Mostrando entradas con la etiqueta nacionalismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta nacionalismo. Mostrar todas las entradas

lunes, 23 de diciembre de 2019

INFIERNOS QUE HIELAN Y NIEVES QUE ABRASAN



 No confío en la Justicia y me refiero a la que tenemos, no hablo en términos abstractos. Podría dar un buen montón de razones pero me limitaré a contar una historia. En tiempos del servicio militar obligatorio conocí a dos muchachos que eran amigos y se declararon insumisos el mismo día[1]. Juzgados por jueces diferentes, uno salió absuelto y al otro le cayó una pena de dos años, cuatro meses y un día. Lo mejor de todo es que antes de entrar a la sala sus respectivos abogados ya les dijeron la pena que iba a caer a cada uno e hicieron pleno.
Se podría contestar que esas cosas pasan en provincias, pero que los magistrados del Tribunal Supremo o el Constitucional son otra cosa. Por eso son magistrados, que viene de magister, maestro.
Quizá sea una manía pero tiendo a desconfiar de los que ocupan aquellos puestos en los que para ser elegido hay que poseer don de gentes y buena mano para las relaciones públicas. En realidad cuando hablamos del rescate de los bancos deberíamos hablar del rescate de las cajas, pues fueron estas las que quebraron en masa. No por casualidad, pasaron de ser las entidades más serias en el sentido de respetuosas con el dinero ajeno a volverse las más alegres desde el momento en que fueron puestas en manos de “gestores” nombrados por políticos. Por cierto, otra de las brillantes ideas del nefasto Felipe González[2].

Sucede que un tribunal europeo ha decretado que Oriol Junqueras tiene inmunidad como parlamentario europeo y eso podría traer consecuencias para los casos aún pendientes de Puigdemont y Comín. Por lo que leo no es algo cerrado, debe haber ciertas salvedades en la sentencia a las que supongo que se agarrará la justicia de aquí[3]. En cualquier caso, como dirían los periodistas, las reacciones no se han hecho esperar.
El nacionalismo catalán es ciclotímico, es un hecho bien probado. Pasan del calor al frío, del amor al odio, de la noche al día en menos de lo que se tarda en nombrarlos...
Al principio su fe en Europa era inquebrantable. Pero cuando hablo del principio hablo del 2012, cuando aún ni existía la noción del Proceso. Esta creo que no la he contado, sucedió aquella noche electoral en que Artur Mas creía que iba a pasar de los 62 escaños a la mayoría absoluta porque así lo había escrito el director de La Vanguardia y al final acabó por perder doce de los que tenía. En plena euforia no hay que olvidar que aquella Diada fue la primera multitudinaria en décadas y que tenía por lema “Cataluña, nuevo estado de Europa” , un tertulero de la radio pública catalana dijo: “Europa no puede permitirse el lujo de prescindir de Cataluña” y se quedó tan oreado. Y lo que más me llamó la atención no fue esa frase pronunciada con la voz hueca que luego se ha hecho tan característica sino que ninguno de sus compañeros dijera nada, ni siquiera un jocoso “cambia de camello”. Todos callaron otorgando.
Después vino la pérdida de la fe europea y aquello prácticamente lo conté tal cual sucedía en 2017 y por ahí atrás está guardado.
El jueves el sargento Torra colgó la bandera europea del balcón del edificio que detenta[4] sin necesidad de rebajarse a ordinarieces como pedir perdón o sentirse avergonzado por la culpa pasada. La bandera luce bien, se nota que es recién comprada o ha estado guardada durante mucho tiempo. Di que también su gesto tiene algo de plegaria porque el mismo día que la mandaba izar supo de su condena y decidió fiar sus destinos a la justicia europea que vuelve a ser amiga[5]. Pero, como digo, esto no me sorprende. Hace tiempo que el nacionalismo catalán es previsible en lo patético.
Me sorprende la contraparte. Me sorprenden esos ridículos patrioteros del entorno de VOX que han acuñado la fórmula del Spexit sin asomo alguno de ironía que, como se sabe, es la fórmula más elevada del humor como el sabor amargo es el más complejo y sólo apto para los paladares adultos.
Del entorno de VOX, porque, por decirlo en palabras taurinas que seguro apreciarán, sus primeros espadas hacen el Don Tancredo. El hijo de Abascal, el hijo de Espinosa de los Monteros, su esposa de las arquitecturas prematuras y el Ortega Smith de apellidos castizos no se han señalado. Nadan y guardan la ropa. Eternos lenguas sin manos, milhombres[6].
Me sorprende porque estábamos mal acostumbrados. Tantos años sin nacionalismo español, pese a las retahílas de tantos exprogres a los que se les paró el reloj en 1975, los josepramonedas, los vicençnavarros, los joseluisvillacañas ...
Hombre, jode haber dejado de formar parte de los tres países de Europa libres de ultraderecha de ámbito nacional. Al menos a mí me jode. Ya sólo quedan Portugal e Irlanda para aguantar el pabellón.

Así que en adelante nos espera un juego de espejos. La bandera europea virará de los mástiles torreros a los voxeros según sople el viento noticioso, pero ambos estarán diciendo lo mismo y bastará ver un balcón para adivinar lo que habrá en el otro.
No estoy de acuerdo con eso de que “los extremos se tocan”. Como decía el gran Jaume Perich, “los extremos no se tocan, se cascan”[7]. Pero en este caso no hablamos de extremos, hablamos de nacionalistas que rinden culto a distintos trapos pero cada vez vuelven más evidente que el nacionalismo es simplón, visceral, poco amigo de la razón y el conocimiento, cosa de tripas.
Prescindible[8].



[1] Supongo que esto ya hay que explicarlo, como la EGB o las pesetas. Los insumisos eran aquellos que se negaban a hacer el servicio militar o su alternativa, la prestación social sustitutoria, lo que era delito. Los objetores nos negábamos a ingresar en el Ejército pero cumplíamos la prestación, en mi caso en la Cruz Roja. Los estudiantes universitarios que iban a la mili tenían dos opciones, o bien pedían prórrogas y al acabar sus estudios se incorporaban como soldados o bien entraban en las milicias universitarias. De ahí salían con el grado de alférez, salvo los más torpes que se quedaban en sargentos. Quim Torra fue sargento.
[2] Hay una de la que se habla poco, la destrucción de la red de ferrocarriles en la pira de la modernización. Ahora que se habla tanto de la España Vaciada, quizá alguien debería tomarse el trabajo de superponer mapas. Quién sabe si saldría de ahí lo que en lenguaje técnico se llama correlación lineal...
[3] Repito como un loro lo que leo en Beatriz Parera: “El matiz de la sentencia de Luxemburgo que cierra el regreso de Puigdemont a España”, El Confidencial, 20/12/19. De momento sigo sin encontrar un buen motivo para desperdiciar un segundo de mi vida leyendo sentencias.
[4] Y utilizo esta palabra siendo consciente de su significado...
[5] No sé si hay fotos del momento. ¿Habrá sido alguno de los izadores que ya tienen experiencia como Lluís Llach o Antonio Baños, habrá sido el sargento en persona o habrá dejado la tarea al ujier?
[6] Esta palabra ya en desuso, que pertenece a una época que dicen conocer y amar, se conserva aún en su préstamo catalán, milhomes.
[7] Perich no se casaba con nadie, quizá por eso nadie ha hecho especial esfuerzo para reivindicarle. Por un lado me mata la curiosidad por saber qué hubiera escrito o dibujado sobre lo que está pasando pero por otro pienso que quizá sea mejor así, aunque entiendo que su familia no pensará lo mismo. Su libro Autopista fue todo un superventas en la agonía del Franquismo. El título era una parodia del Camino del entonces muy influyente San Josemaría Escrivá de Balaguer, Marqués de Peralta, en realidad nacido José María Escriva o Escriba a secas, ahora no recuerdo la grafía exacta. El marquesado lo compró falsificación mediante, usando lo que él llamaba “la santa desvergüenza”
[8] Últimamente leo alabanzas a Otegi como aquel que intercedió para que ETA pasase al retiro. Es cierto, pero hay que precisar cuándo se convirtió. No se volvió pacifista hasta que un tribunal europeo decretó que la Ley de Partidos que ilegalizó a Batasuna era correcta. Fue entonces cuando vio la luz, ante la perspectiva de pasar toda su vida en la ilegalidad y tener que actualizar el curriculum y dejó de decir aquello de que “la izquierda abertzale es la que tiene el puño de hierro” y cosas parecidas. Por cierto que entonces la justicia europea solía dar la razón a los jueces españoles, al menos en lo gordo.

domingo, 17 de noviembre de 2019

PERSPECTIVAS


PERSPECTIVAS

Pese a que lo intento con fuerza, aún no he conseguido desintoxicarme de la adicción a la prensa digital, aunque voy progresando. Decía Henry David Thoreau que leer un periódico a la semana ya era demasiado y aunque estoy lejos de cumplir ese objetivo ideal, debo decir en mi descargo que me estoy convirtiendo en lector de titulares y rara vez estos llaman tanto mi atención como para que decida pinchar en el contenido.
Supongo que es una de las razones por las que este año no estoy subiendo textos con la cadencia acostumbrada. Normalmente lo que me incita a escribir es algo que leo en la prensa, así que en los últimos tiempos estoy desprovisto de estímulos. Sin embargo, esta vez no puedo pasarlo por alto por una razón, he leído un artículo y lo que parece su réplica. El problema es que la réplica se publicó dos días antes que el otro[1].

El discurso sensato
Un catedrático de economía jubilado escribe un artículo que en apariencia todo el mundo rubricaría. El antetítulo lo dice casi todo: “Mientras aquí nos debatimos entre dos nacionalismos, el catalán y el español, por esos mundos de Dios la competencia no ceja. Y vamos perdiendo oportunidades”.
Los nacionalismos español y catalán habrían centrado todo el debate público y, de resultas, las cuestiones verdaderamente importantes habrían quedado fuera.
Habla de los problemas del sector público, de las políticas sociales, de la educación (con el inevitable canto a la desatendida Formación Profesional), el paro juvenil, las infraestructuras o el capital tecnológico. Pero hay un aspecto que destaca sobre cualquier otro:

muy en particular, por la perentoria necesidad de mejora de la productividad. Porque en la recuperación 2014 – 2019, el crecimiento del PIB se ha basado en añadir empleo y más empleo, dejando para ‘ad calendas graecas’[2]el crecimiento del valor añadido por ocupado, única fórmula conocida de incremento del bienestar en el largo plazo. ¿Cómo podrían las políticas gubernamentales contribuir al aumento de la productividad? Básicamente, mejorando el volumen y la calidad de los factores productivos, tanto los de capital humano como los físicos y tecnológicos.

En fin, lo ya sabido, el problema es la baja productividad. Los españoles pasan muchas horas en la oficina. No faltan los chistes (prefieren estar en la oficina a estar en casa con su esposa/o) ni los regeneradores que pretenden arreglarlo todo a base de horarios escandinavos, cena a media tarde y a las diez en la cama...

La respuesta que antecede a la pregunta
Antes de entrar en materia hay que dejar claro un punto. El autor del segundoprimer artículo no es precisamente un aantianticapitalista. Es uno de los animadores de la ONG Financieros sin fronteras, que parece broma pero podéis comprobar que no lo es gastando medio minuto de vuestra vida en Google.
La primera sorpresa antes de llegar a donde quiero es un dato aislado: España exporta el 34% del PIB y resulta que en eso aventaja a Francia, Italia, Reino Unido, EEUU o China.
Nunca lo había leído. Desde luego, nunca hubiera apostado por España contra China o EEUU en volumen relativo de exportación.
En el segundo dato fuerte aprovecho para sacar pecho: la ralentización de la economía española es menor que la de Alemania, Italia, Canadá, Australia, Reino Unido, Japón o Francia. Ya escribí hace pocos meses que cuando mejor se comporta la economía española es cuando no hay gobierno. Y según añade el articulista, “tres cuartas partes de dicha desaceleración podrían estar explicadas por un fenómeno transitorio asociado al sector de automóviles”. Por si acaso, lo escribe con todas las letras: “La pregunta clave es si nos ralentizamos más o menos que otros países de nuestro entorno. La respuesta a esa cuestión es clara: menos”[3].
Y ahora llega el que más me ha sorprendido, porque nunca antes lo había leído: “Pues bien, muy pocos países de nuestro entorno pueden ofrecer una proposición de valor en la que la productividad por hora trabajada prácticamente dobla el coste laboral. Es el caso de España. Esta relación en Alemania y en Francia es de aproximadamente 1,2 veces (productividad frente a coste laboral), y en Italia 1,3 veces”.
Así que la productividad española prácticamente dobla como a los chorizos a la alemana, francesa o italiana. Por supuesto, sé muy bien de dónde nace esta proporción tan sorprendente. De que el coste laboral en España es bajo. En castellano, de que el salario de la mayoría es una mierda[4]. Esta mañana escribí en Google mileuristas y me remitía a artículos que hablaban de cinco millones de ellos, de que constituían la mitad de la población activa, de que su sueldo no se revisaría hasta los idus griegos... Una cuenta sencilla indica que si se aumentase un 50% hasta los 1.500 mensuales aún superaríamos en productividad a Alemania, Francia o Italia. Por no hablar de que a ese aumento se sumase la reducción paralela en otro 50% a tanto parásito como pulula por las esferas públicas o privadas. Entonces ya nos salíamos de la tabla...

Cuestión de opiniones
Vivimos en la era de Twitter. Si sometiéramos a público escrutinio ambos artículos quién sabe cuál ganaría... El oro pesa más que la mierda pero en Twitter y lugares así la balanza se gradúa con otros criterios, menos favorables al metal noble.
En este caso hay dos datos que apoyan al prepóstumoproprevio: Amazon anunció que iba a invertir dos mil millones de dólares en España (que se dice pronto) antes de saber el resultado de las elecciones y las bolsas no se han movido lo más mínimo ante un resultado electoral que para la ultracentroderecha es el caos bolivariano[5].

Sólo me queda una duda: la confianza de los inversores ¿no se deberá a que pensaban que no se iba a poder formar gobierno, lo que tira de la economía como si fuera la locomotora de un tren de alta velocidad?



[1] Pregunta obvia: ¿por qué no considero réplica al que se publicó segundo? Porque el segundo dice cosas que se repiten a menudo, con lo que vendría a ser un recordatorio de algo ya sabido, mientras el otro dice cosas que no acostumbro a leer. El más reciente en fecha pero más antiguo a mi parecer es Josep Oliver Alonso: “Euforias, depresiones y distracciones”, El Periódico, 13/11/19 y la réplica, Ignacio de la Torre: “Por qué los inversores extranjeros pasan de nuestras elecciones”, El Confidencial, 11/11/19.
[2] Los griegos no usaban el modo de fecha de los romanos basado en kalendas, idus y nonas. Por tanto, esperar a las calendas griegas es sinónimo de esperar eternamente. Obviamente, nuestro calendario deriva de esa palabra y la fórmula correcta sería ad kalendas graecas. Por no entrar en que en esa frase ad se traduciría por para...
[3] En esto deberían centrarse los imbéciles de los anarcoides en lugar de gastar sus escasas neuronas calibrando el grado de semejanza entre las fazañas de los niñatos CDR y los relatos míticos del tiempo de la Rosa de Fuego. Pero entonces ya no serían los imbéciles anarcoides, claro.
[4] Pensaba que ya lo había contado pero parece que no. O mis búsquedas son muy malas, que todo puede ser. (También tengo un montón de textos inacabados que nunca he subido). Poco antes de la crisis explicaba a un griego lo que significaba mileurista y me respondió que en Grecia la palabra exacta sería ochocientoseurista.
[5] Vivo en una ciudad que tuvo uno de los gobiernos “del cambio” y es de las poquísimas que ha repetido. La basurilla fachorrera apostaba (y apuesta) por el hundimiento seguro del turismo. No sé cuál va a ser el comportamiento del sector en general pero sí puedo adelantar que para los hoteles el 2019 va a ser el mejor año de lo que llevamos de siglo. Siglo en el que no ha habido año malo, pese a los deseos de muchos.





domingo, 31 de enero de 2016

HACE CASI SIETE AÑOS

HACE CASI SIETE AÑOS

Me ha parecido curioso recuperar un artículo que se publicó en la desaparecida revista gratuita de mi barrio hace ya casi siete años. Se titulaba Arde Berga y dice así[1]:

“Decía Marx, y es de suponer que con algún fundamento, que los obreros no tienen patria. Los anarquistas la rechazaron también, tanto como a Dios y al amo. Ironías de la vida, más de un siglo después, las grandes corporaciones del capitalismo nos han confirmado que éste tampoco reconoce ninguna, ni siquiera a sus estados, si no es como meros garantes de la pax capitalista. Pese a tanta unanimidad, la implantación del nacionalismo entre ciertos movimientos sociales es un hecho; ahora bien, no es menos cierto que las contradicciones que tal maridaje plantea, sobre todo cuando esos movimientos aspiran a tener representación institucional, suelen llevar a un desenlace poco afortunado. Numerosos ejemplos, como el de Euskadi, dejan a las claras con cuanta frecuencia el elemento nacional acaba primando sobre el social en las luchas que estos grupos protagonizan; por lo demás, parece claro que es difícil postular un nacionalismo sin patria y una patria sin fronteras, esas viejas y feas cicatrices que la guerra deja culebreando en los mapas políticos, así como nos cuesta imaginar una patria sin estado y, menos aún, un estado sin ejército, aunque éste se pretenda popular. Más difícil aún es despojar a semejante elenco de los componentes insolidarios y represores.
Un poco de todo esto ha venido ejemplificándose durante los últimos meses en la zona del Berguedá. En este caso, el origen del conflicto está en un artículo publicado por el Pèsol Negre, periódico libertario del Alt Llobregat i Cardener, en el que se criticó a las Candidatures d’Unitat Popular (CUP), con representación en el Ajuntament, por su apoyo a la Ordenança Cívica municipal.
Además de algunas agresiones previas (por ejemplo, alguien le rajó las ruedas del coche a un redactor del Pèsol), la escalada de violencia comenzó la madrugada del 24 de diciembre, cuando un miembro de las CUP, incluido en su lista electoral, y otro del Casal independentista, encapuchados, reventaron la puerta de Cal Okupi de Berga y apedrearon la ventana del cuarto donde dormía el único ocupante de la casa en ese momento; volvieron poco después, ya sin capucha, para amenazar al desvelado okupa y a los miembros de los colectivos libertarios en los que milita. Pese a las peticiones dirigidas a las CUP para que se posicionaran sobre la actitud de su militante, la organización responde con un clamoroso silencio. Sea como sea, lejos de amainar, el conflicto vive otra vuelta de tuerca: la madrugada de fin de año alguien intenta quemar el Ateneu Anarquista Columna Terra i Llibertat de Berga con pastillas de parafina y líquido inflamable, resultando afectada sólo la entrada del local.
Queda postergado sine die el debate sobre si es posible un nacionalismo de izquierdas, incluso ácrata; probablemente, quienes pensamos que es incongruente tal combinación lo tenemos tan claro como aquellos que defienden la viabilidad de ese proyecto político o, mejor dicho, de esos proyectos, no siempre compatibles entre ellos mismos. La única respuesta a ese debate irresoluble es, pues, la convivencia: ya hemos restado suficiente entre tod@s. Ahora bien, el conflicto de Berga (del que, por cierto, esperamos no tener más noticia) saca de nuevo a la luz esa incomodidad que, inevitablemente, la izquierda que aspira a una nación y al poder político siente frente a otra izquierda: la que cree sólo en los pueblos, en su derecho a la autodeterminación social y en su capacidad para crear sus propias herramientas de participación y lucha.”

En el 2009 la CUP apenas era conocida en Cataluña, no digamos fuera. Su implantación se reducía a unos pocos núcleos rurales de los que Berga, con sus quince mil habitantes, es un buen ejemplo. Entonces era la época de las ordenanzas cívicas. Las de Barcelona fueron muy contestadas porque mientras el ayuntamiento proponía fuertes multas para chavales que circularan indebidamente en patín, por ejemplo, no tenía ningún problema en que se edificara el hotel W prácticamente en la arena de la playa, lo que parece (solo parece, ojo) contravenir unas cuantas leyes estatales y alguna que otra norma municipal[2]. Barcelona fue imitada por muchos otros lugares hasta el disparate y hubo ordenanzas que prohibieron besarse en el paseo marítimo o comer un bocadillo en la calle. Ignoro cómo eran las de Berga, pero no creo que fueran una gran aportación a las libertades cívicas.
En cualquier caso, ya que hablamos de civismo, es gratificante comprobar cómo la participación institucional ha suavizado los modales de estos muchachos. ¿Qué habrían hecho entonces si un profesor universitario les hubiera maldecido a ellos y a todos sus descendientes[3], como sucedió hace poco cuando rechazaron apoyar el gobierno que decidieron apoyar pocos días después? No, esos tiempos quedaron definitivamente atrás. Su paso por el parlamento les enseñó que aunque en momentos de máxima indignación sea legítimo amenazar con una zapatilla a los malvados, se consigue mucho más abrazándose con el presidente. Es todo un avance contemplar cómo hoy agachan el lomo hasta casi tocar el suelo y piden perdón humildemente por sus errores pasados.


No faltarán malpensados que opinen que la diferencia se debe a que unas críticas vienen de un lado y otras de otro. Se equivocan. Hace poco leía un sesudo análisis en el que se demostraba que las CUP eran las herederas del anarquismo catalán del primer tercio del siglo XX y algunos de sus dirigentes como la inconfundible Anna Gabriel , militan en la CGT, sindicato anarquista pero que también concurre a elecciones, en su caso las sindicales.



[1] Masala,46 (marzo abril del 2009), p.3. Escrito por el poeta Mateo Rello, que tenía una sección fija llamada Casa Fanelli cocina de mercado. (Fanelli fue el principal introductor del anarquismo en España). Salvo error por mi parte no he alterado nada, pese a que contradice alguna de mis normas ortográficas.
[2] Colau se comprometió a revisar la ordenanza si llegaba a la alcaldía. Desconozco en qué estado se halla el asunto.
[3] Sí, en ese nivel de delirio nos movemos por esta zona...

lunes, 4 de enero de 2016

LOS ORÍGENES (I): EL ESTADO ESPAÑOL


           Desde que irrumpieron los nuevos partidos en las municipales de mayo pasado doy vueltas a la cuestión de por qué entre todas las formas que podrían haber adoptado, han acabado en lo que son. Creo que en ello tienen mucho que ver las circunstancias históricas, que en España estuvieron marcadas sin duda por la larga duración del periodo franquista, lo que dotó a la izquierda local de características originales respecto a las de otros países vecinos.
Dos cuestiones me parecen especialmente importantes: la actitud respecto al nacionalismo que trataré aquí , y la influencia de algunas corrientes religiosas, que quedará para otro texto[1].
Hace poco entrevistaron a Ada Colau y a algunos comentaristas les llamó la atención que la alcaldesa utilizara la ridícula perífrasis “el estado español” para evitar decir España[2].Creo que para entender el empleo de una fórmula tan absurda hay que recurrir a la historia de la izquierda desde el final de la Guerra Civil hasta la época constitucional, que se podría resumir en una palabra: debilidad.
Por supuesto, es sencillo de explicar. Durante la guerra y la fase dura de la posguerra (digamos unos diez años a contar desde la victoria), el franquismo se dedicó a la eliminación física de la oposición mediante ejecuciones o con largas condenas de cárcel. En los años que siguieron, apenas fue necesario tomar medidas tan extremas, pues los diversos servicios de información conocían perfectamente sus estructuras clandestinas y las desarticulaban cada vez que consideraban que habían alcanzado un tamaño peligroso. Solo a finales del franquismo pareció que el control de la oposición se les fue un poco de las manos, pero no hay que descartar que solo lo pareciera[3].

En paralelo se produjo otro proceso, la distancia creciente entre los militantes del interior y las viejas cúpulas exiliadas desde 1939. Basta comprobar cómo en los años 70 algunos partidos hacían llamamientos a los campesinos, que ya no existían como tales. O habían emigrado a las ciudades y se habían convertido en obreros industriales o, los que se quedaron en el pueblo, habían tenido acceso a maquinaria, abonos y semillas seleccionadas y se habían convertido en agricultores, que es otra cosa muy distinta[4].
De forma que había diferencias, a veces muy importantes, entre la visión del exilio y la visión del interior, aunque con suerte dispar para unos y otros. El incalificable Carrillo[5] no permitió nunca que el PCE del interior se le fuera de las manos aunque hubiera que recurrir a las tretas más viles , mientras en el PSOE se dio un “golpe de estado” que aupó al poder a mi querido Felipe González y su camarilla, los que apenas ocho años después llegaban al gobierno con todas las bendiciones.
En cualquier caso, la izquierda del interior era débil, así que tuvo que recurrir a alianzas en las que tampoco estaba en disposición de elegir, simplemente si el otro tenía algo que mejorase su situación, con él se juntaba. En los lugares donde existía un nacionalismo bien enraizado, a él se acercaba. Obviamente en el País Vasco y Cataluña. También en Galicia, pero este era mucho menos potente.
Sin embargo, el nacionalismo histórico no era izquierdista, estaba compuesto por gente de orden. Su comportamiento durante la Guerra Civil fue bastante vergonzante. El PNV se ocupó de velar para que no se destruyera la industria pesada vizcaína mirando por los intereses de sus propietarios y accionistas , aunque sabía de sobra que desde el día siguiente esa industria se pondría a trabajar en contra del bando republicano. Por su parte, el nacionalismo catalán se entregó en cuerpo y alma a desbaratar la revolución que se llevaba a cabo en su territorio, quizá la más profunda que se haya producido jamás en parte alguna, pero que era obra de murcianos, andaluces y otras gentes de oscuros orígenes[6]. Es cierto que existía un ala izquierda del nacionalismo vasco, Acción Nacionalista Vasca (ANV), pero aparte de ser bastante tibia hoy diríamos socialdemócrata , era muy minoritaria.  Lo más llamativo de ella era su laicismo militante, frente al catolicismo intransigente del PNV. Su grito de guerra era “Gora Euskadi sin sotanas”. En cuanto a Esquerra Republicana de Catalunya, basta apuntar dos datos. Los dirigentes veteranos de Esquerra en el poder que recordamos (como Carod Rovira) militaron durante los setenta en el PSAN (siglas catalanas del Partido Socialista de Liberación Nacional), porque la Esquerra de entonces, dirigida por Heribert Barrera, aún no se había puesto al día y no tenía mayor problema en culpar a los inmigrantes de todas las desgracias de Cataluña. El otro es más divertido: Ramón Franco fue senador por ERC en las cortes republicanas. Por supuesto, Ramón era hermano del futuro generalísimo Paco y para más escarnio , su avión desapareció en el mar cuando, según sospechas bien fundadas, se dirigía a bombardear Barcelona.
La relación con ETA puede servir de ejemplo de la ambigüedad de la izquierda de entonces hacia el nacionalismo. La primera ETA era anticomunista lo que no es raro porque nació de una escisión en EGI, las juventudes del PNV , pero a raíz de los triunfos de Castro en Cuba y el FLN en Argelia adoptó lo que entonces se llamó un enfoque tercermundista, considerando a Euskadi una colonia e importando el socialismo que formaba parte de la ideología de los movimientos de liberación nacional. No por casualidad su consigna Aberria ala hil! es una traducción literal del ¡Patria o muerte! cubano. La izquierda del interior comenzó a relacionarse con ella, muchas veces sin conocimiento del exilio, por el prestigio que le aportaba entonces el uso de las armas, que se multiplicó con la admiración que causó la osadía y perfección técnica del atentado contra Carrero Blanco[7]. Un prestigio que no sufrió daños cuando al año siguiente cometió la infame masacre de la cafetería Rolando en la calle Correo de Madrid[8]. Entonces se produjeron situaciones muy extrañas. Recuerdo haber tenido en mis manos una edición de la época de Operación Ogro el libro en el que ETA da su versión del atentado contra Carrero , dedicada a Felipe González[9]. Estaba muy extendida la visión de ETA como una campeona del antifranquismo y, sin embargo, ETA había sido muy clara en ese punto. Decía que los partidos españoles luchaban contra Franco como si no existiera opresión nacional en Euskadi, mientras ETA luchaba contra la opresión nacional en Euskadi como si no existiera Franco, así que sólo se engañaba quien quería engañarse.
Más allá de este ejemplo, la relación con el nacionalismo llevó a la izquierda a asumir de forma natural muchos de sus conceptos, lo que marcaba una diferencia muy clara con la mayoría de la izquierda europea. No hace falta buscar demasiado para encontrar fotografías de finales de los 70 en las que futuros ministros y altos cargos del PSOE sostienen pancartas en defensa del derecho de autodeterminación.

Citaré un ejemplo entre otros muchos, pero muy llamativo. En 1983 se aprobaba en el parlamento catalán la Ley de Normalización Lingüística, que dispone que el catalán es la “lengua vehicular” para la enseñanza. Entonces el PSOE de Felipe González disfrutaba la mayoría absoluta más numerosa que haya disfrutado nadie desde 1977, no necesitaba a los nacionalistas catalanes para nada. No entraré aquí en si la ley es buena o mala, hay opiniones para todos los gustos. Creo que la enseñanza está tan desvirtuada que tanto da una ley como otra, pero esa es otra historia... La cuestión es ¿cuántos países homologables a España permiten que en una parte de su territorio no se pueda enseñar en la lengua oficial? La respuesta es ninguno, y no hace falta irse al ejemplo extremo de Francia. La lengua vernácula podrá ser co-oficial, pero en ninguna parte es exclusiva, solo en Cataluña. Esa es una cesión que ningún gobierno del entorno hubiera hecho. Y si alguien recuerda que en ese mismo año nacieron los GAL, también se le puede recordar que el PSE llegó a ceder la presidencia del Gobierno Vasco al PNV sin pelear, tras haberle aventajado en votos, aunque no en escaños. Basta pensar en los desafíos actuales de Pedro Sánchez a Rajoy para percibir la diferencia.
Se trataba simplemente de que para esa izquierda que se había vestido de prestado tanto tiempo, el nacionalismo atesoraba una superioridad moral, con lo que acabaron por cederles la primacía en algo tan intangible como el discurso público, las claves que deben marcar la opinión general. Esta tendencia ha llegado hasta hoy. En Cataluña se observa cómo los que marcan las reglas del juego son los catalanistas y se vio muy claro con la cuestión del referéndum. En 2014 era el asunto central[10] y los opinantes se dividían entre los que lo reclamaban mayoría en los medios públicos y subvencionados, que aquí son casi todos y los que lo rechazaban. Sin embargo, la mera aceptación de la hipótesis del referéndum como opción natural ya era una cesión de terreno por parte de los que no son catalanistas, porque procesos separatistas hay varias decenas en el mundo, pero votaciones solo ha habido en dos, Quebec y Escocia. No hay visos de que las vaya a haber en Bélgica, Córcega, Trentino Alto Adigio, Irlanda del Norte (curioso que nadie lo mencionase cuando lo de Escocia) o cualquier otro lugar de Europa. Por no recordar situaciones de fuera del continente tan dramáticas como Sahara, Palestina o el Tíbet. Por tanto, el referéndum no es la conclusión lógica, sino, de nuevo, la excepción clamorosa. Pero nadie lo dijo claramente, ni siquiera la derecha más correosa, que se agarraba a la constitución de 1978 como a un clavo ardiendo. Lo denunciaba por ilegal, en lugar de descartarlo por ser una opción totalmente marginal en términos estadísticos.












[1] La idea original estaba pensada como una sola entrada, pero acabó complicándose hasta alcanzar un tamaño poco manejable, así que he decidido partirla en dos.
[2] Ridícula porque los que la utilizan solo la emplean para España y Francia. Nunca hablan del estado noruego o el estado italiano, dicen Noruega o Italia, como la gente normal.
[3] Esta es una materia quizá irresoluble, al menos en un futuro cercano. La administración española no se caracteriza por su transparencia y muchos documentos clave se han destruido. Se sabe que el incalificable Martín Villa (incalificable porque cualquier otro adjetivo aplicable a su persona cae dentro del código penal)  ordenó quemar los archivos del Movimiento. Alguien pensará que no es extraño que acabara su carrera como alto ejecutivo del grupo PRISA.
[4] Quedaban los jornaleros, pero muy localizados en Extremadura y Andalucía, nada que ver con las ideas que tenían en la cabeza las viejas momias.
[5] No es extraño que acabase sus días compartiendo tertulia en la SER con Rodolfo Martín Villa (el señorito recibía en casa). Allí se dedicaban a lavar sus biografías bajo el silencio ignorante de la presentadora.
[6] Lo que, por supuesto, no es cierto. Abundaban los apellidos catalanes entre los revolucionarios, solo que ese dato no cuadraba con su historia canónica. Como decía el historiador Vicens Vives, el anarquismo era una idea extraña a Cataluña.
[7] Sintetizada en la famosa frase del entonces ministro de Gobernación (y futuro sustituto del propio Carrero) Carlos Arias Navarro: “Cabrones, qué bien les ha salido...”
[8] Estos dos atentados son buena muestra de lo escrito. Para llevarlos a cabo fue imprescindible la ayuda de dos militantes críticos del PCE Alfonso Sastre y Genoveva Forest , que pusieron a disposición de ETA buena parte de la infraestructura clandestina del PCE en Madrid sin saberlo la dirección en París. ETA nunca se atrevió a reivindicar la matanza de la cafetería, cuya discusión llevó a la escisión ETAm – ETA pm, pero resultaba evidente que habían sido ellos.
[9] Sospecho que era la de Ruedo Ibérico, pero no tengo oportunidad de comprobarlo.
[10] Se supone que ya no lo es, tras el inicio de la desconexión. Sin embargo, alguno de los comentadores que se mueven en los círculos cercanos a Junts pel Sí  dicen que la declaración sería en realidad una maniobra para forzar el referéndum. Sea como fuere, ahora mismo los únicos que defienden la opción con claridad son Podemos y sus asociados.