasado. Sé que soy muy pesado con esto, pero
aparte de que sea especialmente sensible por mi deformación profesional como
historiador es que hay cosas que claman al cielo... No me tomé la molestia de
anotar la referencia pero hace poco leía a una de Podemos que listaba los
múltiples ataques contra la libertad de expresión durante la época de Rajoy ―
muy abundantes, por otra parte ―, y entre ellos
listaba el episodio de los titiriteros. ¿Soy el único que recuerda que la
primera institución que les denunció fue el Ayuntamiento de Madrid, aunque
después se arrepintiese[1]?
Pues si miramos
al pasado, parece el mundo al revés. La llegada masiva de inmigrantes se
produjo durante los dos mandatos de Aznar. Recuerdo un chiste que se contaba
poco antes de las elecciones del año 2000, cuando Aznar cambió su precaria
victoria de 1996 por una cómoda mayoría absoluta. Decía que había que votar a
Aznar porque había prometido el oro y el moro y al moro ya lo había traído. Quizá
alguien debiera contárselo a Pablo Casado, que a saber qué preocupaciones
tendría entonces. Y para quien no quiera recordar en “el otro lado”, las
famosas concertinas, que son el propio símbolo del Mal cuyo desmantelamiento
exigen como prioridad, comenzaron a instalarse a partir del 2005, cuando
gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero[2].
Vivir para ver.
Cuando la inmigración se contaba por millones los columnistas de derechas se
deshacían enumerando sus bondades. Que si hacía falta mano de obra joven para
pagar las pensiones, que si venían a ocuparse de los trabajos que los españoles
ya no queríamos hacer porque como éramos todos ricos nos daba pereza doblar el
lomo...
Hasta hace dos
meses esos mismos columnistas o sus sucesores nos atronaban con la monserga de
que España era la locomotora del crecimiento europeo, que se habían recuperado
los niveles de antes de la crisis y que todo iba fenomenal mientras los de
izquierdas hablaban del aumento de la desigualdad, del empleo basura y del
alarmante índice de pobreza infantil.
Visto lo que
decían unos y otros: ¿no sería más lógico que los zurdos estuvieran firmando lo
que hoy escriben los diestros y viceversa?
[1]
Por sus “acciones ofensivas, completamente fuera de lugar en cualquier contexto
y totalmente irrespetuosos con los valores de convivencia, respeto y diversidad
propuestos por el Ayuntamiento de Madrid”, según anoté entonces.
[2] La
página de European Security Fencing, uno de sus fabricantes, confirma mi
sospecha: se llaman así por su parecido con la concertina, un instrumento de la
familia del acordeón.
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